"La pandemia obligó a separar a madres de sus bebés nada más nacer y para ellas fueron partos muy traumáticos"

Ángela Rodríguez Aguilera, psicóloga sanitaria especializada en perinatalidad.
Ángela Rodríguez Aguilera, psicóloga sanitaria especializada en perinatalidad.
Jorge París
Ángela Rodríguez Aguilera, psicóloga sanitaria especializada en perinatalidad.

Las embarazadas que dieron a luz durante las primeras semanas de la pandemia tuvieron que enfrentarse a situaciones excepcionales. Por miedo a los contagios por coronavirus, muchos hospitales tomaron la decisión de aislar a las madres de sus recién nacidos justo después del parto y muchos otros incluso las obligaron a tener a sus bebés sin más compañía que la de los médicos. Esto tuvo un gran impacto en la salud mental de esas mujeres y en algunos casos han requerido de terapia para superarlo. 

Ángela Rodríguez Aguilera, psicóloga especializada en perinatalidad, ha tratado a pacientes en esas circunstancias. Esta terapeuta habla con 20minutos de esas situaciones y de los otros efectos que esta crisis sanitaria ha tenido y está teniendo en el estado emocional de gestantes y de mujeres en pleno post parto.

¿Qué cambios ha notado entre las pacientes que veía antes de la pandemia y las que están llegando a su consulta después? La psicología perinatal es una parte de la psicología en auge. Cada vez más las mujeres son conscientes de que, si no se encuentran bien, tienen derecho a solicitar ayuda, asesoramiento o acompañamiento durante el proceso de búsqueda del bebé, durante el embarazo o después, pero en general les cuesta. Con la pandemia se ha incrementado mucho la sintomatología. Solía ser de en torno a un 10% de la población gestante o en post parto y ahora se puede haber triplicado.

¿No se atreven a pedir ayuda porque se sienten malas madres? Sí, eso es lo que acompaña a las mujeres que consultan. Todo el mundo les destaca lo felices que tienen que estar pero realmente ellas se sienten muy angustiadas y no pueden verbalizarlo. Nosotras hablamos de que esta es una depresión sonriente. Muchas veces son mujeres que socialmente dicen que están bien y que no se permiten compartir esa preocupación, esos miedos, esa culpa por no ser buenas madres. Esto se ha mantenido durante la pandemia, quizás en mayor medida, pero sobre todo se ha incrementado la incertidumbre por no saber qué puede pasar.

¿Son diferentes los problemas que presentan ahora? Sí. En la primera fase había una sensación de aislamiento mucho mayor. Si tenían que ir a citas médicas les preocupaba que a lo mejor ya no estuviera el mismo médico o les daba miedo acudir al hospital si tenían algún problema porque había mucho temor al contagio. Hemos tenido mucha demanda para gestionar pensamientos intrusivos y todo ese malestar y angustia por el virus, por no saber quién las iba a atender en el parto, si iban a poder estar acompañadas… Luego en el post parto se dan sensaciones de soledad, no solo durante el confinamiento sino incluso ahora. Por no querer contagiarse ni contagiar al feto o al bebé existe cierta tendencia a no juntarse con otras personas, que en la maternidad suponen un apoyo social muy necesario.

"Hemos tenido mucha demanda para gestionar pensamientos intrusivos y la angustia por el coronavirus"

¿No tener claro si debían vacunarse o no también les ha provocado angustia? Efectivamente, no tanto por un posible rechazo social sino por no saber muy bien qué efectos puede tener la vacuna sobre el embarazo, sobre el feto o incluso en la lactancia. Esta es una situación nueva. Cualquier situación nueva genera miedo, pero si además ponemos en cierto riesgo nuestra salud o la de nuestra criatura es un plus. Primero las indicaciones decían que no debían ser vacunadas, luego que sí… Ha habido mucha sensación de descontrol porque no hubo un criterio común hasta hace poco. Ahora ya parece que existen más evidencias que permiten a estas mujeres tomar una decisión.

¿Cómo actúan los profesionales en un caso tan concreto? Los psicólogos no le podemos decir a alguien lo que tiene que hacer. El objetivo final es empoderarlas y que ellas se sientan con la fuerza suficiente para tomar decisiones. Puede ser sobre la vacuna o sobre con qué matrona continuar. Muchas veces no se sienten capaces de ello por su propia historia personal o porque quizás se han sentido infantilizadas durante el proceso. La terapia es un espacio de reflexión para ellas, para debatir sus dudas y esclarecer sus ideas sobre lo que quieren y lo que no.

¿Con qué sintomatología llegan a la consulta? Con sintomatología depresiva y ansiosa. Síntomas de tristeza, mucho llanto, inapetencia, sin ganas de hacer nada… Incluso muchas veces no quieren coger al bebé o lo cogen poco tiempo. Están nerviosas, angustiadas, con muchos pensamientos recurrentes de que no son buenas madres, de que no van a poder hacerlo bien y de que otros lo van a hacer mucho mejor que ellas. 

ángela rodríguez

  • Ángela Rodríguez Aguilera es psicóloga sanitaria especializada en perinatalidad. Graduada en la Universidad de Granada, ha pasado por el Hospital Niño Jesús de Madrid, Hospitales Vithas, el Hospital Lyon Sur y por diferentes clínicas privadas. Desde hace tres años trabaja en el centro de psicología infanto juvenil Aitta, situado en Madrid.

¿Cómo se puede detectar que hay un problema? Cuando una madre acude muchísimo al pediatra o a urgencias por el bebé y el bebé está bien pero ella tiene muchas dudas y está muy angustiada, pedimos a los sanitarios que se paren a hablar con ella y piensen a lo mejor en derivarla a un psicólogo porque ella puede que no se atreva a decir directamente que no se encuentra bien. Las matronas y los pediatras son los primeros a los que consultan, son los que hacen el primer chequeo y los que pueden detectar todos esos síntomas, y cada vez están más concienciados con la salud mental perinatal.

¿Se ha encontrado casos especialmente llamativos? Lo que más nos hemos encontrado en general son casos de violencia obstétrica, de partos no respetados, de separaciones de bebés de sus madres nada más nacer, algo que hace muchos años que la sociedad médica dice que no se debe hacer salvo que haya un riesgo para el recién nacido. Nos hemos encontrado de nuevo casos que habíamos leído que se producían antiguamente y mujeres que relatan esa parte muy traumática de dar a luz y no tener a su bebé, no saber dónde está, si ha pasado algo ni cuándo lo podrá ver.

¿Se hacía por la Covid? Sí, en un primer momento fue un criterio médico que se siguió en algunos hospitales con las madres que eran positivas por ejemplo. Eran momentos críticos en los que no se sabía muy bien cuál era la forma de transmisión del virus. Hablamos de violencia obstétrica a ese nivel porque al final no se cumplían los protocolos, entiendo que por un punto de vista sanitario, pero las mujeres vivieron partos muy traumáticos. Tuvo para ellas un fuerte impacto emocional. 

¿Hay un serio problema de violencia obstétrica? La OMS el año pasado puso como objetivo bajar las tasas de violencia obstétrica en los hospitales porque se observó que sigue habiendo muchas prácticas en las que no se respetan los derechos de las mujeres y del bebé durante el parto y el nacimiento. Ha habido bastante revuelo con un comunicado de los colegios de médicos hace poco en el que negaban esa existencia.

¿Se habla cada vez más de ello? Sí, hasta ahora no se trataba mucho. Cuando las madres te relatan el parto no identifican que haya habido violencia obstétrica pero sí perciben que no se respetó su plan, que se hicieron maniobras sin su consentimiento, que recibieron comentarios inadecuados... Yo tengo la suerte de trabajar con profesionales que respetan los ritmos de la mujer en el acompañamiento durante el parto.

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