La desolación llega con la lava: "Tenía una tienda de ropa junto a la farmacia de Todoque. Ahora no tengo nada"

Jessica, de 42 años, es una de las vecinas desalojadas de Todeque por el volcán de La Palma.
Jessica, de 42 años, es una de las vecinas desalojadas de Todoque por el volcán de La Palma.
Pablo Rodero
Jessica, de 42 años, es una de las vecinas desalojadas de Todeque por el volcán de La Palma.

La nevera, unas televisiones, fotos de sus hijos y algo de ropa. Es lo único que Jessica y su marido pudieron rescatar de su casa en la localidad de Todoque (La Palma) este martes. La lava del volcán que entró en erupción el domingo pasa ya por su pueblo, el último en el camino hacia el mar, mientras los vecinos, como este matrimonio, tratan de asimilar que se han quedado sin nada. 

Tras ser desalojados de su casa el domingo, les dejaron volver dos días después para que recuperasen lo más importante. Los dos cumplían años -ella 42, su marido 46- el día en el que tuvieron que salvar de la implacable lava todo lo que fuesen capaces de cargar. "Ojalá el regalo de mi cumpleaños sea el milagro de que se salve la casa", dice Jessica con un nudo en la garganta que le impide contener la emoción al hablar. 

No sabe si su vivienda ha sido una de las más de cien que han quedado sepultadas por la lengua de lava o si todavía no ha sido alcanzada por ella, pero el miedo y la desesperación al ver que dejan toda una vida atrás se apodera de ella. Y rompe a llorar. "Yo mi trabajo lo tenía en Todoque. Tenía una tienda de ropa pegada a la farmacia. Ahora no tengo ni trabajo, ni nada", lamenta. 

El matrimonio relata a 20minutos desde la caravana en la que viven ahora, la dureza de los últimos cuatro días. "Las dos primeras noches estuvimos acampando en Llano de Argual (Campos de Los Llanos de Aridane), hasta que unos amigos nos dejaron una zona donde aparcar la caravana. Por lo menos no nos cae ceniza y mis suegros tienen cama", cuenta Jessica. 

Jessica, de 42 años, es una de las vecinas desalojadas de Todeque por el volcán de La Palma.
Jessica, de 42 años, es una de las vecinas desalojadas de Todoque por el volcán de La Palma.
Pablo Rodero

Toda la familia de su marido, incluidos sus padres, están en la misma situación. La suegra de Jessica duerme con ellos y su suegro en el coche, aparcado junto a la caravana en el espacio que le han cedido unos conocidos para instalarse. Los "ángeles", tal y como llama ella a las personas que le han ayudado, han dado cobijo incluso a los animales que se llevaron con ellos. "Gracias a ellos estamos aquí", reconoce. 

La última vez que ella vio su casa fue el mismo día que evacuaron la zona, el domingo, desalojando a los 1.200 vecinos que residen en este barrio perteneciente al municipio de los Llanos de Ariadne. "Salí con un bolso de ropa y nada más. Ahí la dejé, no podía aguantar el estruendo. Parecía que se te cayera encima", explica. "Solo espero que me aguarde para poder volver", añade. Sobre lo que les depara el futuro, es a día de hoy un horizonte borroso. "No hemos llegado todavía ni a pensar en ello", concluye. 

La lava reduce a escombros Todoque
La lava reduce a escombros Todoque
EFE

Todoque asume que la lava ha sepultado su pasado

La mayoría empieza a aceptar que su pueblo, o parte de él, ha desaparecido. "Ya hay muchos que empiezan a buscar una vivienda porque saben que la suya no existe", explica a 20minutos el párroco de La Laguna y Todoque, Alberto Hernández.

Pablo Rodero entrevista al párroco de La Laguna y Todoque.

Cuenta el párroco que la desgracia de muchos está siendo el núcleo de unión de los afectados, que se dan ánimos unos a otros. "Me lo dan a mí también", confiesa. "El comentario que se repite mucho estos últimos días entre quienes han perdido todo es que conservan la vida. No han perdido a ningún miembro de su familia, ni ha fallecido nadie, afortunadamente. Las cosas materiales se recuperarán cuando se puedan, pero la vida es lo que en este momento se valora", añade.

A pesar de la situación, que mantiene a los habitantes de la zona en un clima de mezcla de solidaridad, impotencia y desolación, el párroco guarda cierta esperanza en que no toda la localidad quede sepultada bajo la lava.

El comité científico que asesora al gabinete de crisis incluso duda de que el magma, que ahora se desplaza a apenas 4 metros por hora, llegue a desembocar en el mar. Todo dependerá de cómo evolucione la situación en las próximas horas.

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