La luz se encarece en España casi el cuádruple que en la UE: la factura sólo sube más rápido en Chipre y Estonia

Imagen de una torre de alta tensión en una central eléctrica en Chantada, Lugo.
Imagen de una torre de alta tensión en una central eléctrica en Chantada, Lugo.
ELISEO TRIGO / EFE
Imagen de una torre de alta tensión en una central eléctrica en Chantada, Lugo.

Solo dos países europeos han visto subir más su factura de la luz que España en el último año: Chipre (39,8%) y Estonia (38,8%), dos Estados con una población menor que la de la Región de Murcia. Mientras que el recibo eléctrico español fue en agosto un 34,9% más caro que el mismo mes del año anterior, en la media de los países de la Unión Europea el repunte fue tres veces más bajo: apenas del 9,3%. 

Según los datos del gasto en electricidad de los hogares europeos -una de los más de 200 categorías de bienes cuyo precio se utiliza para calcular el IPC armonizado en el continente- en países de un tamaño similar a España las subidas han sido mucho más modestas. Por ejemplo, en Italia el repunte interanual en agosto fue del 15,7%, mientras que en Francia (2,2%) o Alemania (1,7%) fue todavía más reducido. El caso de Portugal - país con el que España comparte operador del mercado y, por tanto, precios mayoristas- es especialmente llamativo. Allí la factura para el consumidor ha repuntado 17 veces por debajo del nivel de España, apenas ha crecido un 2,2%.

Estas cifras apuntan a que la volatilidad de precios del mercado minorista español tiene una buena parte de culpa en el encarecimiento de la factura. Mientras que en la Unión Europea los precios para el consumidor se mantuvieron estables durante los meses más duros de la pandemia en 2020 (apenas llegaron a caer un 2%) en España estuvieron muy por debajo del nivel de 2019, que ya de por sí había tenido precios más bajos de lo normal. 

El IPC eléctrico español llegó a desplomarse un 20% en abril de 2020, mientras que en Portugal la caída apenas fue del 2,3% y en la UE del 1,8%. Esto ha provocado que, al partir de una situación de precios mucho más bajos el año anterior que otros países, la subida en 2021 haya sido más pronunciada, un fenómeno que en estadística se conoce como efecto base o efecto escalón.

Además, buena parte de culpa de que las subidas generalizadas en los precios mayoristas de Europa se hayan filtrado con más intensidad al bolsillo del consumidor la tiene el mayor peso relativo de la luz a la hora de calcular el IPC y el hecho de que España tenga una parte importante de consumidores -en torno al 40%- en el mercado regulado, donde una parte importante de la factura está vinculada directamente al precio mayorista.

Que las subidas en la factura de la luz es una cuestión que afecta por igual a los países europeos ha sido un argumento recurrente del Gobierno en lo que llevamos de crisis energética. El presidente, Pedro Sánchez, afirmó a comienzos del mes pasado que la subida del precio de la luz "obedece a la evolución de unos mercados que trascienden lo que es la dinámica nacional y que trascienden también la dinámica europea". En la misma línea, la ministra de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, insistió semanas más tardes en esa idea y achacó los repuntes a los "mercados internacionales" y a "factores que no dependen de nosotros". 

El pasado martes, el Consejo de Ministros aprobó un amplio paquete de medidas para reducir la factura de la luz y evitar que el alza de los precios en el mercado mayorista impacte en el recibo que pagan las familias. Entre las decisiones del Gobierno, figuraban mecanismos para poner un tope al precio del gas, para obligar a las eléctricas a vender parte de la energía que generan a un precio fijo, rebajas fiscales para aminorar la factura, y medidas para mejorar la protección a las familias con menos recursos.

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