Las dos caras del cultivo de opio: drogas y terrorismo en Afganistán, una industria secreta y para uso medicinal en España

  • El trafico de estupefacientes es para muchos grupos armados una rentable manera de costear sus luchas.
  • Los alcaloides del opio también producen sustancias que sirven para curar o aliviar el dolor, como la morfina o codeína.
  • OPINIÓN | Opio, el oro talibán, por Carmelo Encinas
Cabeza de adormidera a la que ya se le han caído los pétalos.
Cabeza de adormidera a la que ya se le han caído los pétalos.
Catherine Giayvia / Wikimedia
Cabeza de adormidera a la que ya se le han caído los pétalos.

Con el avance de los talibanes en Afganistán, muchos se está hablando de cómo se financia el grupo fundamentalista y, por tanto, de la plantación de la amapola real o adormidera. De esta planta se puede extraer el opio, usado para estupefacientes como la heroína, un negocio rentable, mortífero e ilegal, que ha servido a la organización para sostenerse durante los veinte años de intervención extranjera en el país asiático.

El trafico de estupefacientes es para muchos grupos armados en el mundo una rentable manera de costear sus luchas. No obstante, los alcaloides del opio también producen sustancias que sirven para curar o aliviar el dolor, como la morfina, codeína, tebaína, papaverina y noscapinala.

Necesariamente existe toda una industria legal detrás de esta planta con fines medicinales, donde - tal vez para sorpresa de muchos - España encabeza la producción mundial.

No es difícil, por tanto, ver en nuestro país campos plagados de la amapola blanca y rosa que inspirase a L. Frank Baum para la mítica escena que hace dormir a casi todos los protagonistas de El mago de Oz. Aunque en realidad, sí que lo es, porque su localización no es manifiesta por motivos obvios. 

El negocio del opio legal en el mundo

Así como en Afganistán o México hay grandes extensiones de cultivo ilegal, existe una organización que controla a nivel mundial que la producción de esta planta no se destine a actividades ilegales: la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), de Naciones Unidas. Este es un órgano independiente y cuasi judicial constituido por expertos que fue establecido en virtud de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes.

El informe de 2020 del JIFE sitúa a España como principal productor del mundo de morfina, seguida de Turquía, Australia, Francia, India y Hungría. El 96 % de la producción mundial en el año 2019 se concentró en esos seis países.

Este informe refleja que en 2019 España fue, junto a Australia, el único país donde se cultivó adormidera rica en codeína, aunque la superficie se redujo a la mitad, de 1.990 hectáreas a 863 respecto a 2018. Dentro de la adormidera rica en morfina, España triplicó en 2019 la superficie real total cosechada.

Muchos de estos países, al haber ratificado la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes, están obligados a informar de su producción de adormideras, así como demostrar que no se están desviando los cultivos para otras actividades.

El cultivo en España: monopolio y mucho secretismo

El gran incremento de producción de amapola real tiene un nombre propio, la empresa Alcaliber. Esta sociedad, la única que ha entrado en la historia de España en el negocio de la adormidera, lleva en el sector desde la década de los setenta, cuando obtuvo la autorización por parte del Gobierno de España para la fabricación de opiáceos usados en la producción farmacéutica. 

Aunque hasta el año 2018 estaba en manos del empresario madrileño Juan Abelló, en la actualidad es propiedad de un grupo inversor del Reino Unido. En su web se definen como un referente en la Industria Mundial de Estupefacientes, siendo la empresa líder en el sector que ha llegado a ser el mayor productor mundial de Morfina, con el 27% de la producción global, y el 18% de Tebaína.

Pese a que el control de la producción de adormidera esta exclusivamente bajo manos de Alcaliber, son muchos los agricultores que en campos de Castilla-La Mancha, Castila y León, La Rioja y el País Vasco participan en su fabricación. Dedicarse a la plantación de dormidera no es fácil, ya que hay que recibir la autorización de los Ministerios de Sanidad e Interior.  

La Guardia Civil mantiene en secreto tanto las ubicaciones de las plantaciones privadas de amapola, para evitar la extracción ilegal de opio. Además, los cultivos y la fábrica de Alcaliber están controlados por la Guardia Civil y la Policía Nacional, con quienes mantienen un contacto directo.

Igual que es complicado ver los campos de adormidera en un paseo campestre, tampoco es sencillo profundizar en los pormenores de este negocio en el que, en su faceta legal, España es líder, y en la ilegal, Afganistán nos está recordando estos días que reina convirtiendo las amapolas en sangre.  

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