Los talibanes ganan terreno en la guerra civil que asola Afganistán: ¿se puede producir una nueva crisis migratoria?

Ismail Khan (blanco), antiguo comandante muyahidín, habla con sus partidarios.
Ismail Khan (blanco), antiguo comandante muyahidín, habla con sus partidarios.
EFE
Ismail Khan (blanco), antiguo comandante muyahidín, habla con sus partidarios.
Miles de personas huyen hacia Kabul buscando refugio de los talibanes.
Atlas

Para varias generaciones de afganos, recordar un Afganistán en paz es una tarea imposible. El país asiático vive sumido desde hace casi medio siglo en una lucha constante; primero contra potencias extranjeras y, después, contra el fundamentalismo, impuesto a base de religión y metralla.

La retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán anunciada por Joe Biden es ya una realidad, algo que han aprovechado los talibanes para tomar rápidamente el control de buena parte del país. Las tropas afganas, incapaces de repeler la ofensiva, se limitan a retrasar lo máximo posible la previsible victoria insurgente.

Este jueves, los talibanes capturaron Ghazni, la décima capital regional en caer en manos del grupo insurrecto en una semana, tras lograr victorias sucesivas en las capitales de las provincias de Faizabad, Nimroz, Jawzjan, Sar-e-Pol, Kunduz, Takhar, Samangan, Farah y Baghlan.

"Existe muchísimo miedo a que se pueda producir un flujo migratorio de decenas de miles de desplazados"

El principal portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, aseguró en un comunicado que "nadie resultó herido en estas operaciones" y que todas las instalaciones oficiales de la ciudad están bajo control insurgente, en referencia a la conquista de Faizabad este miércoles. "El enemigo huyó y los muyahidines los están persiguiendo", dijo Mujahid.

Por otro lado, el presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, viajó a la provincia de Balkh, la única del norte del país que se mantiene bajo el control de las fuerzas de seguridad. En su visita, Ghani se reunió con funcionarios de seguridad y líderes políticos, incluido el ex vicepresidente y señor de la guerra Abdul Rashid Dostum, con los que trató la posibilidad de armar y coordinar a milicias de civiles para combatir a los insurgentes y aumentar el apoyo a las tropas.

Los talibanes podrían aislar entre los próximos 30 y 60 días la capital de Afganistán, Kabul, y tomarla dentro de 90 días, según han confirmado altos funcionarios estadounidenses y recoge la cadena CNN. La conquista de Kabul probablemente conduciría a la caída del Gobierno actual.

Pese al reciente interés de los medios por conocer lo que ocurre en Afganistán, la realidad es que esta guerra no es algo nuevo. Así lo asegura a 20minutos José Mas Campos, responsable de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF), que recuerda que cada año se producen ofensivas talibanes.

No obstante, a diferencia de otros años, a lo largo de este invierno "la violencia no ha cesado en ningún momento y en los últimos dos meses hemos visto un recrudecimiento mucho más importante", explica Campos, que ha pasado buena parte de 2021 en Afganistán. 

"La violencia, más que resurgir, se ha recrudecido de forma muy acentuada", añade. "Cuando los combates se trasladan a las zonas urbanas hay mucha más gente afectada, muchas más víctimas de violencia directa, muchos más heridos y muchos más muertos".

"La situación es dramática"

El aumento de estos combates urbanos está sumiendo a los afganos en una complicada situación humanitaria. El responsable de Médicos Sin Fronteras reconoce que "cuando la guerra llega a la ciudad la gente no puede acceder tan fácilmente a los hospitales". "Hay que tener mucho valor para asumir el riesgo de salir de tu casa", reconoce.

Pese a la delicada situación, la actividad humanitaria no cesa. "No porque haya guerra se detienen las enfermedades y los problemas de salud de la gente", recuerda Campos. "En la ciudad de Kunduz llegaron las hostilidades la semana pasada y ahora está bajo control talibán (…). Nosotros intentamos asegurar que el espacio para nuestras operaciones está garantizado por todas las partes".

Algo parecido se vive en la la ciudad de Lashkar Gah, al sur del país, que lleva con combates desde hace más de 10 días. "La situación es dramática. Tenemos al equipo trabajando en circunstancias muy difíciles, bajo el fuego de mortero, bombardeos, explosivos, misiles y tiroteos dentro de la ciudad. No obstante, tenemos pacientes y hay que seguir trabajando, pero somos conscientes de que el riesgo de convertirte en daño colateral sigue existiendo".

Según la ONU, el conflicto armado en Afganistán ha causado en los primeros seis meses de 2021 la muerte de 1.659 personas y dejó heridas a otras 3.524. En este último mes han muerto más de 1.000 civiles solo en las ciudades de Herat Kandahar y Laskar Gah.

Una patrulla de oficiales de seguridad afganos.
Una patrulla de oficiales de seguridad afganos.
EFE/EPA/JALIL REZAYEE

¿Represalias  contra los "traidores del islam"?

Con la retirada de las tropas, las personas que han colaborado con fuerzas extranjeras viven unas angustiosas horas por las posibles represalias de los talibanes. El grupo fundamentalista prometió el pasado mes de junio no atacar a los intérpretes afganos y a otros ciudadanos del país asiático que hubieran prestado servicio a las fuerzas militares extranjeras: "Volver a sus vidas normales y, si son expertos en algún campo, servir a su país. No correrán ningún peligro", señalaron en un comunicado. Sin embargo, consideran que estas personas han cometido "una traición contra el islam y el país" y deben "mostrar remordimiento por sus acciones".

Ante esta declaración, el Gobierno estadounidense anunció a principios de agosto que expandía su programa de acogida de refugiados afganos y tramita ya unas 20.000 solicitudes de visado de intérpretes, conductores y otros exempleados que quieren mudarse a EEUU junto a sus familiares, con el fin de ayudarles a salir del país antes de que acabe agosto.

Por otro lado, El Gobierno de España ultima una operación para traer a los intérpretes que colaboraron con los soldados españoles en Afganistán y que, tras la retirada de las tropas, se quedaron en el país asiático. Fuentes de los ministerios de Asuntos Exteriores y Defensa han confirmado a Efe que estudian junto a Interior cómo prestar ayuda a esos intérpretes que se sienten amenazados por haber trabajado para la coalición internacional, aunque no precisan el número de personas afectadas.

Temor a una nueva crisis migratoria

Otra de las consecuencias del recrudecimiento de los combates son los desplazamientos de personas, que abandonan sus hogares sin saber si cuando vuelvan sus casas seguirán en pie. Además, a la movilidad interna se le suman los refugiados que deciden abandonar el país huyendo de la guerra.

"Existe muchísimo miedo a que se pueda producir un flujo migratorio de una dimensión de decenas de miles de desplazados, porque la presión se pondría en el resto de países colindantes", explica José Mas Campos. "Muchos de estos países dicen que no están capacitados para dar la asistencia necesaria y pertinente a todos estos desplazados", añade.

"Los refugiados que están saliendo ahora y están cruzando las fronteras son los que tienen los medios para hacerlo, los que no los tienen todavía son desplazados internos (…). Lo que todavía no se sabe es si se harán asentamientos tipo campos de desplazados, donde las condiciones de vida son muchísimo más pobres, el acceso al agua potable es más difícil, están más expuestos a las condiciones meteorológicas y la salud más en riesgo”, agrega Campos.

Se calcula que desde principio de 2021 cerca de 400.000 personas afganas se han desplazado dentro del país, unas 244.000 desde mayo, una cifra que aumentará en los próximos días. ACNUR advierte de que "cualquier flujo significativo requeriría claramente que la comunidad internacional actuase de manera inmediata para apoyar tanto a Afganistán como a sus países vecinos, con espíritu de responsabilidad y de compartir la carga".

Vista este martes de un mercado cerrado en Kandahar.
Vista este martes de un mercado cerrado en Kandahar.
EFE/M. SADIQ

Todas las miradas puestas en las negociaciones en Qatar

El presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional de Afganistán, Abdulá Abdulá, ha exigido a los talibanes este martes en Doha, Qatar, el cese inmediato de las hostilidades y les ha pedido que presenten cuanto antes un plan político para salir de la crisis, en la que no tiene cabida una solución militar.

Junto a los representantes de Naciones Unidas, la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, China, Pakistán, Uzbekistán y Qatar, Abdulá ha enfatizado la necesidad de poner fin a esta nueva escalada de violencia y de acelerar "los esfuerzos de paz", con la "rápida reanudación de las conversaciones" y la "formación de un gobierno de todos" para lograr soluciones políticas".

Las negociaciones entre el Gobierno de Afganistán y los talibanes han fracasado en todos los intentos de los últimos años. Ahora, con más poder que antes, los talibanes se encuentran en una situación muy diferente para negociar. Mientras tanto, millones de afganos huyen de los combates, en una guerra que se ha convertido para varias generaciones en una forma de vida.

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