Cordón sanitario: una propuesta inviable si no hay pactos transversales, advierten los expertos

Marine Le Pen y Emmanuel Macron
Marine Le Pen y Emmanuel Macron
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Marine Le Pen y Emmanuel Macron

El cordón sanitario es un concepto que se ha puesto de moda en los últimos días. Este mismo martes, la portavoz del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, pidió "poner un cordón sanitario" a "cualquier formación que haga de la incitación al odio su lema" o que se "niegue a pedir perdón" ante las "graves amenazas" a determinadas "personas" o "determinados menores", en clara alusión a Vox.

También el candidato socialista a las elecciones de Madrid, Ángel Gabilondo, ha propuesto un "cordón" para aislar al partido de Santiago Abascal y ha cuestionado que la popular Isabel Díaz Ayuso pacte con esa formación. La réplica no se ha hecho esperar, y Ayuso ha pedido que la apoyen a ella para no depender de Vox, una posibilidad que el propio Gabilondo descartó en una entrevista con 20minutos.

Pero, ¿qué es un cordón sanitario? ¿Podría aplicarse en España? ¿Qué efectos tendría? Los politólogos Pablo Simón, Berta Barbet, Gema Sánchez Medero y Daniel Vicente Guisado analizan para 20minutos este fenómeno.

Guisado explica que en el contexto actual en España, la viabilidad de un cordón sanitario es escasa porque "es necesario que se rompan los bloques" de izquierda y derecha, y eso es algo que para el partido "subalterno" –en el caso de Madrid sería el PSOE, segundo según todas las encuestas–, tendría "muchos costes electorales". Un buen ejemplo de esto es el alemán, donde los socialdemócratas han gobernado en coalición con los conservadores de la CDU en los últimos años y han ido cayendo en intención de voto (en las elecciones de 2021 podrían perder incluso la segunda plaza y caer hasta la tercera).

En España, en 2019, tras las elecciones generales de noviembre, el PSOE propuso "un cordón sanitario" a Vox en la Mesa del Congreso, pero el PP se negó. Durante toda la campaña electoral, igual que en la de abril, Pedro Sánchez pidió tanto a los populares como a Cs que "huyeran de Vox" y no se prestasen a pactar con ellos, algo que no sucedió, pues a nivel autonómico las tres formaciones acordaron la formación de gobiernos.

En el caso de España,  el cordón sanitario "no tiene visos de poder establecerse", según Simón, porque existe la tesis de que "si el PSOE pacta con Podemos, eso legitima al PP a pactar con Vox". En sus palabras, para que un cordón sanitario sea efectivo tienen que darse dos condiciones: "Que la formación radical tenga poca representación y que haya un acuerdo entre el resto de formaciones para aislarla". En España, dice, eso "no se da".

Precisamente esa es la idea en la que se apoya Sánchez Medero para hablar de Vox. "Va a ser decisivo a la hora de formar Gobierno por lo que el PP no puede aplicarle un cordón sanitario". Guisado refuerza ese planteamiento y asegura que "ante la caída de Cs" la única posibilidad de pacto para el PP es "pactar con Vox".

Guisado se refiere en este sentido al factor de la gobernabilidad: "Cuando un partido 'radical' está ya en un 15% de voto -como es el caso de Vox a nivel nacional- condiciona la formación de gobiernos". Y Barbet añade que hacer un cordón sanitario cuando "el discurso de Vox está ya tan interiorizado" puede ser "contraproducente". Barbet reitera dónde está la clave: "Si se mantienen los bloques es complicado llegar a acuerdos que no pasen por la extrema derecha".

Los cordones sanitarios son la excepción, no la regla

Simón y Guisado coinciden en que los cordones sanitarios "no son la regla, sino la excepción en Europa". Se define como una estrategia de los partidos políticos "no radicales" para que los radicales "no toquen poder". Francia o Alemania han recurrido a ellos para cortar las alas a las formaciones más escoradas a la derecha, mientras Italia, Austria o Finlandia han preferido normalizar a estos partidos y sumarlos a los gobiernos. Los expertos consideran que la viabilidad o no del cordón sanitario depende del sistema y de la voluntad de los partidos tradicionales, pero Simón recuerda en este sentido que los partidos radicales "ya forman parte muchos Gobiernos" en toda la UE.

"En un primer momento se hizo a partidos comunistas tras la caída de la URSS", cuenta Guisado, que además recuerda que tiene "distintas connotaciones". En Francia el objetivo es "recurrir al mal menor" en segunda vuelta, pues los candidatos que quedan fuera de esa ronda definitiva tienen que "elegir". En cambio, en un sistema parlamentario, dice el analista, "los partidos se tienen que mojar más".

En Alemania, el cordón sanitario más reciente se dio en 2020, cuando Angela Merkel paralizó un pacto de la CDU con AfD para el Gobierno de Turingia y calificó de "impresentable" el acuerdo. En 2017, Macron confrontó con el Frente Nacional y aglutinó los votos del resto de formaciones en segunda vuelta, algo que ya había hecho el conservador Jaques Chirac en 2002 cuando, además, se negó a debatir con Le Pen (padre).

Ventajas para el partido 'acorralado'

Barbet considera que los cordones sanitarios tienen la ventaja de que "se consigue generar la sensación [en la población] de que esas formaciones son radicales", pero también el riesgo de que, aunque se trate de aplicar el cordón, "cuando se asume el discurso puede llegar a darles toda la capacidad de oposición al Gobierno", como sucede en Francia con el partido de Marine Le Pen.

Además, Sánchez Medero añade que cuando se aplica un cordón sanitario, el partido 'acordonado' tiene a sumar votos -como se ve que sucede también en Francia, donde Le Pen está en disposición de disputarle a Macron las elecciones de 2022, según las encuestas- porque "la situación de todos contra uno genera indefensión". El votante "se mueve hacia el más débil que, además, es una formación populista". 

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