Maite Zaldívar cuenta los detalles de su estancia en prisión: las visitas de sus nietos, la higiene y sus secuelas

Maite Zaldívar, en el Deluxe.
Maite Zaldívar, en el 'Deluxe'.
Mediaset
Maite Zaldívar, en el Deluxe.

Este Sábado, Maite Zaldívar acudió al Deluxe tras un largo período de tiempo sin ir a platós. La mujer comenzó diciendo que Isabel Pantoja era su única enemiga y que le había "robado la vida" la que terminaría siendo su entrevista más personal hasta la fecha. 

Zaldívar, que pasó más de dos años en la cárcel por el caso Malaya, contó que no era capaz de ver las imágenes de su detención e ingreso en la cárcel, aunque decidió tratar con la mayor normalidad posible su estancia en prisión. "Me parece absurdo hacer como que no ha pasado cuando lo ha visto toda España", dijo. De esta manera se distanciaba de la postura de Isabel Pantoja, para la que el período que pasó en la cárcel es un asunto tabú. 

"Intenté llevarlo con la mayor normalidad posible. Hablaba con todo el mundo, hacía los cursos, iba a médicos y psicólogos..." contó. Además, expresó algunos de los aspectos más duros para ella, como las largas colas para ducharse -por lo que usaba el inodoro-, el olor o el terrible sonido de los cerrojos que, al igual que el olor de la cárcel, era algo "indescriptible".

La castellonense habló también de las diferencias a la hora de salir de la cárcel entre ella e Isabel Pantoja, mucho más protegida. Sin embargo, saca la parte positiva al asegurar que conoció a mucha gente buena, que en ocasiones se reía mucho, que a veces conseguía ver fragmentos de Sálvame diario o que le pidió a Mila García Ximénez un recuerdo de los colaboradores para animarse.

Lo que más afectaba a la mujer fue el sufrimiento de sus hijas al saber que tanto su madre como su padre estaban en la cárcel. Por ello, se arreglaba y trataba de transmitirles alegría en sus visitas. A sus nietos les decía que estaba en un colegio del que no podía salir porque la profe de inglés le tenía "manía". 

Además de los cursos, Zaldívar contó que jugaba al parchís con sus compañeras, que a día de hoy mantenía el contacto con alguna de ellas. También hacía punto de cruz, crucigramas y leía algunas revistas para las horas libres. Respecto a las secuelas, contó que durmió mucho tiempo con la luz encendida y que le costaba cerrar la puerta de su dormitorio.

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