Científicos de la Universidad de Zaragoza y el CSIC han divulgado un estudio en el que se plantea que, de cara a renovar el aire en las aulas para reducir el riesgo por Covid, es mejor es mantener pocas ventanas abiertas durante toda la clase en vez de hacer aperturas puntuales.
El estudio ha sido publicado la semana pasada por el Liftec, el Laboratorio de Investigación de Fluidodinámica y Tecnologías de Combustión, un centro mixto participado por la Universidad de Zaragoza y el CSIC.
Tras analizar varios modelos, la investigación concluye que. de cara a renovar el aire en el aula de forma que se evite al máximo la trasmisión del SARS-CoV-2, la mejor estrategia es tener todo el rato abierto un espacio equivalente a un metro cuadrado, distribuido en una o varias ventanas. Las aperturas puntuales no garantizan las existencias de aire renovado, incluso cuando esas aperturas se hacen con todas las ventanas y puertas disponibles.
El estudio, centrado en la ventilación natural, compara la opción continua con las hechas solo entre clases, tomando como referencia un aula de 50 metros cuadrados y una altura de 2,5 metros, con una persona adulta acompañada de 26 alumnos de primaria o 20 de secundaria (ambas configuraciones tienen resultados similares).
Comparación ventilación continua/intermitente en aulas. Como confirman infinidad de medidas, con aperturas periódicas se superan límites por mucho.Con MISMA cantidad de aire fresco, ventilación continua consigue resultados mucho mejores@aireamos #covidco2https://t.co/YExTo0xaEa
— Javier Ballester (@JbcLiftec) February 7, 2021
Nivel de CO2
Para medir el aire que ya ha sido respirado (y por tanto, susceptible de tener coronavirus) el estudio, al igual que otros, toma como referencia la cantidad de dióxido de carbono presente. El límite recomendado es 700 partes por millón (ppm).
Los investigadores han comparado primero la apertura constante de ventanas o puertas equivalentes a un metro cuadrado de superficie con varias opciones de aperturas entre clases: abrir todo durante 10 minutos; apertura total, pero solo 5 minutos; abrir menos ventanas durante 10 minutos, y eso mismo pero extendiendo a 15 minutos.
Todos los casos de apertura entre clases muestran el mismo comportamiento: El aire se renueva, pero conforme avanza la hora se va elevando el nivel de dióxido de carbono. Pasados solo 20 minutos, todos los escenarios ya rondan los 1.000 ppm, por encima de los 700 ppm recomendados. Hacia el final de la hora, los niveles llegan ya a a valores cercanos a los 2.000 ppm.
En cambio, en el escenario de apertura constante, el dióxido de carbono llega a casi 700 ppm pasados unos diez minutos, y se mantiene en esos niveles durante todo el rato.
Varias aperturas durante la hora
Los investigadores también han comparado la apertura constante con la ventilación hecha varias veces en la hora de clase. En concreto, abriendo todo cinco minutos cada media hora y cada 20 minutos.
En ambos casos, los niveles de aire respirado también rebasan lo recomendable. Si se abre cada media hora, el nivel de CO2 puede llegar hasta casi 1.400 ppm, mientras que en escenario de cada 20 minutos se puede llegar a los 1.000 ppm. De nuevo, por encima de los 700 ppm recomendados.
Los investigadores advierten de que para este estudio han trabajado sobre condiciones ideales, y que en la realidad puede haber muchas aulas que no tengan acceso a una ventilación óptima. Por ello, se recomienda la instalación de medidores de CO2 que permitan a los docentes saber las necesidades reales que sus aulas tienen. Un dispositivo con el que ya cuentan algunas aulas.
Aquí puedes consultar el informe íntegro:
A nivel estatal, el Ministerio de Educación ha publicado una guía de ventilación en la que se citan las recomendaciones de Harvard, que señalan que lo ideal son seis renovaciones del aire cada hora. El documento recomienda la ventilación cruzada siempre que sea posible, y marca las pautas a seguir en otros casos, en los que sea necesaria la ventilación forzada o la purificación del aire.
Muchos centros españoles optan por la ventilación natural constante, teniendo ventanas o ventanas y puertas abiertas todo el rato. Unas condiciones que el invierno ha hecho difíciles, especialmente durante el paso de la borrasca Filomena, que dejó temperaturas bajas récord.
A mediados de enero, varias familias y docentes andaluces se plantaron por el frío polar, ante las órdenes de mantener abiertas puertas o ventanas. Los denunciantes se quejaron que desde la Consejería les habían dado la opción de hacer la ventilación solo entre clases, una medida que rechazaron precisamente por el peligro que ello significa de cara a los contagios por Covid.
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