El recorrido judicial de una de las estafas más mediáticas de los últimos años en España ha dado este lunes un inesperado giro cuando Francisco José Sanz González de Martos, más conocido como Paco Sanz, aceptó una condena de dos años de prisión (frente a los seis que inicialmente se pedían) y reconoció haber estafado más de 264.000 euros fingiendo tener «más de 2.000 tumores».

No se trata del fin definitivo de la causa, ya que el tribunal todavía tendrá que dirimir la responsabilidad civil al no haberse alcanzado un acuerdo sobre este punto. Sin embargo, al renunciarse a parte de la prueba, el juicio será mucho más breve. Además, lo más probable es que permita al acusado evitar la cárcel, ya que lo habitual es que las condenas de dos años o inferiores se suspendan durante un periodo de cinco años y, si no se delinque en ese tiempo, no impliquen el ingreso en prisión.

Una enfermedad real

La historia de esta estafa comienza en el año 2009, cuando a Paco Sanz, un vigilante de seguridad de 39 años radicado en Pobla de Vallbona, se le diagnosticó el síndrome de Cowden, una enfermedad clasificada como rara de origen genético que se caracteriza por la aparición de tumores benignos, en su caso sin riesgo vital inminente. En virtud de este padecimiento, se le concedió la incapacidad absoluta para trabajar y una pensión de 746 euros.

Así se burlaba Paco Sanz, el hombre de los 2.000 tumores, de sus donantes

Sin embargo, Sanz decidió sacar partido de su situación. En 2010 emprendió una campaña por redes sociales para hacer creer que su caso era muy grave. Al mismo tiempo, creó una página web, www.ayudapacosanz.com, con el pretendido propósito de recaudar fondos para un costoso tratamiento.

Sanz llegó, incluso, a dar de alta la Asociación Paco Sanz para la Investigación del Síndrome de Cowden España (Apsisce), de la que era presidente, con el supuesto objetivo de prestar apoyo a enfermos y familiares.

Con el tiempo, el engaño comenzó a tomar unas dimensiones pocas veces vistas. Sanz logró contactar con diversos actores y presentadores de televisión que accedieron a hacerle donativos, colaborar con él en la organización de eventos benéficos o dar difusión a su caso, conmovidos por el relato falso de su enfermedad.

Entre estos famosos figuran nombres de la talla de Santi Rodríguez, José Mota, Dani Mateo, Javier Cárdenas, Risto Mejide, Santiago Segura, Jorge Javier Vázquez, Charo Reina y Álvaro Negrero, muchos de los cuales han optado por personarse como acusación particular en el juicio. 

En 2015, llegó incluso a publicar un libro sobre su vida, con prólogo del youtuber Auronplay y epílogo de Pedro García Aguado. El objetivo ficticio era destinar el 50% del precio de cada ejemplar a conseguir fondos para el tratamiento de su enfermedad.

Sin embargo, la burbuja finalmente estalló en enero de 2017. Ese mes, el que fuera el editor de la biografía de Sanz, Alejandro Ruiz Hurtado, presentó una denuncia en la comisaría madrileña de Puente de Vallecas. 

Denunciado por su editor

Ruiz había empezado a sospechar de Sanz al trabajar con él, y había estado investigándole y recabando pruebas y testimonios durante dos años. Dos meses más tarde, Sanz fue detenido en su domicilio de Pobla de Vallbona.

En las semanas siguientes el velo cayó por completo. Se filtraron a los medios de comunicación vídeos en los que Sanz se burlaba de sus donantes, y se conoció que había empleado los 264.780 e para comprarse objetos de lujo y viajar con todas las comodidades imaginables. La imagen de vulnerabilidad que había creado a lo largo de tanto tiempo se desmoronó para dejar en su lugar el recuerdo de una de las estafas más sangrantes de la historia de España.