La humanidad empuja a los animales a emigrar un 70% más para sobrevivir

  • Estos son los resultados del primer estudio mundial sobre el impacto global de la actividad humana.
La ardilla planeadora ha visto reducido su hábitat en Brisbane (Australia).
La ardilla planeadora ha visto reducido su hábitat en Brisbane (Australia).
Paul Balfe
La ardilla planeadora ha visto reducido su hábitat en Brisbane (Australia).

Las actividades asociadas a los seres humanos han obligado a los animales a desplazarse un 70% más en las últimas cuatro décadas para sobrevivir, con sus consiguientes impactos generalizados que amenazan la supervivencia y la biodiversidad de algunas especies.

Así se explica en el primer estudio mundial sobre el impacto global de la actividad humana en el movimiento de los animales, liderado por las universidades de Sidney y Deakin (Australia), y publicado en la revista Nature Ecology & Evolution.

El trabajo se basa en la compilación y el análisis de 208 estudios separados sobre 167 especies animales (37 de aves, 77 de mamíferos, 17 de reptiles, 11 de anfibios, 13 de peces y 12 de insectos) durante 39 años para evaluar cómo la perturbación humana influye en el movimiento de los animales. En más de un tercio de los casos, los animales se vieron obligados a realizar cambios que vieron aumentar sus movimientos en más del 50%.

Las especies incluidas en el estudio van desde la mariposa naranja somnolienta (Abaeis nicippe), que pesa 0,05 gramos, hasta el gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias), que puede superar los 2.000 kilos.

Por ejemplo, el tamaño del hábitat del lémur en Madagascar fue un 56% mayor en los bosques talados respecto de los lugares no deforestados. Los alces en Noruega han aumentado sus territorios de vida un 84% por maniobras militares y han aumentado por 33 su velocidad de movimiento tras la primera hora de exposición a los esquiadores.

La caza del alce en Estados Unidos también ha causado incrementos en sus tasas de desplazamiento, las tortugas de Texas han reducido sus áreas de distribución por el pastoreo del ganado. En Canadá, los ruidos de exploraciones petroleras han provocado aumentos en la velocidad de desplazamientos de renos, al igual que de osos negros por desarrollos petrolíferos en Alberta.

Aunque se ha demostrado que actividades como la tala y la urbanización pueden tener un gran impacto en la vida silvestre, el nuevo estudio muestra que eventos episódicos como la caza, la actividad militar y el ocio recreativo pueden desencadenar cambios aún mayores en el comportamiento animal que la deforestación o la agricultura.

"Es vital que comprendamos la escala del impacto que los humanos tienen sobre otras especies animales", apunta Tim Doherty, ecólogo de vida silvestre de la Universidad de Sidney y autor principal del trabajo, que añade: "Las consecuencias del cambio en el movimiento de los animales pueden ser profundas y conducir a una reducción de la aptitud animal, menores posibilidades de supervivencia, menores tasas de reproducción, aislamiento genético e incluso la extinción local".

Perturbaciones comunes

El estudio indica que los cambios migratorios en el movimiento de los animales en respuesta a la perturbación humana son comunes, que los movimientos de animales salvajes han aumentado un 70% de media y que las alteraciones episódicas han obligado a un 35% de cambio general en los desplazamientos y a un 12% de modificaciones de los hábitats.

Los autores apuntan a una reestructuración global de los movimientos de animales causados por la perturbación humana, con impactos potencialmente profundos en las poblaciones, las especies y los procesos de los ecosistemas.

"El movimiento es fundamental para la supervivencia de los animales, pero puede verse interrumpido por perturbaciones humanas", indica Doherty, que añade: "Los animales adoptan mecanismos de comportamiento para adaptarse a la actividad humana, como huir o evitar a los humanos, viajar más lejos para encontrar comida o parejas, o encontrar un nuevo refugio para evitar a los humanos o depredadores".

En algunos casos, la actividad humana forzó una reducción en el movimiento de los animales, según el estudio, debido al mayor acceso a los alimentos en los lugares humanos, la capacidad reducida para moverse de un hábitat modificado o las restricciones de movimiento por barreras físicas.

"Además del impacto directo en las especies animales, hay efectos colaterales. El movimiento de animales está vinculado a procesos ecológicos importantes como la polinización, la dispersión de semillas y la renovación del suelo, por lo que el movimiento de animales interrumpido puede tener impactos negativos en los ecosistemas”, subraya Doherty.

Implicaciones políticas

Por otro lado, Doherty, que inició la investigación en la Universidad de Deakin antes de trasladarse a la de Sidney, recalca que los hallazgos tienen importantes implicaciones políticas para la gestión de la biodiversidad animal.

"En entornos y paisajes marinos relativamente intactos por el impacto humano, es importante que se evite la modificación del hábitat”, señala, antes de precisar: "Esto podría implicar el fortalecimiento y apoyo de las áreas protegidas existentes y la obtención de más áreas silvestres para protección legal".

El estudio dice que podría ser más fácil reducir los impactos de las perturbaciones episódicas mediante la gestión cuidadosa de ciertas actividades -como la caza y el turismo- en áreas silvestres, especialmente durante los periodos de reproducción de animales.

"Cuando la modificación del hábitat es inevitable, recomendamos que el conocimiento del comportamiento del movimiento de los animales sirva de base al diseño y la gestión del paisaje para garantizar que el movimiento de los animales esté asegurado", precisa.

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