La ceniza como alternativa a la sal: así se usa para derretir el hielo

Carretera de Santa Eulalia a Bronchales con placas de hielo.
Carretera de Santa Eulalia a Bronchales con placas de hielo.
DIPUTACIÓN DE TERUEL
Carretera de Santa Eulalia a Bronchales con placas de hielo.

Con el paso de la famosa borrasca Filomena, muchos puntos de España se han teñido de blanco debido a las grandes precipitaciones de nieve, incluso, zonas donde no es lo habitual, como la Comunidad de Madrid. De hecho, todavía este miércoles continúan las labores para devolver la normalidad a las calles.

Uno de los principales problemas es la nieve acumulada en el aeropuerto, las vías ferroviarias, las aceras y las principales carreteras de las ciudades, que ha obligado a clausurar las clases presenciales y a recomendar el teletrabajo en algunas zonas del país. 

De este modo, los operarios y trabajadores se afanan en despejar de nieve y hielo las principales zonas de la ciudad. Para ello, una de las soluciones más conocidas es la sal que, al contrario de lo que piensa la mayoría de la gente, no derrite el hielo, sino que disminuye la temperatura de congelación del agua. 

Sin embargo, existen otras alternativas a la sal que, además, tienen un menor impacto sobre el medio ambiente. Las partículas de cualquier sustancia echada sobre el hielo, como la sal, el azúcar, la arena o las cenizas, bajan el punto de congelación del agua.

Un ejemplo de sustancia que podría ser una buena alternativa a la sal son las cenizas de la chimenea. El polvo que queda tras la quema de leña puede echarse sobre las aceras y carreteras heladas, lo que surte el mismo efecto que la sal y aumenta la tracción de las ruedas y evita los resbalones, según informan desde Meteored.

Además, las cenizas no se convierten en residuos en el medioambiente, cosa que sí sucede con la sal, que afecta sobre todo a la flora, ya que puede alterar el sustrato donde crecen las plantas. También la sal es perjudicial para los materiales de los automóviles, ya que es corrosiva.

La ceniza, la gravilla o la arena pueden acabar con el problema del hielo en las calzadas suponiendo una misma eficacia que la sal, siempre dependiendo de la proporción y la frecuencia con la que se esparza la sustancia sobre el hielo. 

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