Qué efecto produce la sal en el hielo y cómo debe echarse correctamente para que haga efecto

Un trabajador echando sal en una zona nevada.
Un trabajador echando sal en una zona nevada.
EFE
Un trabajador echando sal en una zona nevada.

Ante las bajas temperaturas y las nevadas que ha dejado el paso de la borrasca Filomena en España, el principal problema ahora es la formación de hielo en las aceras y el asfalto, que puede producir caídas entre los peatones y accidentes de tráfico en las carreteras afectadas.

Una de las soluciones más ampliamente conocidas para enfrentarse al problema del hielo es la sal. De este modo, muchos ayuntamientos están ya enfrascados en la tarea de echar sal en las carreteras y aceras. Pero, ¿qué función cumple la sal?

¿Para qué sirve y qué hace la sal contra el hielo?

Al echar sal sobre las superficies heladas no se derrite el hielo, tal y como señala la creencia popular. Con esta tarea lo que se consigue es la disminución de la temperatura del punto de congelación, un efecto que se conoce como descenso crioscópico.

Si normalmente el agua se congela a los 0ºC, la sal hace que el agua se congele a una temperatura aproximada de unos -10º, una temperatura que puede variar dependiendo de la cantidad de sal y la frecuencia en la que se reparta por la calzada y las carreteras.

Para que este proceso cause efecto, el agua debe estar en estado líquido, por tanto, no hay que esperar que se forme el hielo para echar la sal, sino que esta debe ser echada en la superficie con anterioridad. De este modo, se evita que el agua se congele con las bajas temperaturas.

Sin embargo, este truco para evitar las placas de hielo también tiene efectos negativos, tal y como indican desde la ITV. La sal es perjudicial tanto para el asfalto como para el inferior de los automóviles, ya que corroe los materiales que forman la carrocería y puede dañar el funcionamiento del vehículo.

Además, el medioambiente tampoco agradece las grandes cantidades de sal en el entorno. Cuando la nieve y el hielo desaparecen, la sal permanece y se distribuye por la zona y, en caso de llegar a la fauna y la flora, estas pueden terminar por dañarse, por ejemplo, cuando la sal afecta al sustrato de las plantas.

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