Frío, lluvia, heladas e, incluso, nevadas. El invierno es una de las estaciones que más compromete la salud y el bienestar de nuestras plantas, sobre todo las de exterior, ya estén en el jardín o bien en macetas y jardineras. Estos son algunos consejos a tener en cuenta para estar prevenidos antes de su llegada y prepararlas para soportar las inclemencias meteorológicas tan propias de esas fechas:

Control del riego

Obviamente en invierno las plantas necesitan menos riegos que en otras estaciones y estos deben ser mas espaciados. Conviene estar siempre atentos a las previsiones meteorológicas para evitar regar justo uno o dos días antes de que se ponga a llover o haya heladas. En estos meses con la bajada de temperaturas también es habitual que el agua esté demasiado fría, sobre todo para las plantas de interior. Una posible solución puede ser templarla un poco (que nunca llegue a quemar) ante de regarlas.

Cómo guardar y conservar los bulbos de las plantas durante el invierno para replantarlos en primavera

Siempre es conveniente, además, comprobar la humedad de la tierra o del sustrato antes del riego ya que en los meses de mas frío la tierra suele conservar durante más días la humedad. El método más efectivo es introducir un palo pequeño de madera o incluso un palillo de comida china en la tierra. Si lo sacamos prácticamente limpio significa que la tierra necesita riego, si sale con tierra adherida todavía está húmeda. Y por supuesto, cerciorarse de que las macetas y las jardineras tienen un buen drenaje para que el exceso de agua no se quede atrapado en el fondo.

Proteger las plantas

Según el tipo de plantas que tengamos algunas de ellas pueden necesitar que las resguardemos en el interior de la casa o algún lugar protegido donde estén a salvo de la lluvia, el granizo o el hielo. Por ejemplo, el espacio ideal las plantas tropicales y los bonsáis es un interior bien iluminado, un invernadero o una terraza cubierta donde debemos protegerlos también de corrientes de aire.

Para las plantas que resisten mejor en el exterior podemos optar por diversas soluciones: cubrirlas con una manta térmica de jardinería, con un plástico transparente o de burbujas que deje pasar la luz y siempre separado de la planta para no dañar tallo y hojas (podemos utilizar también unos palos de madera) o bien agruparlas al lado de una pared o de plantas más altas que les sirvan de protección. Durante el día conviene retirar el plástico para que la planta transpire y no se asfixie.

Abono contra el frío

El abono también es un método muy eficaz para proteger las raíces del frío en las plantas de exterior. En el caso de plantas de jardín podemos utilizar un abono orgánico echando una capa de 3 o 4 centímetros de grosor. Para las plantas de maceta o jardinera la opción sería un abono líquido cada 15 o 20 días.

Capa protectora

Cuando las plantas se encuentran en el jardín una buena opción para resguardarlas de las heladas y otras inclemencias es utilizar un suelo acolchado de paja, hojas secas, corteza de pino o bien algún compuesto artificial preparado de los que se venden en tiendas para proteger las raíces de las plantas. Además de proteger esta capa acolchada aísla y ayuda a conservar el calor de la tierra para que no se enfríen.

Cuidado con el viento

Hortensias, dalias, pensamientos... ocho plantas que también florecen en otoño

No solo la lluvia y las heladas pueden ser un peligro para nuestras plantas. El viento puede tirar macetas o romper las plantas más frágiles. Podemos optar por poner algunas piedras sobre las macetas para que pesen más o acercarlas lo más posible a una pared o lugar resguardado.

Proteger de la calefacción

Por el contrario, con las plantas de interior hay que tener mucho cuidado con el calor excesivo y seco de la calefacción. Es conveniente separar las plantas que estén muy cerca de radiadores o puntos de calor y controlar la humedad de la tierra para evitar que se sequen.