De la primera tripulación de la EEI a la llegada a Marte: hitos pasados y futuros de la conquista espacial

Representación artística de una cúpula en Marte, como parte del concepto de la ciudad de Nüwa (SONET).
Representación artística de una cúpula en Marte, como parte del concepto de la ciudad de Nüwa (SONET).
SONET / UPC
Representación artística de una cúpula en Marte, como parte del concepto de la ciudad de Nüwa (SONET).

Contemplar 16 amaneceres en un día en medio del firmamento es un privilegio solo al alcance de unos pocos afortunados. Se trata del imponente espectáculo del que pueden disfrutar los tripulantes de la Estación Espacial Internacional (EEI), que hace 20 años recibió a sus primeros pobladores el 2 de noviembre de 2000. Ahora se cumplen dos décadas desde que la ciudad orbital, la más remota jamás poblada, abrió sus puertas y, con este hito, el ser humano puso el broche de oro al siglo XX, el de los mayores avances en la conquista del universo.

La EEI, cuyo primer módulo comenzó a orbitar a la Tierra en 1998, ha supuesto en este tiempo una auténtica revolución en la investigación del espacio: frenó la carrera desatada a mediados del siglo XX entre Estados Unidos y Rusia y aceleró una etapa de colaboración entre diferentes potencias para desentrañar los secretos del cosmos. Con la estación, que no ha dejado de estar habitada en estos veinte años, se afianzó una cooperación internacional donde confluyen tecnologías, idiomas y culturas diferentes.

En la actualidad, después de que más de 200 astronautas hayan poblado esta ciudad espacial -entre ellos, el actual ministro de Ciencia, Pedro Duque-, los esfuerzos de los expertos parecen dejar de lado la EEI y centrarse en la vuelta del ser humano a la Luna y la conquista de Marte. De hecho, con el ascenso al poder de Donald Trump en 2016, la NASA se vio obligada a readaptar los plazos para el regreso al satélite, con la misión Artemis, y lo fijó en 2024, de acuerdo con los deseos del nuevo presidente. Más incierta es la fecha para la llegada al planeta rojo.

"La llegada a Marte podría ocurrir entre 2030 y 2034. Hay algunos que dicen que el primer humano que pisará el planeta rojo ya ha nacido"

"En este tiempo se ha garantizado la presencia de humanos en el espacio. Qué pasará en los próximos 20 años no lo sabe nadie, pero están preparados los planes para ir cubriendo los plazos y volver a la Luna y llegar a Marte. Para esto último, dos décadas no es un tiempo descabellado, podría ocurrir entre 2030 y 2034. Hay algunos que dicen que el primer humano que pisará el planeta rojo ya ha nacido", apunta Fernando Jáuregui, astrofísico del Planetario de Pamplona, aunque advierte que mucha de la tecnología necesaria para esta gesta todavía no se conoce y se aprenderá con el retorno al satélite.

En paralelo a la conquista de Marte, otro de los grandes sueños de la humanidad, que ha nutrido la literatura y el cine durante décadas, camina hacia su consolidación: el turismo espacial. El primero en probarlo fue el multimillonario Dennis Tito, que visitó la EEI en su periplo y abrió el camino a otros acaudalados viajeros interesados en explorar el firmamento. De momento, parece que esta "lucrativa" línea de negocio avanza, en gran medida gracias a Elon Musk y su SpaceX. "Probablemente en los próximos lustros el coste se abarate lo suficiente para que no solo los superricos puedan hacerlo", dice Jáuregui.

El telescopio Hubble

No obstante, no solo la presencia humana en el espacio ha preocupado a los expertos en los últimos 20 años ni centra en exclusiva sus esfuerzos para el futuro. En este tiempo, otro de los grandes protagonistas ha sido el telescopio Hubble. Si bien fue puesto en órbita en 1990, en estas últimas dos décadas no ha parado de retratar el universo y ha dejado imágenes espectaculares, así como multitud de descubrimientos. 

"En los próximos 20 años, uno de los resultados esperables es que hemos encontrado un planeta donde las trazas de actividad biológica son inequívocas"

En el futuro, explica Jáuregui, la gran esperanza para avanzar en la cosmología está depositada en el sucesor del Hubble, el Telescopio James Webb, que será lanzado en 2021. "Va a poder mirar más atrás en el tiempo, estudiar el universo cuando tenía unos 380.000 años, cuando la expansión hizo que la luz se desacoplara de la materia y empezara a viajar por su cuenta", detalla. Además, permitirá analizar la composición de las atmósferas de exoplanetas y caracterizarlos, así como detectar candidatos para albergar actividad biológica en otros sistemas estelares.

"En los próximos 20 años, uno de los resultados esperables, que a todo el mundo le gustaría publicar, es que hemos encontrado un planeta donde las trazas de actividad biológica son inequívocas", dice, y recalca que se convertirá en una de las prioridades para los investigadores. Por el momento, el exoplaneta más similar a la Tierra es el Kepler-452b, que fue visto por primera vez en 2009 por el telescopio que le da nombre (Kepler) y cuya existencia fue confirmada por la NASA el 23 de julio de 2015. 

Auge de las sondas espaciales

En estas dos últimas décadas, también las sondas han tenido una especial relevancia en la exploración del cosmos, pues han permitido observar de cerca cuerpos a miles de millones de kilómetros de la Tierra y caracterizar los planetas del Sistema Solar y sus satélites, así como la estrella en torno a la que orbitan. Entre las más famosas, sobresalen las dos Voyager, que llegaron al espacio interestelar en 2012 y 2018, respectivamente. Así, la número 1 se convirtió en el primer objeto construido por el ser humano en atravesar la heliopausa y alcanzar esta zona del universo.

También en esta época, la sonda New Horizons hizo posible contemplar de cerca Plutón -reclasificado como planeta enano en 2006- y brindó detalladas fotografías nunca antes imaginadas. Por su parte, la misión espacial no tripulada Cassini desveló algunos secretos de las lunas de Saturno cuando su módulo Huygens se posó sobre Titán en 2005 y cuando ese mismo año, poco después, confirmó la existencia de agua Encélado.

"La visión del universo en su conjunto ha cambiado radicalmente en estos 20 años"

Sin embargo, uno de los principales objetos de estudio de este tipo de misiones no tripuladas es el Sol, examinado desde 2018 por la Solar Orbiter y la Parker, de la Agencia Espacial Europea (ESA) y la NASA, respectivamente. Ambas, como sus predecesoras, han hecho posible conocer mejor el astro rey y avanzar en la meteorología espacial. Entre las que han analizado otros tipos de cuerpos celestes, destaca la sonda Rosetta, que fue la primera en posarse en un cometa en 2014 con su módulo Philae. Mientras tanto, Gaia estudia con detalle miles de millones de estrellas de la galaxia y se afana por crear un mapa "revolucionario".

Todos estos avances han llevado al ser humano a ser consciente de que sabe mucho menos de lo que pensaba sobre el cosmos. "El universo que conocemos hoy es mucho más extraño de lo que creíamos y está compuesto fundamentalmente por cosas que no tenemos ni idea de lo que son", afirma Jáuregui. Y añade: "La visión del universo en su conjunto ha cambiado radicalmente en estos 20 años".

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