Empleadas de hogar y coronavirus: "Me han echado y no tengo paro. No sé que voy a hacer. Paso a no servir para nada"

Imagen de una trabajadora doméstica haciendo las tareas del hogar
Imagen de una trabajadora doméstica haciendo las tareas del hogar.
GTRES
Imagen de una trabajadora doméstica haciendo las tareas del hogar

Tina suena abatida al otro lado del teléfono. En algunos momentos incluso parece estar a punto de romperse. La situación que ha provocado la pandemia del coronavirus la ha dejado sin trabajo, sin derecho a prestación por desempleo y con las puertas cerradas para encontrar otra salida laboral. Ella forma parte de un colectivo, el de las empleadas de hogar y cuidadoras, especialmente azotado por esta crisis.  

"Trabajaba a media jornada, con una persona mayor, en labores de acompañamiento, limpieza, haciéndole la comida... Me pagaba 400 euros. Con todo esto del coronavirus me llamó para decirme que no siguiera yendo porque no se iba a arriesgar a contagiarse. Tengo permiso de trabajo pero él no me quiso hacer contrato por lo que no tengo paro", cuenta esta colombiana, que prefiere no ser identificada con su nombre real. 

Sus propuestas de quedarse como interna para no exponerse a una infección o de ir menos veces a la semana y con las máximas precauciones cayeron en saco roto y alega que se debe a cierto efecto adverso de la solidaridad ciudadana. Reconoce que esa solidaridad está ayudando a mucha gente pero lamenta que a ella la haya dejado en la calle: "Hay vecinos que se ofrecieron a llevarle la comida al señor para el que yo trabajaba. No tiene problemas económicos pero no va a pagar por un servicio que le ofrecen gratis. Yo paso a ser un cero a la izquierda y a no servir para nada". 

Tina se ha quedado así sin su única fuente de ingresos, un dinero con el que viven tres personas: ella aquí y su madre y su hija en Colombia. Una situación que no sabe cuánto se alargará en el tiempo y que unida al confinamiento y a la preocupación por que alguien de la familia caiga enfermo la han sumido en un estado de estrés y ansiedad: "No hay lugares a los que salir a buscar empleo porque todo está cerrado. En estos momentos nadie te va a contratar para cuidados ni para limpieza ni para nada. No sé qué voy hacer. No tengo opciones".

Preguntada por si ha tratado con su casero la posibilidad de no pagarle el mes de marzo o al menos poder aplazar esa cuota, esta mujer no tiene ninguna esperanza en que fuese a aceptar. "Ya le pedí que me bajara un poco el arriendo y no recibí respuesta", apunta.

​Respuesta del Gobierno

La historia de Tina es solo una de las muchas que las organizaciones que cooperan en la defensa de estas mujeres han recibido en los últimos días. Junto a los casos de las que trabajan por horas se encuentran también las internas. Estas presentan dos realidades: una, la de aquellas que han perdido el empleo y se han quedado sin tener a dónde ir y la otra, la de quienes por el contrario permanecen confinadas en su lugar de trabajo, haciendo horas extras por el mismo salario.

"Los audios que nos llegan son terribles. Es gente que ya de por sí tiene una situación precaria. Sobre todo las que están en situación irregular", afirma Marysol Ruberte. Esta trabajadora social de la Asociación de Empleadas de Hogar y Cuidados de Zaragoza asegura haberse repaso en detalle el real decreto de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del Covid-19 y no haber encontrado nada a lo que el colectivo pueda acogerse.

Ante las denuncias por esa desprotección, el Ejecutivo anunció que prepara ayudas para estas empleadas, pero aún no se han materializado. "Exigimos al Gobierno que tenga en cuenta la particularidad de este sector porque otra vez hemos quedado apartadas de todas las medidas", critica Rafaela Pimentel, miembro de Territorio Doméstico. Ella es una de las pocas afortunadas a quien su jefa le ha permitido quedarse en casa sin dejar de cobrar su sueldo. "Me dijeron que no fuera porque tenía que coger el transporte público para llegar y vivo con mi madre y mi marido que son población de riesgo. Me quedé aquí y me han estado llamando para interesarse por nosotros", relata sobre una familia de clase media con la que lleva 24 años.

Rafaela se sabe privilegiada y como conocedora de esa otra cara de la moneda se ha propuesto visibilizar las injusticias que se cometen con sus compañeras pero también las buenas acciones que se llevan a cabo, porque de esa manera se demuestra que otra forma de hacer las cosas es posible.

Tina espera poder estar algún día en ese otro lado y atesorar los derechos laborales que le corresponden. De momento sabe a dónde no regresará: "Mi jefe me dijo que cuando se normalizase la situación podría volver con él. Pero me resultaría imposible seguir con una persona que en el momento en el que la necesitaba me ha dejado tirada".

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