Cuando Rosalía se subió al escenario del festival Mad Cool el pasado mes de julio, más de 40.000 personas pudieron disfrutar de su espectáculo. Y de sus uñas, porque era imposible no verlas. Aguacates, osos panda, helados y otros tantos motivos decorativos recargaban sus dedos y llevaban al máximo el nail art, o lo que es lo mismo, el diseño y decoración de uñas más allá de una simple capa de esmalte. 

La artista catalana es uno de los mejores ejemplos de esta tendencia en manicura, toda una revolución en el noble arte de decorar las manos. Quién se lo iba a decir a Rita Hayworth o Veronica Lake, que en los años treinta hicieron popular la manicura de media luna, que consistía en dejar media uña al natural con forma de semicírculo; o al esmalte negro que los grupos rock y pop de los años ochenta introdujeron como símbolo de rebeldía. Después llegó el efecto craquelado, los cristales incrustados, los tonos mate, la combinación de colores y las estampaciones o pegatinas decorativas, un mix de posibilidades que hoy se pueden lucir en una misma mano sin temor a rozar lo hortera o chabacano. Así es el nail art.

Archivo

¿Qué técnica es la mejor? En el caso de incrustaciones y decoraciones con relieve lo más habitual es recurrir a un postizo, ya sea de gel, de acrílico o de porcelana. Las uñas de gel se realizan con oligómeros, una especie de jalea entre sólida y líquida que se seca bajo lámpara. Su aplicación suele ser la más económica y dejan respirar más la uña, pero también se rompen con más facilidad. El acrílico se realiza con un polímero en polvo, que una vez seco crea una capa resistente que se lima en la forma deseada. Es muy resistente y, bien tratada, puede durar hasta seis meses. Las de porcelana, a base de fibra de vidrio, son las más finas y naturales, pero también son más costosas y frágiles.

Antes de recurrir a cualquiera de las tres técnicas conviene realizarse un tratamiento de hidratación con aceites fortalecedores; aplicar desinfectantes y descansar cada cierto tiempo del esmaltado, evitando así la aparición de hongos.

Lo que se lleva. El nail art abre la puerta a todas las tendencias y combinaciones: si se apuesta por una decoración al estilo Rosalía o por dibujos y diseños hechos a mano en la propia uña, mejor que esta sea de corte largo y con acabado en punta; mientras que si se opta por la corriente multicolor, favorece que sean más cortas y con acabado cuadrado o redondeado, para que sea la mezcla de tonos lo que llame la atención y no la largura. Para un esmaltado clásico, o si se quiere arriesgar con los tonos en mate, que ayudan a crear degradados, la clave es el corte en almendra.