Santiago Abascal, el líder que quiere confrontar apoyado en Franco y Cataluña

Abascal, en un mitin en Elche.
Abascal, en un mitin en Elche.
Manuel Lorenzo / EFE
Abascal, en un mitin en Elche.

Vox irrumpió en abril con 24 escaños en el Congreso. Lo celebraron como un éxito teniendo en cuenta que partían de cero. Ahora, para el 10-N, Santiago Abascal no solo no se ha 'institucionalizado' sino que ha visto en la exhumación de Franco y la situación en Cataluña el caldo de cultivo perfecto para mantener la beligerancia en sus discursos. No deja títere con cabeza: de denunciar "la historia criminal" del PSOE al "que se retiren ellos" en referencia al PP por la unificación del voto, sobre todo en el Senado. Si algo sabe Vox es que con ese tono a convencido. Y con ese tono quiere seguir convenciendo.

La crisis del separatismo en Cataluña y la exhumación de Franco son las dos claves de la campaña de Vox y de cómo ha podido la formación subir en las encuestas. No es descartable que vaya a ser tercera fuerza, e incluso pueda entrar en el Gobierno en el caso de que la derecha sume después de los comicios. A eso hay que unir el hecho de que Vox insiste en su lucha contra la inmigración ilegal y las ayudas que reciben los migrantes (Abascal llegó a leer una lista de nombres en un mitin entre los abucheos del público). Ese populismo parece estar disparando a un partido que hace menos de un año no tenía representación parlamentaria.

"Hablaban de un trifachito (PP, Ciudadanos y Vox), pero eso nunca existió. Lo que existe es un tricentrito deseando ponerse de acuerdo", expresó Abascal en alguno de sus mitines. Esa es otra de las ideas de su discurso: presentar a Vox como única alternativa a tres partidos que se encuentran en la misma esfera. Ya allanó este camino en el acto de aniversario de Vistalegre, celebrado el pasado mes de octubre. De hecho, Vox confronta bastante menos con Unidas Podemos.

No ha necesitado cambiar su mensaje Santiago Abascal. Se aleja de propuestas en economía, empleo, vivienda, cambio climático...para quedarse exclusivamente en los temas que les han situado en la primera línea de la política española. Vox sigue proyectando su presencia en el Ayuntamiento o la Comunidad de Madrid (además de Andalucía, sus dos grandes éxitos). Sigue el partido con un argumentario plano, pero de momento les es suficiente para no solo mantener su presencia en las instituciones, sino también para que las estimaciones les dejen en buena posición.

Vox, en ese contexto, no altera su tono beligerante contra los "progres". No quiere al PP, ni a Cs, ni por su puesto al PSOE. Al menos en términos de campaña, Abascal no tiende la mano a nadie. "La única alternativa es Vox porque PP y Ciudadanos ya han demostrado que están del lado de Sánchez", llegó a decir Rocío Monasterio.

Para Santiago Abascal, el 10-N es un "conmigo o contra mi". Vox o Vox. Y el calado que ha tenido hasta ahora ese mensaje aspira a ser todavía mayor tras el nuevo paso por las urnas. En un escenario de hartazgo ciudadano, el partido de extrema derecha quiere sacar tajada. Su crecimiento, de nuevo, depende de la crispación de los españoles.

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