Isabel Allende: "Espero que el mundo acoja a los venezolanos"

  • La escritora chilena publica 'Largo pétalo de mar' (Plaza&Janés), una novela que aborda la Guerra Civil española y el exilio republicano.
  • "No me siento discípula de García Márquez ni de nadie", asegura esta autora fiel al realismo mágico.
La autora chilena publica su nueva novela.
La autora chilena publica su nueva novela.
JORGE PARÍS
La autora chilena publica su nueva novela.

La autora en español viva más leída del mundo no se siente de ningún sitio. Su identidad no tiene que ver con "la raza ni con la nación" sino que está volcada en sus libros. El golpe militar de Pinochet le obligó a dejar su país, el dolor por la muerte de su hija le persigue y la reciente pérdida de su madre le mantiene en vela. Sin embargo, la vida no ha conseguido endurecer su alma, al contrario, Allende se considera "demasido blanda". Aunque entiende el sufrimiento "no le destruye", y por eso sus personajes favoritos son los que "sobreviven a la tragedia y le sacan el jugo a la vida", como los de nueva novela Largo pétalo de mar (Plaza&Janés).

Si ya es duro de leer debió ser aún peor escuchar los testimonios de las personas que sufrieron el exilio...

Es duro escucharlo, pero también de investigar lo que sucedió, con la ayuda de los libros y documentos de la época. A mí me fascina la relación de los personajes, cómo la gente de la tragedia y el horror surge fortalecida, mejorada. Hay a quien el trauma lo destruye, pero hay otros a los que les eleva. Esos son los personajes que me interesan: los que sobreviven y siempre buscan sacarle el jugo a la vida.

¿Qué le atrajo de esta historia? ¿Y quién le acercó a ella?

La primera vez que escuché hablar de ella fue de pequeña, porque cuando llegaron los refugiados llegaron a Chile en 1939, mi familia recibió a más de alguno. Cuando tenía 18 años me tocó trabajar con uno de los refugiados republicanos, Carmelo Soria. Después, cuando me exilié a Venezuela, en los años 70, conocí a Victor Pey. Su historia, por su puesto cambiada, es la que cuento en el libro. Me ayudó hasta el último día de su vida y murió una semana antes de que yo alcanzara a mandarle el manuscrito dedicado a él...

¿Supo que escribiría sobre ese acontecimiento cuando conoció a Pey?

No, cuando le conocí yo no era escritora. Me volvió la idea del Winnipeg [el barco que llevó a bordo a más de 2.000 refugiados republicanos españoles a Chile como ciudad de asilo] cuando empezó toda esta crisis mundial de inmigrantes y refugiados; este sentimiento antiextranjero de nacionalismo cerrado que está pasando como una oleada por Europa y por los Estados Unidos. Trump ha hecho campañas culpando a los inmigrantes de todo.

Además, usted vivió una experiencia similar cuando tuvo que exiliarse después del golpe militar de Augusto Pinochet en septiembre de 1973, ¿tiene algo que ver?

Tiene que ver en cuanto a que yo siempre me he sentido extranjera: he sido refugiada política e inmigrante. Aunque yo no he pasado por las atrocidades que pasan muchos de ellos hoy en día.

¿Definiría a Chile como largo pétalo de mar, igual que hizo Pablo Neruda?

Es una definición muy linda, porque en el mapa el país es como una culebra larga, y él lo describe poéticamente como un largo pétalo. Chile es una tierra muy bella, porque tiene todos los climas y todas las naturalezas, desde el desierto más árido del norte hasta la Antártida en el sur. Cuando pienso en mi país pienso en los versos de Neruda. No me atrevería a definirla de otra manera.

¿Qué significa este poeta para usted?

Su poesía me ha acompañado siempre. Yo vivo y leo en inglés, pero escribo en español. Necesito recuperar mi lengua y este poeta me ayuda con ello. Antes de empezar a escribir una novela me paso dos días leyendo todo tipo de poesía para recuperar vocabulario, el ritmo y el sabor de la lengua. Un poema de él dice que  los conquitadores españoles llegaron a América a robárselo todo, pero se le fueron cayendo de las monturas las palabras del idioma español, y eso es lo que nos dejaron; ese amor por la lengua es lo que Neruda resucita en mí.

¿En qué cree que ha quedado su recuerdo?

Su figura es muy controvertida en Chile, porque los movimientos feministas le acusan de machista. Claro que lo era, porque confesó en sus memorias que había violado a una mujer y había abandonado a su hija, una niña con problemas mentales. Está bien que se juzgue a la persona, pero la obra debe ir por separado. Si vamos a censurar su obra habría que eliminar casi todo de la cultura universal.

¿Han quedado olvidadas sus dotes políticas, como las que necesitó para convencer al presidente de Chile de que abriera las puertas a los españoles exiliados?

No era un hombre político. Neruda era un poeta que se vió involucrado en política porque era simpatizante del partido comunista. Fue quien convenció al presidente de traer a los republicanos al país. Más tarde, cuando volvió a Chile le nombraron candidato a la presindecia y él lo aceptó por una temporada breve. Sin embargo, luego renunció porque no quería estar en política.

¿Es Salvador Allende un héroe en el libro?

Es un héroe legendario, pero no solo en mi libro, sino para mucha gente. Tenía a muchos en su contra, pero también a muchos que veían en él la esperanza de una democracia mejor.

España está abriendo sus puertas a los venezolanos. ¿Es posible comparar esta acogida con la que tuvo Chile con los republicanos españoles durante su guerra civil?

Yo espero que sí, porque Venezuela fue un país que acogió a inmigrantes y a refugiados de todas las partes del mundo. Yo me encuentro entre ellos, y ahora que son los venezolanos los que están huyendo, espero que el mundo les acoja del mismo modo. Lo cual, no siempre sucede porque cuando se produce una inmigración masiva, los países se asustan y se acaba la hospitalidad.

¿Ve esperanza en los refugiados sirios, yemeníes, palestinos o mejicanos?

Veo la tragedia de esta gente. Pero creo que la solución de esos refugiados solo puede estar en resolver los problemas en sus países de origen para que puedan volver.

En una ocasión admitió que no tiene patria y que podría empezar una vida en cualquier lugar del mundo. ¿Tiene que ver con la pérdida de identidad?

A mi edad una ya tiene su propia identidad, que no tiene que ver con la raza ni la nación. Cuando me preguntan de dónde soy digo chilena, pero he vivido muy poco ahí. Mis raíces podrían estar más en California donde resido desde hace treinta años. La identidad la tengo en mis libros, ahí he plantado las raíces.

Si pudiera cambiar algún punto de la Historia, ¿cuál sería?

Sin duda, la exclavitud y la explotación de los seres humanos.

Permítame si comparo Largo pétalo de Rosa con el filme Titanic, por tratarse de una tragedia que ha tomado popularidad gracias a la historia de amor ficticia. ¿Existe una historia sin amor?

Sí, pero a mí me interesan las relaciones humanas. Me parece más fácil seguir esta epopeya de los refugiados a través de una pareja. Aunque no sea una historia de amor, tiene que haber relaciones para que el lector se sienta involucrado.

¿La llevarán a pantalla como hicieron con La casa de los espíritus y De amor y de sombra?

Me gustaría claro. Ahora van a hacer una miniseria con Inés del alma mía; me gustaría lo mismo para Largo pétalo de mar.

La semana pasada recibió el Premio Internacional de Novela Histórica Barcino por "encarnar la implicación personal con la época que le ha tocado vivir", ¿le ha endurecido la vida o siguen su personalidad y alma a flor de piel?

Yo no me siento endurecida para nada, he tenido muchas pérdias, dolor y tragedia, pero también mucho amor y alegría. Al contrario, a veves creo que soy demasido blanda.

Será esa la razón por la que conecta tan bien con sus lectores...

Claro, casi todo me afecta y me duele. A través de mi fundación conozco situaciones atroces... ¿Cómo no voy a sentir en lo personal esas vidas?

Es una mujer muy sufridora, ¿no?

Pero no soy triste. Entiendo y comparto el sufrimiento, pero no me destruye.

Según usted, los jóvenes le han dado la espalda al realismo mágico, ¿en qué consiste el nuevo movimiento?

Ahora hacen literatura totalmente realista. También me parece válida, pero cuando yo escribo tengo en cuenta las cosas que no sé. Mira, hace poco se murió mi madre y mi padrastro preguntaba por ella. Le decíamos que estaba en el cielo y respondía que era imposible porque la veía pasar. Si yo voy a contar la vida de mi padrastro tendré que decir que ella pasaba por ahí, aunque no fuera verdad. El realismo mágico admite que el mundo es muy misterioso, pero sigue siendo mágico.

Y eso ahora se ha perdido, ¿no?

Creo que ya no tiene el valor de antes, prefieren no hablar de eso. Antes había más tiempo para conversar y escuchar las historias de los abuelos.

¿Será usted la última discípula de García Márquez?

Yo no me siento discípula de García Márquez, llevo más de treinta años escribiendo y ya llevo 23 libros. Tengo mi propio estilo, no me siento alumna de él ni de nadie.

Si usted espera al 8 de enero para comenzar a escribir una nueva novela, ¿qué hará hasta esa fecha señalada?

Este año empecé a escribir un libro, pero tuve que parar porque tenía muchas cosas en el aire:  las miniseries, los guiones, la promoción de este libro... Cuando llegue el próximo 8 de enero me encerraré de nuevo a terminar lo que empecé.

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