Sánchez, Casado, Rivera e Iglesias también se miden el 26-M

Sánchez, Casado, Rivera e Iglesias.
Sánchez, Casado, Rivera e Iglesias.
EUROPA PRESS
Sánchez, Casado, Rivera e Iglesias.

Dentro de una semana se celebrarán las elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26-M que cerrarán el círculo de las generales del 28-A. Además de más de 8.000 alcaldes, 12 presidentes regionales y 54 escaños de la Eurocámara, estos comicios pondrán fin a un largo proceso electoral que para algunos dirigentes políticos empezó en diciembre de 2015. En su versión más corta, al menos, pondrá todas las cartas sobre la mesa de la partida que empezó con las generales de abril, con una indudable influencia en la posición de los principales partidos a escala nacional y de sus líderes.

La nueva investidura de Pedro Sánchez no se forjará hasta después del 26-M y en buena medida de sus resultados dependerá la forma en la que continuará en La Moncloa. Los líderes del PP, Ciudadanos y Unidas Podemos –Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias– también esperan que el veredicto de las urnas defina su futuro.

Sánchez: segunda reválida

El PSOE niega que el 26-M sea una "segunda ronda" o una "segunda oportunidad para perdedores", pero Sánchez se juega la confirmación de los resultados de las generales. Según proclama en los mítines que no ha dejado de dar por toda España también en esta segunda campaña electoral, el presidente en funciones espera que los españoles "digan dos veces" a PP, Ciudadanos y Vox que no podrán formar gobiernos conjuntos.

No obstante, varios expertos en demoscopia esperan que en mayo los votantes hagan algo de "corrección" de su voto el 28-A, así que el PSOE aún tendrá que aguardar a ver si sus resultados en las generales se mantienen. El Gobierno lo necesita, entre otras cosas, para no enfrentarse a un ambiente teritorial más hostil, por ejemplo, de cara a negociar un nuevo sistema de financiación autonómica.

Casado: quizá última oportunidad

Un día antes del inicio de la campaña, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez-Feijóo, lo dejó claro. La gestión de Pablo Casado al frente del partido se evaluará en junio, es decir, después de las elecciones del 26-M en las que el líder popular intentará salvar los muebles que no se hundieron en las generales del 28-A.

La advertencia está clara, pero también la posición de Casado, que días después advirtió de que su mandato es para cuatro años. No obstante, el riesgo para mantenerse como líder del PP si los resultados son malos está ahí y hasta sus más cercanos asumen que su futuro depende de estos comicios.

Según el CIS preelectoral, el PP es el partido que más mejora sus resultados del 28-A, aunque podría no conservar ningún gobierno regional. Hace unos días, un destacado dirigente cercano a Casado afirmaba que la dirección del PP no se lleva a engaño y sabe que las expectativas no son halagüeñas. No obstante, Casado seguirá trabajando por desmentirlas hasta el último momento.

Rivera: a cuatro años vista

Como el 28-A, Cs espera mejorar su presencia territorial el 26-M, aunque podría ser menos determinante de lo que en principio se esperaba. Cs no apoyará la investidura de Sánchez y si el 26-M coloca a esta formación en una posición de condicionar gobiernos del PSOE, se dejará llevar, pero no utilizará esa eventual fuerza, como tampoco ha hecho, por ejemplo, para negociar su presencia en la Mesa del Congreso.

Rivera no quiere deberle nada a Sánchez ni ser percibido como su muleta. Fuentes del partido aseguran que Cs «no va a utilizar» ningún mecanismo de presión para que Sánchez actúe de una forma determinada. Rivera ha concluido le beneficia mantenerse lo más alejado posible del PSOE en la legislatura que ahora comienza de cara a la que ya ven como decisiva, la siguiente.

En cuatro años, Rivera cree que el PP se habrá "desmoronado" y que él habrá ganado por fin la pugna por liderar el centro-derecha que hoy libra con Casado. Tal y como lo ve el líder naranja, entonces él será el único líder a quien Sánchez tendrá en frente para una nueva disputa electoral.

Iglesias: fuerza para negociar

El líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, tiene más prisa que Rivera. Hace dos semanas firmó una especie de tregua con Sánchez para no abrir la negociación de su  investidura hasta después del 26-M y en estas elecciones espera obtener la fuerza necesaria para negociar un Gobierno de coalición o, al menos, la mayor influencia posible en el nuevo Ejecutivo. El PSOE insiste en gobernar en solitario.

La situación de Podemos con respecto al próximo Gobierno no es lo único que se juega Iglesias el 26-M. También está en cuestión su relevo dentro del partido. Con ganas de dejarlo desde el congreso de Vistalegre II, en 2017, una eventual entrada en el Gobierno de su número dos, Irene Montero, permitiría una transición en Podemos en la que el pablismo conservaría la batuta.

El escenario más indeseable para él sería que un éxito de Íñigo Errejón –que aún forma parte de Podemos– lo volviera a poner en el disparadero del liderazgo del partido. Filas errejonistas dicen que esto sucedería si Errejón entrara en el Gobierno de Madrid e Iglesias no lo lograra en el Ejecutivo central.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento