Pedro Sánchez: primera y contundente victoria electoral para seguir gobernando

El candidato a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, acompañado por su mujer, María Begoña Gómez, Carmen Calvo (i) y Adriana Lastra.
El candidato a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, acompañado por su mujer, María Begoña Gómez, Carmen Calvo (i) y Adriana Lastra.
EFE
El candidato a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, acompañado por su mujer, María Begoña Gómez, Carmen Calvo (i) y Adriana Lastra.

El 'Manual de Resistencia' le sigue funcionando. Con su victoria en las urnas, Pedro Sánchez, el resistente, ya tiene escrito el tercer acto del relato épico que empezó cuando ganó las primarias del PSOE a Susana Díaz. Ese fue el primer acto. El segundo, el triunfo de su moción de censura contra Mariano Rajoy.

A sus 47 años, el madrileño Pedro Sánchez ha conseguido lo que más falta le hacía: ser el más votado por los españoles en las urnas y callar a los que le han estado llamando "okupa" desde que accedió a la Moncloa hace once meses con la moción de censura.

Lo ha conseguido con una campaña conservadora, diseñada para no correr riesgos, aunque finalmente corrió dos: los dos debates televisivos en los que tuvo que participar. Hace solo dos años que Sánchez se hizo con las riendas del PSOE con un proyecto de izquierdas y una candidatura que ilusionó a las bases más rebeldes e inconformistas. Hoy ha ganado las elecciones generales con su perfil más "moderado, sensato y cabal", como le gusta decir.

Un alarde de "camaleonismo" político, para unos, y de liderazgo versátil, para otros, que ha devuelto al PSOE al primer puesto del podium electoral once años después de su última victoria.

La etiqueta de producto "antifrágil" que le ponen sus asesores le definen más que nunca. Está por ver si resiste también el mandato "¡Con Rivera, no!" que le han impuesto los militantes esta noche, y las presiones que previsiblemente recibirá para negociar un gobierno con Cs.

Entrada en política

Con 26 años fue asistente en el Parlamento Europeo de la socialista Bárbara Dührkop y después fue miembro del gabinete del alto representante de la ONU en Bosni, Carlos Westendorp, durante la guerra de Kosovo. Pero su entrada oficial en política fue en 2003, en el ayuntamiento de Madrid, en la candidatura de Trinidad Jiménez, que no se convirtió en alcaldesa, pero en 2006 ofició como concejal la boda de Sánchez con Begoña Gómez. Tienen dos hijas en edad escolar, a las que mantienen alejadas de la esfera pública. Sólo las ha expuesto, indirectamente, cuando La Moncloa publicó en redes sociales dos notas que dejaron para él en su sitio de la mesa del Consejo de Ministros. Fue el pasado mes de septiembre, cuando arreciaban las críticas contra él por el supuesto plagio de su tesis doctoral.

Como en el ayuntamiento madrileño, su llegada al Congreso también fue por renuncia de un compañero. En 2009, la renuncia de Pedro Solbes para convertirse en comisario europeo convirtió a Sánchez en diputado. "Fue pura casualidad", reconoció entonces un discreto parlamentario que, mientras, seguía escalando posiciones en el PSOE.

"Me gusta ser 'fontanero", reconoció en una entrevista en 2011. No era para menos, porque entonces formaba parte del círculo de confianza del entonces secretario de Organización del PSOE, José Blanco, junto a Antonio Hernando y Óscar López. Con los tres terminó distanciado. La experiencia más dolorosa fue con Hernando, que defendió con Sánchez el "no es no" a Rajoy y terminó defendiendo la abstención desde la tribuna del Congreso. Hace unas semanas, dejó fuera de las listas al Parlamento Europeo a Blanco que aceptó su exclusión "con deportividad", según un colaborador de Sánchez, y anunció sin una mala palabra pública u retirada de la política.

Desde su escaño en el Congreso Sánchez presenció la sucesión de José Luis Rodríguez Zapatero por parte de Alfredo Pérez Rubalcaba y entró en escena cuando en 2014 el entonces diputado Eduardo Madina forzó al PSOE a celebrar primarias para sucederle. Sánchez lo niega, la última vez en sus memorias, pero la versión institucionalizada es que él fue el candidato al que recurrió la entonces todopoderosa presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, para no tener que exponerse ella al voto de los militantes. En las siguientes elecciones, de diciembre de 2015, perdió por primera vez contra Rajoy y el PSOE cayó hasta los 110 escaños, que volvieron a menguar hasta 84 en junio de 2016. Pero empezó la épica que ha rodeado al hoy presidente del Gobierno.

No es no

El "no es no" que en esta precampaña ha recuperado para negar la independencia de Cataluña nació con el rechazo a abstenerse a la investidura de Rajoy en 2015 y en 2016, que le llevó a ser defenestrado de la secretaría general del PSOE y a dejar su escaño. Al borde de las lágrimas, anunció que dejaba su acta para empezar a recorrer las agrupaciones socialistas en busca de apoyos para volver a ganar las primarias. Pocos le creyeron, pero es justo lo que hizo en mayo de 2017, cuando, menos en Andalucía, derrotó por toda España a Susana Díaz.

Las primarias dejaron el partido partido en dos pero también dieron el poder absoluto a Sánchez. Quince días después, presentó la moción de censura contra Rajoy que le llevó a la Moncloa, entre reproches por parte de PP y Ciudadanos por supuestos oscuros pactos con los independentistas catalanes y por no pasar por las urnas.

Lo volverá a hacer el 28-A, con unas listas electorales donde ha laminado a sus críticos y en las que ha embarcado a casi todos sus ministros, menos a la titular de Economía, Nadia Calviño. El resto, incluidos independientes como el astronauta Pedro Duque, parecen entusiasmados y confían en una victoria como la que los socialistas hace mucho que no viven. Si se da el caso, Sánchez conseguirá el hito que le falta en su intensa vida política, ganar unas elecciones. Después habrá que ver si logra formar gobierno o, a su pesar, Sánchez vuelve a marcar un récord y se convierte en el primer presidente en democracia en estar en el cargo una sola legislatura.

Equipo

En los últimos diez meses hay varias personas claves en el entorno de Sánchez, llamados a seguir al lado del todavía presidente. Exasesor de varios dirigentes del PP en el pasado, su jefe de gabinete, Iván Redondo, ha sido clave en la toma de decisiones tan importantes como presentar la moción de censura o adelantar elecciones. En el Gobierno ha sido central el puntal político que Sánchez ha tenido en su vicepresidenta, Carmen Calvo, que el 28-A le acompaña como número dos en su lista, por Madrid. Por Barcelona, la hoy ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, mantendrá su cometido relacionado con el independentismo catalán.

Entre el Gobierno y el partido, Sánchez entregó una enorme cuota de poder José Luis Ábalos, que ha desempeñado el combinado que tradicionalmente los presidentes atribuyen a sus hombres fuertes, el Ministerio de Fomento y la Secretaría de Organización del partido. Junto a él en Ferraz, el navarro Santos Cerdán ha manejado trámites internos tan importantes como la elaboración de las listas electorales como secretario ejecutivo de Coordinación Territorial.

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