Todo lo que ha fallado en el crimen de los niños de Godella: los avisos de la abuela resultaron inútiles

Imagen de la casa de Godella ocupada por la familia y de los padres detenidos por matar presuntamente a sus dos hijos.
Imagen de la casa de Godella ocupada por la familia y de los padres detenidos por matar presuntamente a sus dos hijos.
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Imagen de la casa de Godella ocupada por la familia y de los padres detenidos por matar presuntamente a sus dos hijos.

El crimen de los dos hermanos de Godella (Valencia), un niño de tres años y medio y su hermana de apenas cinco meses, asesinados presuntamente por sus padres, ha consternado a esta localidad valenciana. A la espera de las autopsias a los menores y los análisis toxicológicos a sus progenitores, los investigadores tratan de esclarecer los hechos y determinar si se pudo haber evitado.

Los padres, María (27 años) y Gabriel (32), fueron detenidos por presunto homicidio después de haber hallado, el pasado jueves, los cuerpos de los menores semienterrados y muy cerca de la casa en la que vivía la familia. La madre fue la primera detenida tras confesar dónde estaban los cadáveres de los pequeños, mientras que el padre quedó arrestado este viernes.

Antecedentes en la pareja

Según ha informado el Ayuntamiento de Godella, en 2016 los Servicios Sociales intervinieron por un conflicto de convivencia vecinal con los padres detenidos, si bien ese mismo año el expediente quedó archivado "después de realizar seguimiento del caso".

El pasado lunes 11 de marzo, tres días antes del crimen, una llamada de la abuela materna de los menores hizo que dos patrullas  de la Policía Local de Godella y Rocafort —municipio donde estaba escolarizado Amiel, el mayor de los hermanos— se personase en el domicilio que ocupaba la pareja y sus hijos. Sin embargo, los agentes comprobaron que se trataba de una disputa generacional y que "tanto los progenitores como los menores se encontraban en buenas condiciones".

Segunda advertencia de la abuela

El asunto no quedó ahí. El miércoles, el mismo día en que se pudo cometer el doble infanticidio, la abuela volvió a alertar al Teléfono del Menor, que avisó a Servicios sociales, que a su vez contactaron con el centro de salud y el colegio de Rocafort, la localidad donde estaba escolarizado el hermano mayor, pero al que no acudía desde finales de febrero. Por segunda vez, se activaba el seguimiento a la familia.

Los menores, Amiel y Rachel, fueron vistos por última vez el miércoles por una amiga de la familia que les llevó comida.

Llamadas de los vecinos

La abuela no fue la única que avisó a la Policía. La búsqueda de los niños se activó el jueves por la mañana después de que varias llamadas alertaran a las fuerzas de seguridad de gritos y una pelea entre los progenitores. El operativo comenzó a las 8.30 horas; los vecinos denunciaron haber visto a un individuo armado corriendo detrás de una mujer desnuda.

La Policía Local de Rocafort se trasladó entonces al lugar, donde pudo hablar con el padre, que se encontraba en el interior de la casa y respondía de forma "incoherente". Los agentes hallaron restos de sangre en la piscina, que fue vaciada completamente sin hallazgos relevantes. Sobre las 11.00 horas, la madre fue encontrada semidesnuda en el interior de un bidón, en una zona próxima a la vivienda, con arañazos "propios de haber corrido".

Problemas mentales, sectas y drogas

Según ha apuntado el delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Juan Carlos Fulgencio, los padres de los niños presentan "algún tipo de desequilibrio". Ocupaban una casa abandonada, donde se podía leer escrita en una de sus paredes la extraña frase: "Vais a moror todis" (sic). Dentro de la vivienda, entre colchones y juguetes de niños, los agentes de la Guardia Civil encontraron cabezas de animales y muñecas colgadas en las paredes.

Asimismo, la pareja consumía drogas y se decían seguidores de los Illuminati de Baviera, una sociedad —también descrita como supuesta secta— fundada en 1776 que se manifiesta en contra de la influencia religiosa y el abuso de poder por parte del Estado. Entre los allegados a la pareja se comentan "rarezas" de Gabriel como que a veces se ponía papel de aluminio sobre la cabeza para protegerse de los extraterrestres o que colocaba cráneos de animales en su casa para "protegerse de los demonios".

Aunque en un primer momento la madre no mostraba una actitud de colaboración con la Guardia Civil y realizaba manifestaciones confusas como que sus hijos "tenían que resucitar", los agentes pudieron convencerla finalmente de la conveniencia de que revelara dónde se encontraban los cuerpos. En el interrogatorio a la madre, esta también aseguró a la Guardia Civil que "hay una secta que nos persigue y tengo un hijo que está poseído por el diablo".

Por este motivo, los especialistas llevarán a cabo un análisis psicológico a la madre para determinar si se encuentra en condiciones mentales de prestar declaración, sin perjuicio de que en un futuro y en caso de que se solicite por la autoridad judicial, pueda ser sometida a nuevas pruebas, por parte de médicos forenses, con el fin de valorar su imputabilidad.

Una relación "complicada" y una vida "alternativa"

De acuerdo con diversos testigos, la pareja mantenía una relación "complicada", él tenía "reacciones violentas" y ambos habían comenzado a vivir "de manera alternativa". Eran, según indicó una vecina de la zona, "muy hippies".

Ella había trabajado como limpiadora en Rocafort desde diciembre de 2017 a marzo de 2018, y él, como pinche en varios bares de la misma localidad, aunque en uno de esos establecimientos le despidieron hace un mes por "su falta de puntualidad".

Asimismo, la madre de los niños fue una activista del 15-M en Valencia y en 2011 fue una de las personas arrestadas en las inmediaciones de Les Corts durante una protesta de los indignados que derivó en cargas policiales.

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