El otoño, que comienza el próximo domingo a las 3.54 hora peninsular, se prevé cálido y con una precipitación normal en casi todo el país, después del verano con más tormentas del siglo XXI. La estación otoñal, con una temperatura media entre 15 y 16 grados, tiene una alta probabilidad de que se alcancen valores de temperatura superiores a los normales en toda la península y en las Islas Baleares, mientras que para las Canarias no se vislumbra una tendencia clara.

En general, las precipitaciones se prevén normales, excepto en las Baleares donde podrían ser superiores, ha explicado la portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Ana Casals, durante la rueda de prensa para presentar la predicción estacional del otoño, el análisis climático del verano y los datos del año hidrológico.

El verano, con una temperatura media de 23,6 grados, 0,6 grados por encima de lo habitual, ha sido cálido, muy húmedo y con muchas tormentas. Y solo arrojó una ola de calor, cifra muy por debajo de los episodios de calor de los años 2017 (5), 2016 (4) y 2015 (2). Se trata del decimotercer verano más cálido desde 1965 y el undécimo más caluroso de lo que llevamos de siglo.

Aunque el verano no ha sido "tan cálido como el de los años anteriores", se constata una acumulación de veranos cálidos en este siglo, es decir, hay una tendencia a que los veranos sean cada vez más largos", ha subrayado el portavoz adjunto de la Aemet, Rubén del Campo. "En el conjunto de España, se puede asegurar que los veranos se estarían alargando, aproximadamente, unos nueve días por cada década", ha apuntado Del Campo.

La ola de calor -entre el 1 y 7 de agosto- afectó a 29 provincias y durante la misma, se superaron los 45 grados en numerosas zonas del sur y del suroeste peninsular. El día 3 de agosto, en pleno episodio de calor, fue la segunda jornada más cálida en todo el país desde 1941 —respecto a valores máximos— y otros dos días, el 6 y el 2, ocupan la sexta y séptima posición entre los días con temperaturas más altas para todo el territorio desde 1941. Asimismo, desde la Aemet han resaltado las mínimas tan elevadas que se registraron durante la estación, y han incidido en los 27,3 grados alcanzados en Barcelona-El Prat el día 5 de agosto.

En cuanto a las precipitaciones, el verano ha sido muy húmedo tal y como muestran los 91 litros por metro cuadrado de media recogidos en todo el país, un 22 por ciento más que la cifra normal que es de 75 litros por metro cuadrado. Por regiones, el verano fue húmedo o muy húmedo en gran parte de la mitad norte y tercio este peninsulares, Baleares y zonas de Canarias, y resultó seco en áreas del oeste de Galicia, Cataluña y centro y sur peninsulares. Como precipitación acumulada en 24 horas destacan los 93 litros por metro cuadrado recogidos en Valencia el 3 de junio, los 83 litros de Santander-Aeropuerto el día 11 de julio y los 74 litros de Barcelona-Aeropuerto, entre otros.

Para profundizar en las causas de un verano con estas características, temperaturas menos altas que años anteriores y tormentoso, Ana Casal ha subrayado la importancia de analizar la situación atmosférica durante la estación. Durante los meses de junio y julio, un "bloqueo anticiclónico" provocó temperaturas muy elevadas y sequía en el norte de Europa, mientras que en el suroeste del continente las precipitaciones fueron más elevadas de lo normal.

En agosto, en cambio, las altas presiones se desplazaron hacia el suroeste de Europa, afectando a toda la península, lo que ayudó a la llegada a España de aire cálido de origen tropical propiciando un mes caluroso.

Además durante ese mes, también se registraron temperaturas muy elevadas del agua del mar, con valores que en el Mediterráneo marcaron, los primeros diez días del mes, 30 grados, y en el Cantábrico oriental, 25 grados, cifras 4 grados por encima de la media.

En cuanto al año hidrológico (1 de octubre al 30 de septiembre), y a falta de 10 días para que finalice, el valor medio de las precipitaciones acumuladas hasta hoy son de 704 litros por metro cuadrado, un 13 % más que el valor normal, lo que le confiere un carácter húmedo.