Soraya, Pablo, Isabel, Mª Antonia... ellos son los ganadores si se acuerdan los 1.000 euros mínimos en convenio

Mª Antonia López, gerocultora de 60 años y Pablo Ostolaza, auxiliar de servicios de 35 años.
Mª Antonia López, gerocultora de 60 años y Pablo Ostolaza, auxiliar de servicios de 35 años.
Elena Buenavista
Mª Antonia López, gerocultora de 60 años y Pablo Ostolaza, auxiliar de servicios de 35 años.

España se ha acostumbrado a convivir con la palabra "mileurismo". La RAE la incluyó en el diccionario en 2012 y al afectado por ese estigma se le miraba con pena. Era gente formada, gente que no ganaba ni mil euros. "Peor no se puede estar", decían sobre estos mileuristas.

Pero peor sí se podía estar. Por debajo de los mileuristas, millones de personas soportaban más precariedad. Eran los ochocientoseuristas, los novecientoseuristas, aquellos con una formación quizás más baja, pero a los 1.000 euros les parecía un lujo. La reforma laboral de 2012 empeoró su situación porque favoreció recortar horas por caída de actividad y la jornada parcial con suplemento de horas.

La recuperación hizo crecer el empleo, es cierto, pero los sueldos de entrada al mercado eran inferiores a los de antes de la crisis. Ahora, tras años de protestas en las calles, elevar a millones de trabajadores al nivel de mileurista puede ser una realidad en cuestión de días.

Los agentes sociales están cerca de acordar un salario mínimo de 1.000 euros en 14 pagas para los diez millones de trabajadores protegidos por un convenio. De hecho, los sindicatos UGT y CC OO desconvocaron ayer las protestas del 16 de junio. "Ganar ese dinero para los que no llegamos a mileuristas sería un logro incluso psicológico", dice Mª Antonia, una madrileña de 60 años que jamás ha visto cuatro cifras juntos en su nómina mensual.

Mª Antonia López: "Puedo jubilarme sin haber visto una nómina de 1.000 euros"

Mª Antonia López, gerocultora de 60 años.
Mª Antonia López, gerocultora de 60 años.

Mª Antonia López, gerocultora de 60 años. (Foto: Elena Buenavista)

A sus 60 años, presume de su ocupación de gerocultora como poca gente lo hace de su trabajo. "Esto es algo vocacional, yo nunca pienso que trabajamos con clientes sino con personas", cuenta María Antonia López, una vecina de Fuenlabrada, mientras relata sus quehaceres diarios en una residencia de personas mayores, cómo despierta a los ancianos, cómo les levanta, cómo les lleva a la ducha para asearlos, cómo les baja al comedor para que desayunen.

"Tenemos que dejar lo psicológico en casa, es una lucha diaria física y mental con personas mayores con muchos problemas", dice esta trabajadora que lleva 15 años trabajando en este sector, que posee un certificado de profesionalidad y que pese a estar protegida por convenio no llega a los mil euros de salario. A su casa llegan 948 netos en 14 pagas. "Me da risa hasta pensarlo, creo que no nos merecemos esto porque este trabajo es una labor increíble y no está pagado".

O sí está pagado, pero de forma precaria. Mª Antonia sería una de las beneficiadas del acuerdo de revalorización salarial que están a punto de firmar patronal y  sindicatos. "¿Es tan difícil cobrar mil euros, no va a haber manera de ver ese salario alguna vez en mi vida?", se pregunta esta madrileña que recuerda todos sus trabajos. Fue camarera de piso en hoteles, ayudante a domicilio, cuidadora de niños. En ningún caso, cobró más de mil euros. Y ahora es cuando más cobra.

"Antes decían que los mileuristas cobraban poco. ¿Y nosotros? Yo veo que me voy a jubilar en pocos años y no veré nunca una nómina de mil euros", lamenta esta mujer que, dice, al menos tiene pagado su piso y no tiene hijos que mantener, ni un marido en paro, ni una jornada por horas, como algunas compañeras que tienen que pluriemplearse para sobrevivir. "Aún así llego justa a fin de mes después de pagar las facturas y la palabra ahorro ya se me ha olvidado".

Isabel Gómez: "No tengo mucha fe en el cambio de Gobierno"

Pocos empleos hay más duros que ser oficial de almacén, dice Isabel Gómez, una trabajadora que este martes irá a la huelga indefinida con sus compañeros para exigir una mejora de sus condiciones salariales a la multinacional textil para la que trabaja. "Entro a la seis de la mañana en picking, el área que distribuye la ropa que llega a las tiendas y me paso las 40 horas de la semana andando, agachándome, subiendo escalones... y todo este trabajo físico lo hacemos de forma manual".

Lleva once años de esta guisa y a sus 53 años ha empezado a tener problemas físicos: "Tengo problemas en las lumbares, en las cervicales y me han impuesto una limitación de carga de diez kilos de peso", cuenta esta vecina de Coslada que pese a estar protegida por un convenio cobra 880 euros en 14 pagas. Más de cien euros menos que el sueldo exigido por los sindicatos.

Isabel dice que su situación es "precaria", que su sueldo es "miserable", que llega "mal" a fin de mes y que no ha cobrado nunca en su vida una nómina superior a lo que cobra ahora. Le alivia la situación, eso sí, que su marido trabaje y que ya tengan pagada la hipoteca. Así logra poder cuadrar las cuentas domésticas de un hogar en el que viven sus dos hijas mayores de edad. "¿Que si van a cambiar las cosas con el nuevo Gobierno? No tengo mucha fe..."

Pablo Ostolaza: "Llego a fin de mes porque vivo en casa de mis padres"

Pablo Ostolaza, auxiliar de servicios.
Pablo Ostolaza, auxiliar de servicios.

Pablo Ostolaza, auxiliar de servicios de 35 años. (Foto: Elena Buenavista)

"¿Mi situación laboral? Paupérrima, lamentable, sin futuro...". No le faltan adjetivos a Pablo Ostolaza para tratar de explicar por qué, a sus 35 años, sigue viviendo en el hogar familiar. "Llego a fin de mes porque vivo en casa de mis padres, si no estaría viviendo en la calle o de los servicios sociales, pero me siento afortunado comparado con algunos compañeros que tienen hijos, en casas con humedades... frente a ellos soy como el rey de los ciegos por estar tuerto", dice con ironía.

Pablo trabaja desde hace 15 años en una empresa multiservicios que ofrece personal de seguridad, una de esas cientos de compañías que se beneficiaron de la reforma laboral porque el decreto les permitía quedarse con los servicios externalizados de otras empresas saliéndose del convenio del sector y pagando menos de lo que se estipula en él. Precisamente, uno de los puntos de la reforma que los sindicatos exigen derogar al nuevo gobierno socialista.

Gana 836 euros al mes por ser auxiliar de servicios y se siente "privilegiado" porque a los nuevos compañeros, los que entran con el nuevo convenio, cobran 736 euros. En el límite del salario mínimo interprofesional. "Pagandoles esa cantidad estas empresas se puede permitir contratar a tres auxiliares de seguridad en vez de a un vigilante", explica; "el día que regulen las empresas multiservicios se va a acabar el chollo".

Soraya Rodríguez: "Mi sueldo no da ni para dar la vuelta a la esquina"

Estudió artes gráficas, pero su ilusión de emplearse en este sector se desvaneció cuando acudió a su primera entrevista. "Pensaban que era un chico, así que cuando vieron que era una mujer me rechazaron porque decían que debía cargar el papel, que pesaba mucho y que yo no podría hacerlo", recuerda Soraya Rodríguez. A partir de entonces, su vida cambió. Necesitaba ganar dinero así que trabajó de agente inmobiliaria, de dependiente y, desde hace 12 años, en un contact center.

"Mi situación laboral es estable, pero no es buena", dice Soraya cuando está a dos años de cumplir los cuarenta. "Después de todo este tiempo cobro 1.028 euros en doce pagas y es lo máximo que he cobrado nunca. Los salarios en mi contact-center son bastante malos, todos cobramos por debajo de mil euros excepto los coordinadores, los supervisores y los gestores, aunque dentro de lo malo tenemos un convenio".

Estar protegida por un convenio no le asegura llegar a ser mileurista. Esta trabajadora madrileña cobra en 12 pagas, no en las 14 que exigen los sindicatos en su negociación con la patronal. Si si retibución actual se dividiese en catorce pagas, no llegaría a los 850 euros mensuales. "Y yo trabajo 39 horas, pero ahora solo incorporan gente para trabajar 25 horas semanales, cinco horas al día que se pagan igual tanto si se trabajan un martes o un domingo", dice.

"Es complicado llegar a fin de mes", lamenta Soraya. "Con mi sueldo actual no podría ni pagar la hipoteca, pero gracias a Dios estoy casada y con el sueldo de mi marido conseguimos sacar adelante el hogar. ¿Sabe cuánto cobro ahora de más respecto al primer sueldo que tuve hace 12 años en mi empresa? Diez euros", responde resignada. "Entiendo que habrá mucha gente que cobra menos, pero mi sueldo no da ni para dar la vuelta a la esquina en Madrid"

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