La mejor fotógrafa de bebés del mundo se llama Mayte Cruz y es de Castellón

Una fotógrafa de Almenara, en Castellón, se ha convertido en la mejor del mundo en captar bebés. Mayte Cruz ha sido elegida como la mejor profesional en esta compleja modalidad que requiere mucha paciencia, ternura y una sensibilidad especial.
Una fotógrafa de Almenara, en Castellón, se ha convertido en la mejor del mundo en captar bebés. Mayte Cruz ha sido elegida como la mejor profesional en esta compleja modalidad que requiere mucha paciencia, ternura y una sensibilidad especial.
Una fotógrafa de Almenara, en Castellón, se ha convertido en la mejor del mundo en captar bebés. Mayte Cruz ha sido elegida como la mejor profesional en esta compleja modalidad que requiere mucha paciencia, ternura y una sensibilidad especial.
La fotógrafa Mayte Cruz se ha convertido en la mejor del mundo en captar bebés. 
Atlas

Una fotógrafa de Almenara, en Castellón, se ha convertido en la mejor del mundo en captar bebés. Mayte Cruz ha sido elegida como la mejor profesional en esta compleja modalidad que requiere mucha paciencia, ternura y una sensibilidad especial.

Mayte Crespo asegura que "el momento idóneo es fotografiarlos cuando tienen entre siete y nueve días, porque mantienen todavía la posición fetal y no han empezado los cólicos". Totalmente experta en trabajar con recién nacidos, ha sido elegida por los editores de Mywed, una plataforma especializada compuesta por más de 60.000 profesionales, como la mejor fotógrafa de bebés del mundo en 2021.

Nacida en Jaén y residente de Almenara (Castellón) desde hace dos décadas, comenzó en el mundo de la fotografía con las bodas: "Estoy en una nube, me están llegando miles de mensajes dándome la enhorabuena". Y es que son muchos los padres que repiten la misma frase: "Eres la única persona que ha tocado a mi bebé desde que ha nacido".

"Estoy muy agradecida de que me confíen a lo más preciado que tienen en una época tan complicada por el Covid", porque, pese a las complicaciones ocasionadas por la pandemia, ella sigue adelante.

A pesar de lo delicada que puede parecer su labor, no es el tratamiento con los pequeños lo más difícil de su día a día, sino el que debe tener con los padres: "Llegan agotados, con pocas horas de sueño. Les digo que se sienten y disfruten, que ya me hago yo cargo del bebé. De hecho, hace poco una pareja se quedó dormida mientras yo hacía la sesión".

Su secreto está en hacer de su estudio casi un vientre materno, también el aroma y hasta el ruido para que continúen con sus dulces sueños en sesiones que pueden durar hasta cuatro horas y, hasta ahora, continúa dejando por impreso el toque emocional que trabaja en cada sesión.

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