La subida de precios sin precedentes del aceite de oliva en España, que ha pasado de 6,91 euros a principios de este año a 10,34 a inicios de septiembre, ha generado que no sean pocos los consumidores que ahora se pregunten cuál es la alternativa saludable para sustituir al conocido en nuestro país como oro líquido debido a su alto coste a día de hoy en los supermercados.
El producto que siempre viene a la mente, casi siempre de forma automática, es el aceite de girasol. Ahora bien, antes de entrar a analizar sus propiedades y beneficios para la salud, es de vital importancia conocer que dos de los principales aspectos para saber cuán saludable es un aceite, tiene que ver con el tipo de grasas que contiene, esto es, si son saturadas o insaturadas.
Otro aspecto relevante, y que no todo el mundo tiene en cuenta, tiene que ver con el punto de humo o, lo que es lo mismo, la temperatura a la que empieza a oxidarse y a liberar compuestos dañinos. Justo en este sentido, se considera que es preferible el consumo de grasas insaturadas que se pueden encontrar presentes en alimentos como el salmón, el atún, el aguacate, las nueces o el aceite de soja o maíz.
Sin embargo, la evidencia científica más reciente ha empezado a señalar que no todas las grasas saturadas son tan perjudiciales para la salud. Una vez dicho esto, el que se considera más saludable es el aceite de oliva, y por encima de todos, el de aceite de oliva virgen extra, compuesto por grasas monoinsaturadas, lo que contribuye al buen mantenimiento de la salud cardiaca. Sin embargo, su punto de humo es relativamente bajo, por lo que conviene reservarlo para cocinar platos que no requieran altas temperaturas.
¿Cuál es el aceite menos dañino para freír?
Los expertos en nutrición y dietética, recomiendan, en la medida de lo posible, evitar el aceite vegetal, cuyo nombre se comercializa genéricamente una mezcla de muchos tipos de aceite, incluyendo a veces el aceite de palma, que suele estar altamente refinada y procesada, la margarina, con un alto contenido en grasas hidrogenadas transaturadas, el aceite de maíz, el aceite de soja hidrogenado y la mantequilla.
El motivo es que tomar mucho de estas grasas hace que aumente el riesgo de mortalidad, así como el de sufrir enfermedad coronaria y diabetes tipo 2. Normalmente, se encuentra en alimentos como galletas, dulces, salsas y productos infantiles. Esta es la razón por la que desde hace unos años la industria alimentaria ha venido eliminando el aceite de palma en gran parte de sus productos.
¿Qué tan saludable es cocinar con aceite de coco?
El caso del aceite de coco es curioso y algo polémico. Es muy rico en grasas saturadas, con lo que en principio no es una gran opción. Sin embargo, algunas investigaciones han empezado a señalar que no tiene un impacto tan negativo en la salud como se creía. Sin embargo, las opiniones en este campo discrepan.
Un nuevo estudio publicado en el medio especializado Journal of Functional Foods, se señala que el consumo de aceite de coco perjudicaba a la habilidad de los ratones para usar correctamente la leptina y la insulina, dos hormonas importantes para regular el gasto energético, el hambre y de qué modo el cuerpo procesa las grasas y los azúcares.
Estos hallazgos apoyan las hipótesis que postulan que las dietas ricas en grasas saturadas pueden llevar a resistencia a la leptina. Al mismo tiempo que la resistencia a la leptina se desarrolla, los tejidos de almacenamiento de grasa en el cuerpo, llamados tejido adiposo blanco, también se vuelven menos reactivos ante la leptina.
¿Por qué el aceite de oliva es la mejor opción para cocinar?
Como recuerda la Fundación Española del Corazón, los estudios científicos aportan cada vez más pruebas de las propiedades beneficiosas del aceite de oliva para nuestra salud. El empleo de aceite de oliva en la cocina mediterránea es fundamental. Como aderezo de ensaladas y guisos, y hasta para freír patatas.
Los nutricionistas recomiendan su utilización por encima de cualquier otro aceite vegetal, ya que a altas temperaturas sigue manteniendo sus propiedades. Gracias a su alto contenido en ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico) y poliinsaturados (ácido linoleico), el aceite de oliva aporta otros importantes beneficios:
- Ayuda a proteger la mucosa del esófago de la acidez existente en el estómago y favorece la digestión y absorción de nutrientes en el intestino.
- Contribuye a reducir el riesgo de enfermedad coronaria al disminuir el colesterol total y el LDL o "malo" y mantener o aumentar el colesterol "bueno" o HDL.
- Ayuda a mejorar el control metabólico de la diabetes.
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