El Tour de Francia ha puesto fin a su recorrido en España tras tres etapas en las que los sabotajes a pequeña escala han retado al blindaje policial programado para la ocasión. Las chinchetas han sido las principales protagonistas en el paso de la ronda francesa por el País Vasco, el primer tramo antes de la llegada a una Francia en llamas que genera grandes incertidumbres en el Tour.

1.700 ertzainas por etapa, 60 motoristas, 500 alumnos de la academia de Policía, casi 2.000 voluntarios y un amplio dispositivo de bomberos completaron el dispositivo programado para el paso del Tour de Francia por el norte de España. Ha dado sus frutos, aunque el reto de los pequeños actos de sabotaje, una pesadilla para los equipos, han impedido que llegue al sobresaliente.

Los clavos y las chinchetas fueron el incordio de los ciclistas en las tres etapas, especialmente al final de las mismas, fases en las que se pudo ver a muchos de los corredores solicitando asistencia o cambio de bicicleta. La indignación de los equipos con los aficionados ha sido la nota negativa de este arranque con ambientazo en el País Vasco, pues fueron constantes las denuncias tanto de los propios corredores como de los directores de equipos.

"Nos han puesto chinchetas. Casi todos nuestros ciclistas han pinchado, todos menos Victor Lafay y otro. Creo que se han pasado, las chinchetas sobraban", denunció el director deportivo del Cofidis, Bingen Fernández al término de la segunda etapa.

"Tuve la mala suerte de pinchar y luego me fui al suelo, no sé si en la rotonda había aceite... es una lástima que un inicio de Tour tan fantástico por la afición, algún espécimen lo estropee de esa forma. Esperemos que se quede en algo anecdótico y que el resto de los días transcurran sin incidentes", estalló al final de la tercera etapa el ciclista David De La Cruz.

Preocupación ante la llegada a una Francia en llamas

La tercera etapa del Tour partió de Amorebieta y terminó en Bayona, el primer destino de la ronda en tierras galas. Ahora empieza el verdadero reto de seguridad para un evento deportivo que recorrerá un país inmerso ahora en una verdadera crisis de Estado con graves disturbios en las calles.

La muerte Nahel a manos de la policía el pasado martes ha despertado una ola de violencia sin precedentes en las calles de Francia, un problema que el gobierno trata de atajar con la movilización masiva de agentes. Por el momento -especialmente tras varias jornadas de calma progresiva-, la organización del Tour no ha previsto cambios en el dispositivo de seguridad ni en los trazados dibujado. Tampoco se contempla la cancelación, pero la incertidumbre baña por completo las previsiones de una ronda marcada por el caliente contexto del país.