Los grandes errores que han condenado a la Superliga al fracaso nada más nacer

Campo del Ciudad de Valencia con el mensaje 'No a la Superliga' en su videomarcador
Campo del Ciudad de Valencia con el 'No a la Superliga' en su videomarcador
AFP7 vía EP
Campo del Ciudad de Valencia con el mensaje 'No a la Superliga' en su videomarcador

La Superliga, si sigue adelante, no será en ningún caso bajo el formato inicialmente previsto. Los seis equipos ingleses la condenaron a muerte con su marcha inicial, y ahora Florentino Pérez, su principal adalid, se agarra a las cláusulas que firmaron para recordarles que en los contratos, como en los accidentes de coche, quien rompe, paga.

No se puede asumir que un proyecto que venía a cambiar el fútbol tal y como se concibe desde hace décadas se haya sumido en el más absoluto fracaso de manera tan rápida si no se asumen unos errores iniciales clave. Ni mucho menos son todos asumibles a Florentino, pero él tampoco escapa a ellos.

1. Una comunicación nefasta

Cualquier conocimiento mínimo de comunicación empresarial da unas líneas básicas de qué hacer para presentar un plan tan ambicioso. Lo mínimo es una nota de prensa trabajada, en un horario de máxima audiencia, con una escenografía acorde y un argumentario incluido en un plan de medios.

La Superliga se anunció el domingo pasada la medianoche, mediante un comunicado y la confirmación de la página web. Además, uno de los problemas que tiene el fútbol actualmente, según Florentino Pérez, es que los jóvenes no consumen fútbol. Con todos los matices que se quiera hacer a esta afirmación, si se quiere atraer a los jóvenes, hay que hablar 'su idioma'.

Que Florentino sea el encargado de venderles el producto cuando existe una industria floreciente de youtubers, streamers e influencers que tienen audiencias que ya quisieran muchos partidos, choca. A veces el mensaje sí es el medio. Con un Ibai Llanos, DJMaaRiiO o TheGrefg contando qué es la Superliga, el clima hubiera sido muy distinto.

La reacción además fue tardía. Después de 24 horas del anuncio, y mientras calaba el mensaje de que era una competición de ricos y que iba a destruir el fútbol, Florentino Pérez dio su primera entrevista en 'El Chiringuito', un programa para un público muy específico y alejado de lo que pretende ser masivo. No en una televisión de máxima audiencia, o en una radio, o en un programa masivo. Eligió uno en el que sabía que tenía el viento a favor y que no le iban a apretar las tuercas.

Si bien la pandemia impide grandes fastos, lo mínimo habría sido una rueda de prensa el lunes, si pudiera ser con los 12 presidentes de los clubes involucrados (aunque fuera por videollamada) y un mensaje claro a transmitir.

2. Crear un clima favorable con los fans

Que la UEFA haya salido victoriosa como defensora de los valores del fútbol en esta batalla no deja de ser irónico. Una de las entidades (junto a la FIFA, de lado en esta guerra por sus cuitas con el organismo europeo) que más han hecho por la desigualdad en el deporte ha surgido en defensa de los mismos subyugados bajo su propia bota.

En parte esto tiene que ver con lo anterior. Esas 24 horas clave que pasaron desde el comunicado hasta las explicaciones de Florentino fueron nefastas, sobre todo porque antes no habían creado un clima favorable. Si tan mal está el fútbol como el presidente de la Superliga asegura, hasta el punto de señalar que en 2024 estarán "muertos" (no literalmente) y que no es sostenible la industria ahora mismo, ¿no se podía haber generado una corriente de opinión previa?

Esto requiere mucho trabajo y hacen falta meses, si no años. El germen de la Superliga nació mucho antes de la pandemia que ha precipitado los acontecimientos, y tiempo ha habido para 'venderla'.

Las consecuencias son las vistas: protestas unánimes de la afición, amenazas a los directivos, los jugadores afectados... Imposible. La imagen de Petr Cech, leyenda del Chelsea y actual consejero, intentando calmar los ánimos de una masa enfervorecida lo dice todo.

3. No controlar los tiempos: la UEFA fue por delante

En el fondo, la Superliga es un pulso contra los poderes establecidos... para establecer otros. Ricos contra 'superricos'. Por pura logística, el contubernio a las espaldas de Aleksander Ceferin implicaba discreción de los responsables del rupturista campeonato, con llamadas interrumpidas y promesas rotas de última hora.

Las filtraciones que llegaron hasta la UEFA obligaron a planificar el anuncio de la nueva Champions League, lo que a su vez llevó a los responsables de la Superliga a reaccionar apresuradamente. Las prisas por ganar presencia en los medios adelantaron el anuncio del torneo al domingo de madrugada... y salió mal. Vuelta al punto uno: una gestión nefasta de la comunicación.

4. Sin acuerdo con las televisiones

A día de hoy, los ejes que mueven el deporte profesional y su eventual desarrollo económico están en los derechos televisivos. Sin televisión, no hay dinero.

Florentino Pérez balbuceó cuando le respondieron si había un operador de su lado, sea grande o pequeño, mientras paralelamente Jaume Roures, presidente de Mediapro y el hombre que mueve los hilos del fútbol a efectos prácticos (en Francia hay muchos que quieren verle donde Maria Antonieta), afirmaba que esto era una chapuza y que no habían cerrado ningún acuerdo con ninguna televisión. "Nadie había hablado con ningún operador. Nunca", afirmó en 'El Partidazo de COPE'.

La nueva Champions, en cambio, tenía cerrado el acuerdo total con su actual socio en los derechos televisivos. Todo con la conformidad de la UEFA, los clubes y las propias Ligas en cuanto al reparto económico que conllevaba.

5. Sin apoyo de los jugadores

Una de las frases más repetidas estos días es que "el fútbol es de sus aficionados", pero realmente lo es primero de quienes lo practican: sin jugadores no hay fútbol. Muchos de ellos se enteraron el mismo lunes de la creación de la Superliga, incluidos algunos de los equipos fundadores.

Primero fueron futbolistas que no entraron en el club de los 12 fundadores, como Ander Herrera (PSG), pero luego incluso algunos de los que estaban involucrados, como el mismísimo Jordan Henderson (capitán del Liverpool) mostraron su rechazo a la Superliga en las redes sociales. Y tras ellos, los fans.

¿Tan difícil habría sido para Agnelli, Laporta o el propio Florentino explicarles a sus jugadores las bondades de la Superliga y que Cristiano Ronaldo, Leo Messi y Karim Benzema salieran a 'venderlas'? ¿Tan imposible era que los mismos argumentos que ha dado Piqué a Valdano fueran usados de manera pública, si se lo hubieran pedido?

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