Una realidad sórdida, misteriosa y absurda tras la I Guerra Mundial

  • Corriente artística surgida en Alemania en los años veinte, la Nueva Objetividad presenta una realidad fría, desesperada y violenta.
  • Una exposición en Berlín establece conexiones entre el surrealismo francés y el movimiento, liderado por, entre otros, Otto Dix y Georg Grosz.
  • De la misma época, ambas corrientes conciben la realidad como un todo diferente y muestra sin reparos los abismos psicológicos.
'La familia del pintor Adalbert Trillhaase', óleo de Dix de 1923
'La familia del pintor Adalbert Trillhaase', óleo de Dix de 1923
Otto Dix - © bpk / Staatliche Museen zu Berlin, Nationalgalerie /Jörg P. Anders - © VG Bild-Kunst, Bonn 2016
'La familia del pintor Adalbert Trillhaase', óleo de Dix de 1923

La realidad puede ser extraña, absurda, misteriosa. Así lo percibían los pintores de la Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad), un movimiento artístico que en los deprimentes años veinte y treinta alemanes reflejaba lo que les rodeaba sin abstracciones y sin sacrificar el estilo propio.

Rebotaba contra la fantasía espiritual del expresionismo, surgido antes de la I Guerra Mundial, con colores y temas que emergían del sentimiento y distorsionaban la realidad para interpretar el mundo con una mayor pureza. La Nueva Objetividad de Otto Dix, Georg Grosz o Alexander Kanoldt nació después de aquella Gran guerra, que dejó como herencia en Alemania desesperación económica y social, frialdad, violencia, sordidez y la promesa de una venganza.

Soledad, tensión y retratos sin piedad

En el museo Sammlung Scharf-Gestenberg de Berlín hasta el 23 de abril, la exposición Surreale Sachlichkeit (Objetividad surrealista) explora la Nueva Objetividad desde un punto de vista diferente, vinculándola al surrealismo, nacido en Francia en la misma época, el lenguaje artístico de los sueños y el subconsciente. Aunque parezcan muy diferentes, hay nexos: son una reacción a las vanguardias ya establecidas antes de la guerra, conciben la realidad como un todo diferente, con abismos psicológicos visibles en la sociedad, expuestos sin remedio.

Las tres secciones que dividen la muestra son conceptos amplios. Espacios entra en contacto con la soledad, las habitaciones y los parajes vacíos alienados por la industrialización, como ilustra la obra de Georg Schrimpf Bahnübergang (Cruce de ferrocarril), de 1932.

Cosas se adentra en la simplificación de la realidad, muchas veces provocando una tensión, como sucede en la escultura Männlicher Kopf (Cabeza masculina) de Ewald Mataré, que da forma a un hombre sin rasgos, reducido a un ser atrapado por la inexpresividad. Gente es con seguridad el más representativo de los apartados, ya que los pintores de la Nueva objetividad se inclinaron claramente por retratar sin piedad, como demuestran con insitencia Grosz y Dix.

Autores por descubrir

En las alrededor de 80 obras están ellos dos, indispensables, junto a otros representantes del movimiento como Kanoldt. También se da la oportunidad de descubrir a autores menos conocidos como Ernst Neuschul, Curt Querner o Felice Casorati. Pinturas de Max Ernst, René Magritte, Giorgio de Chirico o Salvador Dalí construyen la conexión entre las dos corrientes demostrando que la realidad es surreal.

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