Las fotos de Andy Warhol que se adelantaron décadas a Instagram

  • Una antología en edición de lujo recopila centenares de fotos instantáneas realizadas por el artista, que no se separó de sus cámaras Polaroid durante más de 30 años.
  • Prediciendo el hedonismo y la inmediatez de Instagram, Warhol consideraba que la función de las imágenes era dar cuenta de donde estás en cada momento.
  • La colección, planteada como 'diario visual', incluye escenas cotidianas y retratos de Jagger, Hitchcock, Hopper, Saint Laurent, Nicholson, Pelé, Debbie Harry...
Uno de los pliegos del libro de fotos Polaroid de Warhol. Desde la izquierda, Debbie Harry (Blondie), el pintor Basquiat y bodegón con cajas del detergente Brillo
Uno de los pliegos del libro de fotos Polaroid de Warhol. Desde la izquierda, Debbie Harry (Blondie), el pintor Basquiat y bodegón con cajas del detergente Brillo
© TASCHEN
Uno de los pliegos del libro de fotos Polaroid de Warhol. Desde la izquierda, Debbie Harry (Blondie), el pintor Basquiat y bodegón con cajas del detergente Brillo

Al artista, hombre de negocios y estrella de sí mismo Andy Warhol (1928-1987) se le concede con frecuencia carácter de vaticinador social. Sea o no justo el papel de augur —dudoso en lo plástico, donde nada inventó que no hubiesen trabajado antes los ingleses del primer pop art—, es claro que avanzó el culto al hedonismo, la frivolidad y la mismidad que se viralizan desde hace unos años gracias al con frecuencia dudoso valor comunal de las redes de promoción que campan en el mundo virtual de internet.

"Una fotografía significa que sé dónde estoy en cada momento. Por eso las hago. Es un diario visual". La frase de Warhol, poco amigo de explicarse, es un lema que podría usar ahora mismo Instagram como mecanismo promocional: 300 millones de usuarios registrados en la plataforma comparten cada día70 millones de imágenes. La mayor parte de ellas son instantáneas tomadas con el smartphone y exhibidas segundos después para mostrarse en el gran espejo público. La gracia del asunto es que Warhol enunció la filosofía de este voyeurismo cósmico en los años ochenta del siglo pasado, hace varias décadas, cuando internet era solamente un sueño y faltaban más de diez años para que alguien colgara la primera página web.

'Protoinstagramer'

Desde finales de la década de los cincuenta Warhol utilizaba tecnología predigital —y muy antigua— con los mismos fines que los instagramers de hoy: pavonearse, mostrar a los amiguetes, apasionar a los amantes de la celebridad con este o aquel modelo exclusivo de vestido o chaqueta, sorprender a los asistentes a un sarao con absurdo gesto de borrachera o colocón... Armado con diferentes modelos de Polaroid, la cámara instantánea comercializada desde 1937 que autorevelaba las fotos y las presentaba en cuestión de minutos, el capo del pop fue un activo protoinstagramer hasta 1987, cuando murió en Nueva York, a los 59 años, tras una operación de vesícula.

El libro Andy Warhol: Polaroids, 1958-1987, publicado en edición de lujo —tapa dura, encuadernación artesanal, cubierta envolvente, 560 páginas y un precio de 100 dólares aún no trasladado a euros por los editores, la empresa Taschen— compila con intención casi integral las imágenes instantáneas con las que el artista intentó narrar visualmente sus andanzas. "Con frecuencia de un modo improvisado, las fotos Polaroid de Warhol documentan su época del mismo modo que Instagram refleja la nuestra, moviéndose entre la espontaneidad, la puesta en escena y la representación, y la conexión entre la fotografía y la fama", dicen desde la casa editorial.

Animalario de famosos

En la obra, parte de cuyo contenido es muy conocido, aunque se añaden algunas tomas inéditas o nunca impresas, aparecen escenas cotidianas de Warhol, naturalezas muertas o detalles de sus locales, viviendas y los hoteles que tanto le gustaban, y, por supuesto, un amplio animalario de famosos que secundaban al Rey Midas del Pop Art, como le llamaban quienes no tenían la confianza para dirigirse a él por el apelativo más íntimo de Drella, una combinación de dos de los personajes de ficción que más admiraba y mejor le definían, Drácula y Cinderella (Cenicienta).

En la colección hay retratos, casi siempre en primer plano, con el fogonazo del flash llenando de artificiosidad las tomas y sin demasiadas preocupaciones formales,  de Mick Jagger, Alfred Hitchcock, Dennis Hopper, David Hockney, Yves Saint Laurent, Jack Nicholson, O. J. Simpson, Pelé, Debbie Harry, Paloma Picasso, Jean-Paul Gaultier, Grace Jones... También hay Polaroid de obras de Warhol, entre ellas las emblemáticas latas de sopa Campbell, y tres collages de instantáneas que, al modo de Hockney, aunque con peor acabado, componen la figura de cuerpo entero del artista.

Warhol, añaden los editores, fue "un incansable cronista de su vida profesional y personal" que nunca se movía sin una cámara instantánea en las manos, hábito que le permitió reunir "una enorme colección de instantáneas de amigos, amantes, mecenas, famosos, personas poco conocidas, paisajes, todo lo relacionado con la moda y sobre sí mismo".

Autores

El tomo, que incluye una cronología de la vida del artista y fichas biográficas de los retratados, contiene un ensayo de Richard B. Woodward, crítico de arte de The New York Times. El trabajo de edición está a cargo de Reuel Golden, exeditor del British Journal of Photography y editor ejecutivo de Photo District News.

Otra frase de Warhol sobre los selfies puede servir para cerrar esta pieza: "Cuando hice mi autorretrato, dejé todas las espinillas. Las espinillas son una condición temporal y no tienen nada que ver con lo que realmente parecen. No se deben omitir las manchas, son parte de la buena imagen".

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