Exponen los peculiares objetos coleccionados, por obsesión o capricho, por artistas célebres

  • Warhol coleccionaba de todo —incluso los pelos de sus pestañas—; Hirst, calaveras de seres humanos y animales; Blake, figuritas de elefantes...
  • Martin Parr, recuerdos de perros espaciales de la URSS; Sol LeWitt, grabados japoneses y partituras musicales; Hiroshi Sugimoto, libros de anatomía del XVIII...
  • 'Magníficas obsesiones' despliega en Londres las recopilaciones de objetos que compulsiva y a veces patológicamente han reunido 14 famosos artistas.
Colección de ojos de cristal del siglo XIX del fotógrafo Hiroshi Sugimoto
Colección de ojos de cristal del siglo XIX del fotógrafo Hiroshi Sugimoto
Magnificent Obsessions: The Artist as Collector
Colección de ojos de cristal del siglo XIX del fotógrafo Hiroshi Sugimoto

El coleccionismo —afición, divertimento o neurosis— tiene una larga historia. Los anales han dejado constancia de que la dinastía ptolemaica, establecida en Egipto por un general de Alejandro Magno más de 300 años antes de nuestra era y culminada con el reinado de Cleopatra, fundó la Biblioteca de Alejandria para reunir todo el material escrito y gráfico de la época: llegó a tener 900.000 manuscritos y fue el primer ejemplo de colección con afán completista del que tenemos noticia.

Fueron coleccionistas ávidos los Medici, patrones y capos de la Florencia del Renacimiento, que usaban su fortuna para contratar artistas o comprar obras de arte. Tampoco escaparon de la compulsión de acaparar las añejas universidades de postín —la de Cambridge mostró recientemente algunas de sus cinco millones de curiosidades, desde un esqueleto de dodó hasta un huevo de tinamou que rompió accidentalmente Darwin— y los nobles europeos con posibles para el dispendio, que a partir del siglo XVI empezaron a recolectar excentricidades.

Desde el pico de un tucán hasta fetos con malformaciones

A Rodolfo II de Habsburgo le gustaba reunir obras eróticas y a Pedro I de Rusia, piezas dentales. Los gabinetes de curiosidades, que atesoraban en habitaciones o vitrinas objetos insólitos, alcanzaron gran popularidad hasta el siglo XVIII. Fueron los precursores de los museos de historia natural y se nutrían de piezas adquiridas a exploradores o aventureros: desde el pico de un tucán hasta fetos con malformaciones...

De la fiebre por coleccionar, sea por capricho, manía neurótica inocua o trastorno obsesivo-compulsivo —algunos psicólogos relacionan al coleccionista extremo con el llamado síndrome del acaparador compulsivo o disposofobia—, no se han librado los grandes creadores, quizá porque ellos mismos producen para otros elementos seriados distintos entre sí pero de similar género, confección o estilo, es decir, trabajan produciendo los elementos de una colección posible —hay centenares registradas en la entrada de la Wikipedia en inglés dedicada al asunto—.

Claves definitivas sobre la obra de los artistas

La exposición Magnificent Obsessions: The Artist as Collector (Magníficas obsesiones: el artista como coleccionista), en el Barbican Centre de Londres entre el 12 de febrero y el 25 de mayo, presenta las recopilaciones privadas de 14 grandes nombres del arte contemporáneo. Algunas dicen bastante de sus dueños y permiten comprender por qué les ha dado por acopiar determinada clase de objetos y no otra. La sugestiva muestra de ephemera, algunos curiosidades, otros piezas únicas o, al contrario, de producción masiva, proporciona claves definitivas sobre la obra y el estilo de los artistas.

La opción que propone el Barbican con la muestra es mostrar las "fascinantes colecciones" de los 14 artistas y emparejar cada una con al menos una obra de arte para que sirva de "guía" y confirme que las recopilaciones "suministran una clave de la inspiración, las influencias, los motivos y las obsesiones de los artistas". Los objetos de las 14 colecciones, que tienen entre 20 y 3.000 piezas cada una, están instalados en espacios separados de la galería —diseñados por el el estudio de arquitectura Dyvik Kahlen—, que ha buscado resumir en cada gabinete de curiosidades el estilo y el ambiente de trabajo de los creadores.

Los monos mecánicos de Warhol

El coleccionista más obsesivo de todos los presentes es Andy Warhol, que era tan exagerado en la recolección de pequeñeces que incluso guardaba sus propias pestañas. Del padre del pop art se exponen, como resulta muy predecible, objetos de consumo masivo: cajas de cerámica para guardar galletas —una de sus colecciones favoritas y más extensas— y pequeños monos mecánicos de juguete.

Otro creador que ha explorado la cultura del mal gusto contemporáneo, el fotógrafo Martin Parr, reúne postales de correos británicas del siglo XX y recuerdos de los perros espaciales que la URSS puso en órbita en los comienzos de la carrera por la conquista del cosmos. Peter Blake, también vinculado al arte pop pero en el lado británico, ha cedido para la muestra varias de sus muchas colecciones: figuritas de elefantes de todo el mundo y máscaras.

Colección de ojos de cristal

El delicado fotógrafo japonés Hiroshi Sugimoto tiene predilección por los grabados y libros anatómicos franceses y japoneses del siglo XVIII —es especialmente destacable una amplia colección de ojos de cristal—. Una pasión parecida es la del escandaloso y multimillonario Damien Hirst, que reverencia al cuerpo humano y sus restos y muestra en el Barbican su recolección de calaveras de humanos y animales.

Otras colecciones son la de grabados japoneses, fotos modernistas y partituras musicales del conceptualista Sol LeWitt; los discos y cuadernos de recortes del tatuador mexicano Dr. Lakra; los cuadros de arte outsider comprados en tiendas de segunda mano por el artista de la basura Jim Shaw, y los más de mil pañuelos de cuello de la diseñadora estadounidense Vera Neumann reunidos por el artista y fan Pae White.

El recorrido por Magnificent Obsessions, que la coordinadora de la muestra Jane Alison, define como la entrada en espacios "profundamente personales e infinitamente fascinantes", demuestra que los artistas, a diferencia de los museos,"no suelen coleccionar siguiendo un enfoque académico", ni buscan, como los aficionados completistas, "ensamblar conjuntos representativos". Como reflejo de los intereses personales y obsesiones, en sus adquisiciones suelen influir tanto su obra como la pura "forma visual" de los objetos.

Colecciones 'en secreto' o como 'inversión'

Mientras que muchos artistas hacen "uso directo de sus colecciones con fines de investigación y estudio, a veces incorporando elementos individuales en su trabajo", otros mantiene las colecciones "en secreto" por motivos tanto profesionales como privados que pueden ir desde la "búsqueda de fuentes de inspiración o de accesorios de estudio", hasta el "recuerdo personal e incluso la inversión".

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