Un pulpo que podría ser alienígena invade el paisaje bucólico de una pradera, el hongo de una explosión atómica (pero de vísceras) revienta el Capitolio y pone a circular a su alrededor un catálogo completo de electrodomésticos, una portada inventada del cómic Supermán titulado La tentación del dubitativo Jimmie Olsen, un crucifijo, una máquina de coser, grandes telas pintadas con rostros de mujeres que podrían pertenecer a la marquesina de un cine de estreno de no ser por el aspecto de yonquis o psicóticas de las protagonistas... Bienvenidos al mundo de Jim Shaw. Ninguna ley es aplicable.

Definido como "horrible", "crápula", "indecente" y todos los adjetivos arrojadizos de las malas reseñas —una llegó a señalar que "debería estar prohibido dejar pinceles en las manos de gente como esta"— o saludado como "crítico", "complejo" y "divertido", Shaw (1952) es uno de los artistas que con mayor ahinco ha destrozado la junk-culture (cultura basura) de los EE UU o bien se ha aprovechado de ella, como hizo en la exposición Thrift Store Paintings (Pinturas de tiendas de segunda mano), una colección sorprendente de arte outsider y anónimo que recolectó durante años y presentó como show artístico en 2010.

Shaw vuelve a Europa con una gran antología, que, una vez más, será polémica. The Rinse Cycle (El ciclo de aclarado) reúne más de un centenar de piezas y se exhibe, del 9 de noviembre al 17 de febrero de 2013, en Baltic, el espectacular centro de arte contemporáneo instalado en un viejo edificio industrial recupetado de la ciudad inglesa de Gateshead. Es la primera vez que la obra del iconoclasta multiartista estadounidense merece la atención de una antología en el Reino Unido.

The Rinse Cycle llega en un momento especial para Shaw, que ha atravesado por malos tiempos en los últimos años. En 2011, casi en la ruina por la crisis, según explicó, se vió obligado a dejar el inmenso estudio-factoría de Los Ángeles en el que trabajaba desde hacía 20 años. Las mismas causas le llevaron a vender buena parte de su inmensa colección de miles de objetos de cultura barata y mal gusto que había confeccionado con paciencia y ardor desde que era un adolescente.

En enero de 2012 llegó el golpe más fuerte con el suicidio de su amigo, colega, confidente y cómplice Mike Kelley, que tenía 57 años y era uno de los artistas y performers más atrevidos de los EE UU. Shaw y Kelley tocaban en el grupo protopunk Destroy All Monsters (1973-1985), citado por Iggy Pop y Sonic Youth como una influencia  decisiva por su carácter pionero.

La antología inglesa tiene carácter retrospectivo, abarca los últimos 25 años y permite ver por primera vez los grandes cuerpos de trabajo de Shaw en un mismo espacio. Los organizadores destacan su "infatigable investigación en la cultura popular, lo vernáculo, la historia del arte, la política, la religión, los mitos y su propio subconsciente" —Shaw afirma que sueña todas sus obras al detalle antes de pintarlos—.

Catalogista obsesivo del disparatado santoral estadounidense del consumo, los medios de comunicación electrónicos y las paradojas sociales, Shaw trabajó entre 1986 y 1991 en la serie My Mirage, una colección de casi 200 piezas artísticas sobre la vida de Billy, el alter ego del artista, que descubre el mundo, las drogas, el sexo y las sectas fanáticas.

En Dream Drawings (1991-1992) exploró el simbolismo de los sueños y a partir de entonces se ha centrado en el desarrollo de su propia religión, el Oismo, "una fe para los sin fe", para la que ha creado símbología, dogmas y templos.