La obtención de los explosivos

El ex minero Emilio Suárez Trashorras, en una imagen tomada durante el juicio en Gijón.
El ex minero Emilio Suárez Trashorras, en una imagen tomada durante el juicio en Gijón.
J.L. Cereijido / EFE
El ex minero Emilio Suárez Trashorras, en una imagen tomada durante el juicio en Gijón.

Rafá Zouhier, aparentemente un macarra de barrio, frecuentaba un bar en la calle Tribulete, frente al locutorio de Zoughan, al que acudían destacados miembros de Al Qaeda -según explica magistralmente José María Irujo en su obra El Agujero-

Él fue quien informó a Jamal Ahmidam "El Chino" de que podía facilitarle explosivos.

"El Chino", una narco que se radicalizó en la cárcel años antes, no paraba de afirmar que había que castigar a España por su participación en la Guerra de Irak. Los explosivos se los permitirían.

Compañeros de prisión

Zouhier, quien estuvo en la cárcel por un robo con violencia en Asturias, aceptó ser confidente de la Policía a cambio de favores penitenciarios.

En la prisión, Zouhier conoció a Antonio Toro, un pequeño delincuente que tenía como socio a José Emilio Suárez Trashorras, el ex minero. Ahí comenzaron los negocios entre ambos.

Suárez Trashorras, ex minero, robaba la dinamita de Mina Conchita, en Asturias. En 2001 fue detenido por tráfico de explosivos y de drogas dentro de la ‘operación Pipol’. Ahí se convirtió también en confidente de la Policía.

Zouhier sirvió de contacto entre el minero y el radical "El Chino".

Viajes Asturias-Madrid

A partir de ese momento, comenzaron una serie de viajes en autobús Asturias-Madrid, en la que enviados de Trashorras proporcionaban explosivos a "El Chino", que pagaba en droga o con el dinero que obtenía con ella.

Sin embargo, "El Chino" necesitaba más cantidad. Por ese motivo, y a su regreso de la luna de miel, se reunió en Morata de Tajuña con Suárez Trashorras y con su esposa, Carmen Toro.

Allí decidieron cargar un coche –el Wolksvagen de "El Chino"- y trasladar la cantidad necesaria de explosivos.

El zulo de Chinchón

Durante el viaje, la Guardia Civil detuvo el coche. Tras pagar las multas, y gracias a que no había cobertura de radio, la Policía dejó continuar a "El Chino", quien llamó por teléfono inmediatamente a Trashorras. Este le facilitaría un coche robado que le sirviese de avanzadilla.

El 29 de febrero, los más de 200 kilos de explosivo y los detonadores ya estaban en un zulo de la finca de Chinchón.

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