La jugada de Berlusconi que ha dejado cojo al Gobierno del primer ministro, el socialista Enrico Letta, ha provocado además un auténtico caos político en Italia, y no solo en el Ejecutivo, sino también dentro de su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL).

La dimisión este sábado de los cinco ministros (de un total de 15) del Gobierno responde a una estrategia orquestada desde hace semanas y que Letta intentó evitar a toda costa el pasado viernes en la reunión del Consejo de Ministros al comunicarles que se sometería a una moción de confianza en el parlamento —que finalmente será este miércoles— para refrendar la estabilidad del Ejecutivo y seguir adelante con las reformas.

Los cinco ministros del PDL que han abandonado el Ejecutivo —el vicepresidente del Gobierno y ministro de Justicia, Angelino Alfano; el de Agricultura, Nunzia De Girolamo; de Sanidad, Beatrice Lorenzin; de Transportes, Maurizio Lupi, y para las Reformas Constitucionales, Gaetano Quagliariello— llevaban semanas condicionando su apoyo a la resolución de los problemas judiciales de Berlusconi.

Detrás de las dimisiones está la mano del propio 'Il Cavaliere', que en un comunicado invitaba a sus ministros a que evaluasen "la posibilidad de presentar su inmediata dimisión". La repuesta a esta invitación no tardó, y los cinco dejaron sus carteras, quedándose el Ejecutivo sin un tercio de sus ministros.

La votación en el Senado que decidirá su expulsión a raíz de estar condenado por fraude en el 'caso Mediaset' es la razón principal por la que Berlusconi ha orquestado esta trama contra el primer ministro, al que considera que está detrás de una campaña contra él.

Sin embargo, 'Il Cavaliere' escuda sus motivos en la decisión de Letta de posponer un decreto ley que evite que este martes 1 de octubre suba el IVA general del 21 al 22% en el país.

Tan sólo un día después de presentar la dimisión los ministros del PDL, ya reina el malestar entre las filas de la formación de Berlusconi por esta decisión que algunos creen forzada. En menos de 24 horas, dos de los ministros salientes han criticado la salida de tono de Berlusconi: Gaetano Quagliariello, ministro para las reformas constitucionales y Beatrice Lorenzin, ministra de Sanidad.

Ambos se han reafirmado en la dimisión de sus cargos, no sin antes opinar sobre la dirección que está tomando el PDL: "Quien aconseja a Silvio Berlusconi nos empuja a una derecha radical ante la cual no me reconozco, da la espalda a los moderados y los expulsa de su órbita sin ninguna reflexión cultural señalándoles como traidores", dijo Lorenzini. "Esta nueva Forza Italia está demostrando ser muy diferente a aquella del 94, le faltan aquellos valores de aquel sueño que nos ha traído a todos aquí", agregó la hasta ahora ministra de Sanidad italiana.

Efímera ha sido la presencia de los últimos políticos italianos al frente del Ejecutivo. El estallido de la crisis en Italia que tumbó a Berlusconi del poder propició que llegase al poder el candidato favorito de Bruselas, el tecnócrata Mario Monti. Trece meses duró Monti como primer ministro, hasta que el partido de 'Il Cavaliere' le retiró la confianza en el Parlamento, lo que le obligó a dimitir una vez aprobada la Ley de Presupuestos.

Tras la salida de Monti llegó la convocatoria de unas elecciones que desde un primer momento se veían complicadas: ninguno de los candidatos aspirantes a Gobernar tenía el apoyo suficiente para lograr una mayoría estable en el Gobierno. Los resultados electorales, que abocaban al país a la ingobernabilidad, dieron paso a meses de negociaciones entre partidos, que terminaron con la designación de Enrico Letta (Partido Demócrata) como primer ministro de una coalición formada también por miembros del PDL de Berlusconi y de Elección Cívica, la alianza de centro-derecha de Mario Monti.

Ahora, Berlusconi ha vuelto a jugar la carta de la confianza, que por el momento ha logrado dejar malherido al Gobierno de Letta con la marcha de sus cinco ministros.

Pocas. A grandes rasgos, dos: aguantar (si logra la confianza del Parlamento) o abandonar y convocar elecciones anticipadas. Esta última opción ya ha sido descartada por Letta, que intenta analizar las posibilidades de continuidad de lo que queda de Ejecutivo con el presidente de la República, Giorgio Napolitano. Además, Letta se someterá el miércoles a una moción de confianza en la Cámara baja.

Los analistas aseguran que un voto de confianza a Letta podría suponer un acto de nacimiento de un nuevo centroderecha moderado y europeo, con el excomisario de la Competencia Mario Monti, el democristiano Pier Ferdinando Casini y el presidente de Ferrari Luca di Montezemolo. Por lo pronto, el primer ministro se hará cargo del ministerio de Justicia e Interior que ocupaba Angelino Alfano y distribuirá las otras cuatro carteras entre el resto de los ministros que se mantienen en el Ejecutivo.

En el caso de que Napolitano no vea posible seguir con este Gobierno, se disolverán las cámaras y se convocarán nuevas elecciones, que de tener lugar este año serían los segundos comicios legislativos que se celebren.

La inestabilidad política contagia aún más a la ya resfriada economía italiana. Su prima de riesgo se ha disparado hasta rozar los 300 puntos básicos —el pasado viernes cerró en 279—, aumentando así la desconfianza de los inversores, una pescadilla que se muerde la cola y que imposibilita a ese país financiarse a buen precio en los mercados.

La llaga crece cuando esa prima de riesgo supera a la de otros países como España, hasta ahora en el mismo ojo del huracán, y que han visto recientemente cómo su riesgo país ha disminuido.

Por si esto fuera poco, a la alarmante situación en los mercados se sumará este martes la entrada en vigor de la subida del IVA, una medida aprobada por el Gobierno anterior de Mario Monti, y que hasta ahora su aplicación se ha venido aplazando.