Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Sandra Valero y las virtudes de la actuación con la que España ha quedado segunda en Eurovisión Junior 2023

Eurovisión Junior 2023 ha caído, de nuevo, en la trampa de empujar a niñas a roles de mayores. La candidatura de TVE no ha cometido este error y ha logrado la mejor posición histórica de un país actuando en primer lugar. 
Sandra Valero actuando en Eurovision Junior
Sandra Valero actuando en Eurovision Junior
RTVE
Sandra Valero actuando en Eurovision Junior

Por fin, una niña jugando a ser niña. Detallito que, a menudo, se nos olvida en Eurovisión Junior. Bueno, y en todos los talent shows que ponen a niños a ejercer de adultos. Cuando un concurso de 'kids' debería pretender llevar a los concursantes (y al propio espectador) a la espontaneidad del disfrute de un parque de atracciones.

Ahí está la virtud con la que España ha logrado brillar en Eurovisión Junior 2023. A los niños les gusta disfrazarse y Sandra Valero se ha podido meter en el traje de una fantasiosa aviadora, como si estuviera siendo protagonista de su propio musical, rollo Matilda. O una modernizada La Bruja Novata, sobrevolando una refulgente Europa. Así, el poder de una canción pegadiza se ha multiplicado hasta transformarse en una historia televisiva en la que no paran de pasar situaciones para que el escenario de Eurovisión no se tuerza en monótono y previsible.

Del suspense inicial de una niña que vuela sobre un avión hecho con maletas al calor de la congregación, con la efectista aparición en las grandes pantallas de cientos de ventanas de colores. De la soledad... a la celebración compartida. En ese colofón, se remarca la apoteosis del risueño tema Loviu que, además, es fácil de entender aunque no entiendas español. Y, por si queda duda, en el cielo de las pantallas de fondo explotan unos fuegos de artificio que subrayan 'Te quiero' en distintos idiomas.

Al acotar el gran escenario de Eurovisión Junior en un set con entidad creativa propia, el director artístico español Javier Pageo ha sabido focalizar en la pantalla el talento de Sandra Valero. Muy cómoda y segura de sí misma, a pesar de sus 12 años y tener algún problema con la colocación del auricular al principio. Aunque el problema no se hizo hueso, pues Sandra estaba concursando y, a la vez, jugando, igual que cuando nos montamos disfrutones en una vibrante y luminosa atracción de Disneyland París o Port Aventura. 

Sin embargo, este Eurovisión 'mini', de nuevo y en general, ha caído en empujar a niñas a roles de artistas mayores, poniendo a niñas a emular patrones físicos adultos prototípicos con su pelazo y su brilli-brilli. Lo que impide distinguir el eurofestival de adultos del junior. Lo que ha provocado una pérdida de autenticidad del pequeEurovisión y, por tanto, de interés social. Porque, al final, el programa ha anulado la magia de pretender devolver a toda la audiencia a la travesura de cuando éramos pequeños.

Pero, esta vez, TVE con Sandra Valero no ha permitido empujar a una joven a ser la diva mujer que determinados clichés sociales demandan. Esta vez, TVE ha triunfado con el arte de Sandra Valero quedando en segunda posición en Eurovisión y poniendo al espectador a bailar con esa optimista ilusión de cuando la vida parece infinita y crees en el amor de cuando éramos niños, el que te permite confiar en que puedes incluso volar sin despegar los pies del suelo. 

Mostrar comentarios

Códigos Descuento