Pablo Motos a Celia Villalobos: "¿Sigues jugando al 'Candy Crush' o te has pasado al 'Fornite'?"

  • "Lo que había en la pantalla -de la tablet- no era el 'Candy Crush', era una cosa de 'Frozen' de mi nieta", afirmó.
  • "Lo creadores del juego no me han llamado ni para darme las gracias", añadió.
Pablo Motos y Celia Villalobos, en ‘El hormiguero’.
Pablo Motos y Celia Villalobos, en ‘El hormiguero’.
ATRESMEDIA
Pablo Motos y Celia Villalobos, en ‘El hormiguero’.

Celia Villalobos fue la primera invitada de la semana de El hormiguero, donde presentó su nuevo libro, La política apasionada, en el que hace repaso a su carrera y destaca algunas de las anécdotas que le sucedieron durante esos años.

También comentó con Pablo Motos la actualidad política o recordó cómo se salvó en dos ocasiones de morir en manos de ETA: "La primera vez me libré por dos ladrones y la segunda se la debo a José María Aznar. Pero mataron a mi amigo Martín Carpena".

El presentador también quiso rememorar uno de los sucesos por el que más se recuerda a la malagueña ya que "da igual las cosas importantes que la gente haya hecho en la vida, que lo que se quedan son los peores momentos o las anécdotas", comentó el valenciano.

"He cogido las partes del libro que más me interesaban entre las que estaban tus clásicos: ¿Sigues jugando al Candy Crush o te has pasado al Fornite?", preguntó Motos a su invitada, que se tomó con humor la pregunta.

Y contestó que "no he jugado al Candy Crush y hay una cosa que no le perdono a los que fundaron el juego: ¡Que no me llamaron para darme las gracias, hombre!". El presentador añadió que "a ti te la liaron porque te pilló la cámara".

Villalobos aclaró que "lo que había en la pantalla no era el Candy Crush, era una cosa de Frozen de mi nieta, que lo cuento en el libro, donde el muñeco de nieve decía hola y ella, que tenía 5 años, comentaba que le había hablado".

"Ella jugaba y yo lo abrí, pero eso es lo de menos", añadió para volver a decir que los creadores del juego no "me han llamado para darme las gracias, es lo mínimo que tenían que haber hecho. Y pasan los años y sigo padeciéndolo". Y concluyó señalando: "Que me llamen para invitarme en el restaurante de Berasategui o en el de Dabiz Muñoz, que tampoco me importaría".

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