Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Cómo ha crecido 'Zapeando': de ser un programa en el que nadie creía a celebrar diez años en La Sexta

Entre risa y risa, Dani Mateo enseña la patita de sus emociones en la celebración de los diez años de Zapeando.
Zapeando sopla las velas de su décimo aniversario.
Zapeando sopla las velas de su décimo aniversario.
Atresmedia
Zapeando sopla las velas de su décimo aniversario.

"No daba un duro por mi mismo. Pero mi día sería mucho peor si no viniera con vosotros, así que imaginad que vida tengo". Entre risa y risa, Dani Mateo enseña la patita de sus emociones en la celebración de los diez años de Zapeando. Programa que comenzó como un debate sobre la tele con Frank Blanco al frente y que ha terminado siendo una reunión de amigos.

Hace una década no había TikTok ni siquiera había llegado Netflix a España. La tele tenía menos competencia, así que también se le exigía más. Como consecuencia, el futuro de Zapeando parecía corto. Las audiencias flojeaban en sus inicios y ya La Sexta había cancelado unos meses antes 'Alguien tenía que decirlo', una interesante apuesta de tarde que sacaba la televisión a un escaparate en la calle Alcalá de Madrid con tres presentadores portentosos: Dani Rovira, David Broncano y Txabi Franquesa

Sin embargo, la propuesta se retiró rápido y La Sexta aprendió la lección: el buen magacín también es bueno cuando existe detrás la paciencia para consolidar lo que se quiere ser. Y lo que no. Zapeando lo sabe: es un programa joven. De hecho, es el único programa diario que queda con un espíritu realmente joven en la programación televisiva. Aunque los años pasen para todos.

En esta evolución, la emoción queda remarcada cuando Cristina Pedroche recuerda que Quique Peinado, Valeria Ros, Miki Nadal y ella misma han tenido hijos en estos años. Incluso vemos cómo comparten sus experiencias maternales. Hasta cómo pierden a una hija en directo. 

Ahí radica la fuerza adquirida del programa: a través de la distensión cómica muestra la vida como la vida se vive hoy desde una tele tradicional que, a veces, parece seguir habitando en 2001. Y, claro, el público no se siente reconocido. Los protagonistas de Zapeando, en cambio, hablan el idioma de su tiempo.

Ya no sólo leen chistes de guion y, sobre todo, hacen a la gente participe de su quedada diaria en donde se sienten libres para abrirse y verbalizar intimidades que jamás dirían en un magacín con sección de corazón.  Zapeando no necesita demasiados clichés de esto es corazón o esto es actualidad o esto es humor. Zapeando es todo. Es la quedada con gente que apetece ser su amigo. Una pandilla con la mejor pretensión de la tele: la compañía que juega creyendo en la inteligencia del espectador. Hasta cuando se hacen los tontos.

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