Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La incomodidad de Madonna que no entendió Martes y Trece

Las preguntas de Martes y Trece pretendieron hacer comedia, pero lo que lograron fue un retrato de los tabúes de una sociedad.
Madonna el día de la entrevista con Martes y Trece
Madonna el día de la entrevista con Martes y Trece
RTVE
Madonna el día de la entrevista con Martes y Trece

Madonna ha dado tres grandes entrevistas en la historia de la televisión en España. A Miguel Bosé, a Belinda Washington y a Martes y Trece. Esta última que fue la primera, en 1992, desconcertó a la diva del pop. Ni podía ni parecía que quisiera disimular el desaliento que le causaba la que era la pareja de cómicos más querida de nuestro país.

"¿Cualquier objeto para ti puede encerrar un sentimiento sexual? Por ejemplo, que te sugiere esta mesa", preguntaba Josema Yuste a la cantante norteamericana. "No hay nada en esta habitación que me excite", contestaba irónica ella, mientras miraba a Millán Salcedo lanzar una bandeja de palomitas de maíz al aire.  

Madonna giraba de promoción con su libro prohibido Sex, que sirvió para impulsar su trayectoria musical ante los ojos de un mundo mojigato. El propio Millán guardaba un agasajo para remediar alguna de sus declaraciones: "como no tienes dinero para ropa interior te hacemos este regalo maravilloso para que tengas". Entonces, sacó de no sé sabe muy bien dónde unas bragas gigantes de color carne. Viejo truco de la comedia: descolocar con cosas de tamaño desproporcionado. 

"Son muy monas, creo que deberías llevarlas en la cabeza", replicó Madonna a la vez que se las ponía de sombrero a Millán que, de repente, se puso a hacer el perrete salido sobre el cuerpo de ella. "No me creo que estén abusando de mí", reflexionó pasmada cuando él, baboseando, se colocó encima suyo. Entre tanto, las carcajadas resonaban en el sonido ambiente de la emisión. Y el realizador congeló la imagen con el televisivo final feliz de Millán con la lengua fuera sobre Madonna.

Ver hoy este surrealismo incomoda. Ha envejecido fatal. Porque evidencia el machismo estructural del que todos venimos . Madonna había desmontado prejuicios sobre la sexualidad, pero no todas las personas de la época entendieron el trasfondo de su reivindicación.

Al contrario, creyeron que su naturalidad a la hora de afrontar la sexualidad e incorporarla en su música les autorizaba a invadir su espacio físico y frivolizar con su forma de vestir, bailar, actuar, sentir y ser. Incluso su libertad hacía que algunos pensaran que eso ya les otorgaba todos los permisos para sexualizar a la persona en cada pregunta y hasta a tirarse encima de ella ladrando cual perro excitado. 

Más que comedia, las preguntas de Martes y Trece lograron un retrato de los tabúes de una sociedad en la que se cuestionaba al que pretendía escapar de sus patrones preestablecidos, forzados y encorsetados. De ahí que revisionar este encuentro en la actualidad provoque esa incomodidad que transmite la cara de Madonna antes, durante y después de verbalizar entre dientes: "Creo que estoy teniendo una pesadilla". Martes y Trece intentaron un sketche con lo que creían que era Madonna, pero sólo redujeron a una artista a la mofa que señala con el dedo. La mofa que confunde empoderamiento con vía libre para arrojarse sobre los cuerpos.

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