Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La equidistancia de Miguel Bosé

Bosé Renacido va llevando a lugares en los que jamás habíamos entrado. Lugares físicos. Y emocionales.
Miguel Bosé en 'Renacido'
Miguel Bosé en 'Renacido'
Movistar Plus
Miguel Bosé en 'Renacido'

"Mi madre era la mujer que mi padre se merecía. Como mi padre fue el hombre que le estaba empleado bien a mi madre". Silencio. Sonrisa. Reconforte. Miguel Bosé respira, cree que ha compuesto una gran frase para la posteridad. Así es, aunque no para la eternidad que él piensa.

"Mi madre era la mujer que mi padre se merecía. Como mi padre fue el hombre que le estaba empleado bien a mi madre", propone una equidistancia perversa. Porque la equidistancia también es tomar partido. Y esta declaración vuelve a abandonar en muchos sentidos a su madre, siguiendo la estela de aquel padre de una España en donde el hombre podía salir corriendo y la mujer no podía escapar.

"Mi madre era la mujer que mi padre se merecía". Sólo es un instante de Bosé Renacido, documental Shine Iberia para Movistar Plus, que supone un viaje maestro a Miguel Bosé, su yo y sus raíces. El mito se abre para convertirse en persona. Con sus contradicciones vitales. Incluso paternales.

Nada más empezar da la sensación que se va a contar, una vez más, lo mismo de siempre. Pero no. De repente, los capítulos te van llevando a lugares en los que jamás habíamos entrado. Lugares emocionales. Y lugares físicos. El propio Bosé empieza a ser Miguel cuando se reencuentra con la finca de Villa Paz, en la que fue feliz de niño. Está igual. Aunque nada sea ya igual. Después se abren las puertas de la mitificada casa de Somosaguas, centro social de la época. Allí sólo queda la piscina. Y un toro de piedra tumbado junto al agua, que le ha visto crecer.

Él mismo derribó aquel idolatrado chalet familiar. Y él mismo comparte los vídeos caseros de la demolición. Bosé pletórico, derruyendo su pasado. Para construir una especie de búnker de paredes que no esconden ser de cemento armado. "No comprendo cómo está ahora colocado Somosaguas. No la reconozco", asiente Lucía Bosé cuando vuelve a su casa borrada. El momento lo inmortaliza una grabación casera que salpica sentimientos. En la era del reality show sobreactuado para que te vean feliz, el vídeo familiar es tan de verdad que remueve.

La historia de Bosé en los hogares de su vida, abiertos por primera vez, hace conectarnos con Miguel. Es difícil parpadear durante los cuatro episodios. Ayuda a entenderlo mejor. Hasta cuando no entiendes nada.

De la casa en la que habitó seis décadas a la residencia a la que huyó, al otro lado del océano. "México es un país que respeta mucho. Aquí la gente jamás me ha cuestionado nada", explica Miguel Bosé mientras se ven las alambradas de seguridad que separan su urbanización de ricos del resto del mundo. En sus palabras, otra vez, el documental delata una contradicción. Bosé describe la hospitalidad a la vez que vemos murallas de verjas con pinchos para sentirse a salvo. Porque la hospitalidad tampoco es equidistante, tampoco es igualitaria. Incluso algunos 'yos' para sentirse libres se acaban encerrando. 

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