Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La confidencia sobre Boris Izaguirre que define los prejuicios mediáticos: "¿Le puedes decir si se puede contener un poco?"

Aquellos que no entendían a Boris Izaguirre y todo lo que representan.
Gemma Nierga y Boris Izaguirre en la celebración del 30 aniversario de La Ventana
Gemma Nierga y Boris Izaguirre en la celebración del 30 aniversario de La Ventana
Cadena Ser
Gemma Nierga y Boris Izaguirre en la celebración del 30 aniversario de La Ventana

"¿Es un actor? ¿Es alguien interpretando un papel? ¿Cada día va a hablar así?¿Le puedes decir si se puede contener un poco". Fue la reacción que recibió Gemma Nierga de un directivo histórico de la Cadena SER al escuchar a Boris Izaguirre por primera vez en La Ventana.

Gemma ha compartido las reticencias que asomaron cuando fichó a Boris durante la celebración del treinta aniversario del programa de la Cadena SER. A su lado, también estaba Javier Sardá, que fundó y presentó este magacín antes de irse a comandar la nave de Crónicas Marcianas.

Y la mirada del propio Sardá se iba levantando cuando Nierga iba contando a Carles Francino el despertar que provocó Izaguirre. El despertar de una sociedad que imponía cómo debíamos ser. La mirada de Sardá transmitía identificación: "Me pasó exactamente lo mismo en Crónicas Marcianas, cuando se incorporó Boris. Un directivo me dijo "no lo entiendo".  Entonces, Sardá intentó paliar aquel "negacionismo" con una reflexión, concreta e inteligente: "La gente más joven lo entienden más que nosotros". La brecha generacional quedaba revelada.

Boris Izaguirse se convirtió en un fenómeno social. Sabía que lo que algunos osaban en llamar imperfección era aquello que le hacía único. Y aquellos directivos se acabaron enamorando de la autenticidad del que de primeras les desconcertó. La vida misma. Los prejuicios sociales les impedían observar que estaban ante radio y televisión en estado puro. Pero la audiencia iba por delante de ellos. También Gemma Nierga y Javier Sardá, con su curiosidad incesante. No confundir con la curiosidad intensa. Esta última corre a por el titular de impacto que el periodista lleva preconcebido en su cabeza, mientras que la primera deja la mente abierta para intentar ir descubriendo hasta incluso desmontar ideas preestablecidas.

Aquel "¿no se puede contener un poco?" era homofobia social interiorizada hasta por personas que se creían modernas. Y, ojo, la LGTBIfobia aún sigue pululando en programas radiofónicos y televisivos. De otras maneras, con otras fórmulas. La discriminación continúa en el día a día de una sociedad en la que desde pequeñitos nos han insistido en cómo teníamos que hablar, gestualizar y emocionarnos según nuestro sexo. De ahí que en muchos oficios, también en los medios de comunicación de 2023, existan profesionales que frenan su personalidad y evitan hablar de sus parejas, gustos o utilizan terminología neutra al referirse a sus relaciones. Como si fueran ángeles. A veces, escudándose en la privacidad cuando las personas heterosexuales jamás esconden en el eufemismo de la "intimidad" su sexualidad. Porque no van a ser juzgadas por ello.

Hay que salir de las burbujas sociales para derribar estigmas que sólo son fruto del simple desconocimiento. Las nuevas generaciones ya tienen más que claro que la diversidad es esencial a la propia vida. Y el público se irá a otros lugares si los medios de comunicación, con la radio y la tele tradicional a la cabeza, se quedan encerrados en sus aprensiones, pues su función es aprender de cómo somos sin menguar todo lo que somos.

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