Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La resurrección de Sálvame en Netflix: la risa de la maldad ha vuelto

Belén Esteban, Terelu Campos, Lydia Lozano, María Patiño, Kiko Hernández, Víctor Sandoval, Kiko Matamoros y Chelo García Cortés son tan traviesos como la sociedad que no es grabada.
Belén Esteban y Terelu Campos, en 'Sálvese quien pueda'
Belén Esteban y Terelu Campos, en 'Sálvese quien pueda'
Netflix
Belén Esteban y Terelu Campos, en 'Sálvese quien pueda'

La spin off de Sálvame ya está en Netflix bajo el nombre de Sálvese quien pueda. El imaginario de personajes más popular de Telecinco aterriza en la plataforma más consolidada socialmente. Y ahí puede producirse un nuevo trasvase de públicos de la tele de siempre a la tele bajo demanda. Aunque hay una peliaguda diferencia: no se consume igual la tele en directo que se cuela en casa acompañando de fondo, que un reality grabado que hay que buscar en un catálogo de cientos de producciones. Y que, tras encontrarlo, requiere otro tipo de concentración. Hay que verlo con atención. Entonces, no basta con la pelea motivada por horas y horas de convivencia en un estudio de televisión, lo importante es conectar con una historia en primer plano de los protagonistas.

Para lograrlo, Sálvese quién pueda se lleva a Miami y a México a Belén Esteban, Terelú Campos (antes conocida como Terelu sin tilde), Lydia Lozano, María Patiño, Kiko Hernández, Víctor Sandoval, Kiko Matamoros y dicen que también Chelo García Cortés (porque se la intuye más que está, al menos en los tres primeros episodios). La agudeza del show está en el choque cultural. La premisa: tras ser cancelados por Mediaset quizá encuentren trabajo en alguna televisión latina al otro lado del charco. Aunque allí griten mucho más todavía. Con esta excusa, el programa mezcla esa aureola aspiracional de programas de viajes con el añadido del costumbrismo de personajes que sentimos de andar por casa y que están descubriendo frente a nuestros otros mundos que están en este.

Nada más empezar, el problema que asoma de Sálvese quien pueda es que da la sensación que a la productora de La Fábrica de la Tele le cuesta escapar de la sombra de la pelea de Sálvame. Y se fuerza un juicio de acorralamiento a Lydia Lozano con el que el reality logra la lágrima rápido. Aunque en un docushow el público no quiere ver peleas de plató. Suena ya hasta retro. En un espacio de estas características a la gente le basta con las rutinas diarias en las que los personajes se enfrentan con su nítido carisma a lugares fuera de su hábitat cultural. Ahí este programa se crece, incluso logrando una trama transversal en donde la risas de la maldad planean como en la vida cotidiana. Lo que anima una poderosa conexión entre audiencia y personajes. No quieren ser perfectos, son tan traviesos como la sociedad que no es grabada.

¿Quién despunta en el reality? Unos dirán que Lydia Lozano, otros que María Patiño, otros que Terelú Campos, otros dirán que Víctor Sandoval. Es la gracia: cada espectador puede elegir su favorito. Eso sí, como siempre, destaca sobremanera Belén Esteban. Y no como polemista, sino por su capacidad de festejar aquellos momentos que se encuentra en el camino. La ilusión de Belén Esteban es contagiosa. Cuida a sus compañeros, pide foto con todo quisqui, se lanza al mar sin importarle el qué dirán. En definitiva, celebra el viaje como fan de la vida. Tal implicación hace que también, a veces, sus arrebatos se hagan incontrolables pero, al final, se cabrea como una madre de vuelta de todo, terrenalizando las tonterías y escuchando las emociones. 

Netflix con Sálvese quien pueda quizá pretenda frases memorables que visibilicen a la compañía a través de risas compartidas. No obstante, su fuerza está en que, con todo el guion que pongas a este grupo de viejos conocidos, siempre prevalece su aplastante naturalidad. Porque son una familia que, juntos, no necesitan simular apariencias. Se pueden irritar mucho, se pueden decir las cosas a la cara, pero al minuto se siguen queriendo. Es su triunfo más allá de la fama y el dinero. Han creado hogar. Son de casa, hasta para los que jamás querrían ser como ellos.

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