Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Las palabras que contradicen la reivindicación de libertad

"El vocabulario nos delata. Y es desolador seguir escuchando en 2023 palabras como "maricón" en forma de insulto recurrente, en manifestaciones, tascas y vidas cotidianas". 
Cientos de personas con banderas y pancartas en Ferraz.
Cientos de personas con banderas y pancartas en Ferraz.
Europa Press
Cientos de personas con banderas y pancartas en Ferraz.

Ay, las palabras. En las palabras empiezan los caminos. Los que construyen, los que nos descubren, los que nos encuentran, los que nos separan. Incluso en las palabras se inicia la violencia. 

El vocabulario es uno de los mejores medidores de la evolución de las sensibilidades y libertades sociales. El vocabulario nos delata. Y es desolador como todavía se pretende insultar a personas con el uso de, por ejemplo, la palabra "maricón". Constantemente, pero estos días se ha visualizado aún más en las manifestaciones contra el PSOE.

Al grito recurrente de "maricón", hasta se ha intentado desacreditar a los periodistas que retransmitían las movilizaciones. Como si fuera malo, como si fuera sórdido, como si fuera perverso, como si fuera indigno, como si los hiciera menos personas. O menos hombres, con ese retintín en blanco y negro que parecía superado. Aunque ahí sigue, resonando. Demasiado.

En estas concentraciones, emitidas en directo por la tele, el alarido de "maricón" se escucha entonado por los mismos que reivindican libertad. Qué paradójico, pues la libertad sin sensibilidad no existe. La libertad sin respeto es imposible. La libertad es convivencia. Sus proclamas quedan mancilladas cuando se utiliza "libertad" para determinar unos ciudadanos de primera y otros de segunda. Porque vociferando "maricón" sólo se señala, margina y deshumaniza. 

Luego nos extrañamos del incremento de agresiones LGTBIfóbicas en las calles. Luego nos extrañamos de que haya personas que sufren por no tener la sexualidad mayoritaria. Idéntico se reproduce con otras estigmatizadoras expresiones que se han quedado enquistadas en el lenguaje colectivo contra las mujeres, las personas con discapacidad u otras razas que no sean la suya. Para qué repetirlas. 

Las palabras legitiman. Y se lleva tiempo calentando el enfrentamiento desde una histriónica teatralización del debate político y viral en el que parece que todo vale. Ni siquiera se condena con la suficiente contundencia las palabras que se emplean como arma para la desigualdad. Algunos hasta las justifican o quitan gravedad para no defraudar a sus devotos. "Son simples palabras", excusan. Pero en las palabras comienza todo. También la desazonadora vulnerabilidad de sentir que todavía, en 2023, jóvenes transmitan odio proclamando "maricón" como ofensa. Hemos evolucionado, pero no tanto como creemos. Lo dice la manera en la que pronunciamos las palabras.

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