Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El Intermedio de Wyoming: la comedia va en serio

Un programa sin debate, qué raro en la televisión de hoy. Un programa de hechos, qué raro en la televisión de hoy.
Wyoming y Javier Bastida en El Intermedio, la noche de los disturbios en las manifestaciones contra Ferraz
Wyoming y Javier Bastida en El Intermedio, la noche de los disturbios en las manifestaciones contra Ferraz
Atresmedia
Wyoming y Javier Bastida en El Intermedio, la noche de los disturbios en las manifestaciones contra Ferraz

"Ya conocen las noticias, ahora les contaremos la verdad". El Intermedio nació con La Sexta en 2005. Se estrenó en formato semanal como una irónica revista de prensa que iba desmontando las particularidades de los medios de comunicación. Sus virtudes, vicios y trincheras. Tuvo hasta un cuerpo de baile vestido de mallas con mucho brilli-brilli. Todo irónico, claro. A El Gran Wyoming siempre le han gustado los ballets en sus shows. En El Peor Programa de la Semana de TVE contó como elenco de baile a un grupo del Imserso, que entonces era donde más se danzaba en este país. Claro, todavía no había TikTok.

Una sabia estrategia de programación recolocó a El Intermedio y lo adaptó a espacio diario de eso que llaman access prime time. Poco a poco, se fue transformando en la contraportada informativa perfecta, ya que desgrana la actualidad con el poder de la comedia que hace todo más digerible. Incluso despierta la conciencia crítica gracias al superpoder de reírnos de nosotros mismos. No al alcance de cualquiera. 

Tantos años después, su estructura de guion está rodada y perfectamente engrasada. Sandra Sabatés explica los contextos con el prisma periodístico y Wyoming los saca brillo con el contrapunto de la corrosión. Una corrosión que funciona como un reloj porque Wyoming está interpretando al español de la barbaridad autoconvencido de que es un tipo sensato. Y eso da mucha carcajada. Porque le reconocemos, nos reconocemos como sociedad.

La maestría de El Intermedio es que logra a diario narrar una historia cómica bien hilada con el más difícil todavía: la asfixiante actualidad de la trifulca política. Su truco está en cierta obsesión por abrazar el equilibrio entre contexto informativo y sketche cómico.

Aunque, además, el formato cuenta con la virtud que no se atora en el guion y demuestra rapidez de reflejos para levantar lo que está escrito y conectar con lo que está pasando. Así ha sucedido cada día esta semana, especialmente cuando El Intermedio tuvo la capacidad de entender que debía estar en los disturbios provocados por manifestantes ultras contra la sede del PSOE en Madrid. El reportero de La Sexta Javier Bastida se hizo casi el programa entero. Sólo con un cámara relató en un trepidante directo qué estaba sucediendo. Su acierto estuvo en que enfocó multitud de detalles para no quedarse exclusivamente en el cordón policial. Describió, no se perdió en vericuetos políticos. 

Y cuando regresó la conexión a plató, no surgieron comentarios cuñados de nadie. No había debate, qué raro en la tele de hoy

Wyoming no tenía chiste escrito como otros días, aunque sí la conciencia de ser un ciudadano que sigue en la calle a pesar de las glorias de la tele. Sigue sabiendo cuál es su lugar. Digan lo que digan, su humor en El Intermedio ni buscar convencer ni imponer, sólo es la comedia que se toma en serio: delata cómo somos desde esa sonrisa que hace pensar y hasta termina explicándonos que está pasando en directo con pasión, sí, pero con menos opinión y más hechos que muchos informativos reales.

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