Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La profecía de Wyoming en 2009 que ya es una realidad sin freno

Wyoming en 2009 en Telemonegal
Wyoming en 2009 en Telemonegal
Telecinco
Wyoming en 2009 en Telemonegal

"La televisión tiene un efecto nocivo que, a veces, produce una especie de retroalimentación negativa. Es decir, uno proyecta la imagen de una persona pensando que cuando la vean entenderán que esto no puede ser. Y, al final, la gente sólo por el hecho de que sale en la tele la convierte en un ser popular. Antes la fama tenía un sentido positivo o un sentido negativo. Había buena fama o mala fama. Ahora la fama en sí ya es un hecho positivo". El Gran Wyoming realizaba este diagnóstico de la nueva forma de popularidad a Ferrán Monegal en Telemonegal. Era septiembre de 2009.

Ha pasado más de una década de estas declaraciones en la televisión municipal de Barcelona, pero las palabras de Wyoming se adelantaron al porvenir que se venía encima. El hoy presentador de El Intermedio afinaba un camino que no había hecho nada más que empezar y que iba a sufrir su mayor impulso con el auge de las redes sociales. La buena y mala fama ya no existe, al igual que el valor de la verdad y el castigo a la mentira parece haberse devaluado. 

Con esta reflexión, Wyoming se estaba refiriendo a su viejo informativo satírico 'Caiga quien caiga' y cómo aupó el perfil mediático de Esperanza Aguirre. Ellos creían estar desenmascarando las debilidades para el cargo de una por aquella época ministra que se equivocaba mucho. "Yo creí que la íbamos a hundir", bromeaba, entre risas, Wyoming a Monegal.  Pero, en realidad, CQC estaba construyendo la popularidad entrañable del personaje. Porque su carácter peculiar hacía a Aguirre más imitable, más paródica, sí. Y, a la vez, esa imperfección la hacía más humana. Incluso más cercana e identificable para un espectador que recuerda a los personajes pintorescos más que a los gestores aburridos. Aunque sean brillantes en su función. 

"CQC se adelantó al meme que todos comparten hasta enaltecer a su protagonista y convertirlo en un achuchable todopoderoso"

Quizá el fallo del legendario 'Caiga quien caiga' estuvo en que en algunos casos confundió sátira con mofa. Y el marketing de la política nacional fue más ingenioso que la tele, aprovechando la plataforma del show televisivo para colocar los focos a su persona. Hay una estirpe de políticos que ya hace abriles que dejaron de temer ser transformados en personajes. Menos aún en la era de las redes sociales, donde da la sensación que el delirio no tiene coste. Al contrario, el argumento riguroso, matizado y contrastado es lo que se pasa por encima. No vaya a ser que la realidad estropee un puñado de morbosos retuiteos fáciles.

Caiga quien caiga cayó en ese entretenimiento que los populismos aprovechan si la comedia no destapa lo profundo con ironía inteligente y se quedó más en la persecución a la caza del gag que se repetía en todos los programas de zapping. Así CQC se adelantó al meme que intensamente y, a menudo, indignadamente todos comparten, comentan, envían y dan 'me gusta' hasta enaltecer a su protagonista y convertirlo en un achuchable todopoderoso.

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