Querida Mamá:

¿Te has dado cuenta? No estábamos tan locos. Y mira que has tenido que aguantar el cachondeo de las amigas e incluso de Papá, que siempre compra sin mirar. Pero tú, erre que erre. Plantada delante del lineal, buscando las gafas de leer en ese bolso donde cabe una vida y media casa, renegando de los etiquetados mínimos prácticamente ilegibles, buscando tenaz la presencia del nombre maldito: aceite de palma.

Tú mejor que nadie sabes lo difícil que resulta comprar algo que no lleve estas grasas de sangre, malas para la salud y terroríficas para el medioambiente. Me lo has oído mil veces. Su consumo en exceso se asocia a la aparición de graves enfermedades y al aumento del colesterol malo. Su plantación masiva se hace quemando y talando cientos de miles de hectáreas de intocables selvas tropicales de Asia, África y América. Promoviendo la explotación infantil, pagando sueldos miserables, violando los derechos humanos. Y engañándonos. Colándonos sin avisar, sin posibilidad de escapatoria, esa maldita grasa asesina barata y versátil para mayor gloria económica de una industria alimentaria, hostelera, farmacéutica y cosmética empeñada en mejorar sus magros beneficios empresariales a costa de nuestras conciencias y nuestra salud.

Ahora dicen los grandes supermercados que van a cambiar. Que han escuchado nuestras protestas y reniegan de esas grasas. Pero, cuidado: nos quieren engañar de nuevo. Advierten que la sustituirán siempre que sea "tecnológicamente posible", como si usar aceite de oliva o girasol como se hizo toda la vida fuera un problema técnico irresoluble. En realidad quieren decir que lo rechazarán si no les salen las cuentas. En ese caso, avisan, utilizarán aceite de palma con certificado de sostenibilidad. ¡Y un jamón con chorreras! Lo he consultado con Miguel Ángel Soto, responsable de bosques en Greenpeace España, y me asegura que ese certificado de sostenibilidad lo dan sin comprobar nada. Pagas y te envían el carné.

Tú sigue como siempre. Comprando con cabeza y con las gafas de leer como mejor arma. Aunque no me engaño. En el fondo sé que lo haces porque tienes unos hijos ecologistas a los que apoyas a muerte incluso en su lucha por la alimentación saludable. Por eso te quiero aún más. Nos vemos pronto alrededor de una esas ensaladas ilustradas que tanto nos gustan. Hasta entonces, recibe un beso muy tierno (de mantequilla).

Y dale otro a Papá.

César-Javier Palacios