La economía española invirtió 14.946 M€ en I+D en 2018, según los últimos datos del INE. Pese al incremento del 6,3% bruto respecto a 2017, no es en absoluto una buena noticia. Esa inversión corresponde al 1,24% del PIB, un dato irrisorio (casi vergonzante) respecto a los objetivos que Europa se marcó en su Estrategia 2020 (3%), o a la media de la UE (2%). La inversión es I+D/PIB es un indicador clave de un sistema nacional de innovación. Es una medida de su intensidad tecnológica. Y, sobre todo, es un indicador avanzado de la productividad venidera, y por ende, del bienestar futuro. Las pensiones, la sanidad o la educación del mañana dependen del esfuerzo innovador de hoy.
El mundo está inmerso en una carrera tecnológica sin precedentes. China se ha convertido en una potencia industrial y tecnológica, y va encaminada a ser líder mundial en ciencia e innovación. Invierte ya en I+D/PIB más que la Unión Europea (el 2’1%). Los países tecnológicamente más sofisticados se sitúan en el 4,6% (Israel), 4,5% (Corea del Sur) o 3,3% (Suiza). Alemania, que sale de la crisis con una sólida estrategia ‘Industria 4.0’, está en el 3%. Estados Unidos invierte el 2,8%. España sólo ha incrementado 4 centésimas de PIB su inversión en I+D durante el último año. Para llegar al nivel de Alemania, a este ritmo, necesitaríamos 44 años. Para ser como Corea del Sur, 82 años.
Nuestro esfuerzo en I+D es insuficiente e ineficiente. Insuficiente porque no importa a qué velocidad vayamos nosotros. Lo importante es a qué velocidad se mueven nuestros competidores. Ineficiente porque parte de ese esfuerzo se vierte en estructuras y programas sin efecto multiplicador en la economía. Sin conexión con el tejido económico y sin impacto real en el entorno. Es urgente crear masa crítica industrial en tecnologías estratégicas que sustenten la competitividad empresarial: semiconductores, supercomputación, inteligencia artificial, espacio, nuevos materiales. Para ello, es preciso diseñar y dotar programas públicos que incentiven al capital privado a coinvertir en proyectos empresariales de muy alta tecnología y complejidad. Aquellos proyectos capaces de crear ventajas competitivas globales.
Hemos perdido una década. Nuestra inversión es I+D es similar a la de 2007. Lamentablemente, no he visto reuniones de urgencia de agentes sociales y económicos, ni de partidos políticos. Deberían recordar que sin I+D enfocado hoy, no habrá estado del bienestar mañana.
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