Rebeca Marín Periodista y escritora
OPINIÓN

Especialistas en crisis, repetidores de curso

Restaurante en fase 0 de desconfinamiento
Comercio en fase 0 de la desescalada.
Jorge París | Jorge Paris
Restaurante en fase 0 de desconfinamiento

Las crisis son esos procesos de sufrimiento que atravesamos, pero en los que muchas personas ven una oportunidad y aseguran que aprendemos y nos hacen crecer. Albert Einstein decía: “Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia”.

Si optamos por seguir las palabras del sabio científico, podemos remontarnos a la última crisis, la de 2008, donde aprendimos y mucho, en esa ocasión nos hicimos expertos en economía.

Recuerden cuando bajaban a la calle y en el ascensor ya no se hablaba del tiempo, sino de los bonos, salían al parque y los abuelos sentados en los bancos hablaban de los otros bancos, y ya no se quejaban de las cacas de los perros, sino de los activos tóxicos (que en realidad eran lo mismo, una mierda que pisábamos, pero en su dimensión financiera).

Solo han pasado 9 años de la crisis económica y ¿cuántos de ustedes recuerdan qué es la prima de riesgo?

Acuérdense de cuando iban al mercado y ya nadie charlaba sobre los melocotones o las agallas y el ojo de la merluza, que es donde se ve lo fresca que está de toda la vida. Lo que la gente comentaba aterrorizada y consumida en una angustia cotidiana era cómo estaba la prima de riesgo, esa prima que se sentía más cercana que la que teníamos en el pueblo y con la que habíamos compartido nuestra infancia.

Y qué me dicen de cómo mejoramos nuestros idiomas, que hasta las yayas pronunciaban hipoteca subprime en un inglés impecable. Y esa recesión a la que conocíamos mejor que a la Ascensión, la vecina del quinto que nunca salía de casa.

​"Cuando esta crisis pandémica se supere, los PCR nos sonarán a chino y nuestro máster en test habrá caducado"

Pero nuestro aprendizaje se paró en seco cuando empezamos a salir de esa tremenda crisis que sacudió los cimientos económicos y sociales y los dejó quebrados hasta hoy. Y entonces nos quedamos huérfanos de conocimiento, vacíos de intelecto en el momento en el que éramos especializados economistas.

Pero no se preocupen porque ha llegado una nueva crisis para salvarnos de la ignorancia. Una pandemia que nos ha abierto las posibilidades a otra especialidad, esta vez en medicina. Y es ahora cuando nos estamos convirtiendo en expertos médicos y virólogas, porque cualquiera sabe que no es lo mismo un test serológico de anticuerpos -también llamado test rápido- que un PCR, que es más preciso y específico. Todas y todos conocemos perfectamente la sintomatología de un virus que es una mutación porque está formado por un ARN, ya saben, cadenas de ácido ribonucleico. Además, hemos vuelto a retomar los idiomas con las fake news que nos comemos cada día. Mi padre todavía no las pronuncia bien, pero denle una semana más de mentiras y dirá fake mejor que el propio Trump.

Solo han pasado 9 años de aquella crisis económica de la que les hablaba y ¿cuántos de ustedes recuerdan que la prima de riesgo es la diferencia entre el interés que se pide a la deuda emitida por un país cuyos activos tienen mayor riesgo respecto de otro libre de riesgo y con el mismo vencimiento? ¿Cuántos se acuerdan de que una subprime es una modalidad crediticia del mercado financiero de Estados Unidos que se caracteriza por tener un nivel de riesgo de impago superior a la media del resto de créditos? ¿Y cuántas yayas hoy añoran a la prima de riesgo más que a “subprime la de Burgos”?

"En esta crisis aprendamos la lección, pero no la de economía o medicina, sino la lección de vida"

Doy por hecho que cuando toda esta crisis pandémica se supere, nos volverá a pasar y los PCR nos sonarán a chino (nunca mejor dicho) y nuestro máster en test habrá caducado, y los únicos que nos importarán serán los de alcoholemia. Volveremos a la ignorancia más absoluta, al olvido. Y de nuevo otra especialidad perdida, otro máster enterrado.

Por eso, esta vez les pido que no se olviden, que no nos olvidemos de lo importante.

Que en esta crisis sí aprendamos la lección, pero no la de economía o medicina, sino la lección de vida. Dejémonos de especialidades y tomemos nota de la clase política, subrayemos las actitudes arrogantes de unos y las irresponsables de otros, la ausencia de ideas, los reproches, el narcisismo, la condescendencia, la censura, las mentiras, el abandono institucional, el inmovilismo de todos y todas, el consumo excesivo, el capitalismo voraz, las desigualdades galopantes, los poderes en la sombra y los reales, la importancia de cuidar lo público, la precarización laboral progresiva, la autopromoción disfrazada de altruismo, la supervisión camuflada de vigilancia, la vulneración de las libertades disfrazadas de seguridad y control social. Que esta vez nos lo aprendamos de memoria, como en una oposición, para no volver a suspender y tener que repetir curso, crisis y los mismos errores en nuestra historia.

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