Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Éxito para la justicia y la democracia

Carles Puigdemont.
Carles Puigdemont en una imagen de archivo.
ACN
Carles Puigdemont.

La detención de Carles Puigdemont, que tanto se hizo esperar, se convierte en un acontecimiento importante no sólo para España, donde tiene cuentas pendientes con los tribunales y con la sociedad a la que traicionó por partida doble: a unos empujándolos a un conflicto grave y a otros, paradójicamente los que comparten sus ideas, huyendo cobardemente y dejándoles abandonados a su suerte. No hay que desear mal a nadie, pero sí que cada uno arregle sus cuentas.

El proceso que seguirá a la detención del expresident se anticipa complejo y todavía generará debates jurídicos y, seguramente, incidentes que durante algunos días complicarán de nuevo la normalidad en Cataluña. Pero mientras se dilucida si Italia procede a la extradición, hay algunos aspectos que no deben pasar inadvertidos y sin valorar. La detención es un éxito de la Justicia europea, después del deplorable ejemplo belga de insumisión política, y para la democracia. La imagen de Puigdemont desde su Waterloo era un reto para la realidad de la UE.

"La imagen de Puigdemont desde su Waterloo era un reto para la realidad de la Unión Europea"

No era de recibo que un golpista se pasease impunemente por el territorio de la Unión Europea mientras era reclamado por la Justicia de uno de sus miembros. Puigdemont, usufructuando la suerte de la impunidad cuatro años, fue un estímulo para quienes como él aspiran en sus países a imponer sus pretensiones por encima de la Constitución que les rige. Era un estímulo para sus afines y una lamentable frustración para quienes saben que las leyes hay que respetarlas.

Llegado a este punto, lo único que cabe esperar y desear es que los jueces, tanto italianos como españoles y después europeos, cumplan con diligencia y acierto su función. Y que lo hagan con independencia de otros poderes, de las presiones que seguramente tendrán que enfrentar, y de argumentos vacíos para que la opinión pública no piense que el desacato del expresident de la Generalitat fue una partida de naipes. 

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