OPINIÓN

La necesaria coherencia

Control de viajeros en Barajas.
Control de viajeros en Barajas.
Chema Moya / EFE
Control de viajeros en Barajas.

Esta semana, un portavoz de la Comisión Europea fue preguntado por la pintoresca situación que permite a los extranjeros viajar a España, mientras los ciudadanos españoles no pueden moverse de la comunidad en la viven. El portavoz calificó esa situación como "incoherente". No fue mejor el calificativo que había utilizado Fernando Simón, que reconoció no tener una buena explicación para esa "incongruencia". Ayer, el presidente del Gobierno buscó una respuesta a esa incoherencia incongruente en el Congreso, cuando fue preguntado por el portavoz del PNV Aitor Esteban. Pedro Sánchez culpó a Bruselas, porque al inicio de la pandemia estableció que "el cierre de fronteras no garantiza la no propagación del virus".

El argumento sería asumible si la Comisión lo hubiera convertido en una orden, pero el Tratado de Schengen, por el que se eliminaron los controles fronterizos, establece sus propias excepciones por motivos justificados. Y, en cualquier caso, si el cierre de fronteras no es útil, ¿por qué sí lo es el cierre perimetral de las comunidades autónomas?

"Pararlo todo en Semana Santa tendría un efecto negativo en la economía, pero no mucho peor que el permanente cambio de criterio"

Buena parte de los expertos, aunque no todos, consideran imprescindible reducir la movilidad para frenar la expansión del virus. Si las autoridades asumen ese criterio como propio y rechazan la opinión de los discrepantes, lo lógico es tomar las decisiones con firmeza, claridad y coherencia. Y si hay que dar malas noticias a la población, el Gobierno deberá hacerlo porque también para eso se presenta a las elecciones.

Por tanto, si los indicadores del virus han empeorado, si se teme que esa tendencia negativa se mantenga en los próximos días, si las autoridades están convencidas de que la hostelería es un riesgo, si se opina que primero es la salud y después la economía, y si se considera que, como consecuencia, el objetivo es restringir los movimientos, ¿por qué no se ordena, por ejemplo, un confinamiento domiciliario estricto pero breve, incluido el cierre de las fronteras, en Semana Santa?

Pararlo todo en Semana Santa tendría, sin duda, un efecto negativo en la economía, pero no mucho peor que el permanente cambio de criterio, con decisiones espasmódicas de cierre y apertura y cambios de horarios restrictivos que confunden a todos. Semana Santa tiene, además, la ventaja de que dos días son festivos además del sábado y el domingo, con lo que la actividad económica ya estará muy disminuida de por sí. Sería un esfuerzo suplementario, uno más. El problema es que para eso hay que volver al Congreso a pedir un cambio en el decreto de estado de alarma, y eso es incómodo. Y, además, nadie asegura que, al final, no haya que hacer como Angela Merkel: dar marcha atrás en las restricciones y pedir perdón.

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