
Hubo una época en que ir al Museo del Prado era gratis para todos los españoles. Llegabas al museo y había una cola para españoles y otra para el resto de europeos, a los que sí cobrábamos la entrada. Alguien en Bruselas alzó la voz de alarma y en 1992, vía sentencia judicial, se consideró que era discriminatorio. 30 años después, esa discriminación se ha dado la vuelta. Ahora un parisino puede volar a Madrid y entrar felizmente en el Prado, pero no por ejemplo un andaluz. Es una anomalía que el Gobierno debería corregir cuanto antes.
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