OPINIÓN

‘Melrose’, el opio del pueblo

En un país en el que la población lleva confinada más de 40 días, en el que cerca del 90% de los ciudadanos no salen de su zona de residencia y con más de 210.000 casos oficiales de Covid-19, de repente salta a la palestra en un canal de Youtube (Estado de Alarma) un vídeo en el que aparece un periodista hablando de política con una mujer detrás que se le cruza en bikini y que se hace viral.

A partir de ahí, surge un culebrón con todos los ingredientes para entretener al pueblo: sexo, política y poder.

Los programas de TV que alimentan esta historia, ayudados por algunos de sus protagonistas, crecen en audiencia mientras que los espectadores se convierten en testigos excepcionales de un culebrón real de personas que le son ajenas pero cercanas al mismo tiempo. Como explica la psicóloga Ana Gutiérrez Salegui, "no es Melrose Place, es un hecho real que ofrece un componente ‘positivo’ para la salud mental del telespectador que se evade de su realidad con estos personajes". Como colofón de la historia, muchos de sus protagonistas están identificados con "cierta ideología": "En una sociedad tan polarizada y politizada como la nuestra, moralmente se tienden a generalizar ciertos comportamientos, de modo y manera que el ataque a una persona se convierte en un ataque a todo el grupo", añade la psicóloga apelando al ‘efecto halo’.

Así, mientras el pueblo afronta el horizonte incierto y oscuro que se vislumbra, en el que no se espera una "nueva normalidad" hasta junio en el mejor de los casos, aparece el ‘opio del pueblo’. No es igual que el que defendía Marx con la religión, pero, salvando las distancias, también sirve para "aliviar".

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